Capítulo 15
La estocada final
Pero Arturo le dio una poderosa estocada justo a tiempo, que aunque fue bloqueada por Mordred tuvo la suficiente fuerza para moverlo hacia atrás.
- ¿Qué te parece
si probamos un poco de fuego?
Con otro movimiento de su espada, Mordred hizo que ambos se vieran
rodeados por columnas de ardientes llamas, siendo lo único que veían a su
alrededor fuego y más fuego; parecía que estaban en el infierno. Aún así, ambos
no estaban consumiéndose como sería natural, ya que mientras tuvieran sus
espadas mágicas a mano serían inmunes a sus efectos, que no necesariamente
significara que no sintieran dolor.
- Si quieres
quemarme, Mordred, tendrás que quitarme la Excalibur, esos trucos de magia
baratos no son más efectivos que una buena justa.
- ¿Ah sí?, toma
esto!!!
Arturo trató de desviar la katana de Mordred de su pecho, apenas
logrando desviarla un poco, ya que de todas maneras logró penetrar hasta su
corazón. Hubiese sido una muerte súbita, de no tener Arturo su espada en mano;
él sabía que si la llegaba a soltar, moriría. Esa era la razón por la que
Mordred seguía ejerciendo presión en esa parte, para lograr que su rival dejara
caer su espada en el suelo.
- Ya deja de
luchar con la muerte, tu dolor será mucho menor.
- Mientras tenga
aliento de vida, te voy a seguir combatiendo.
En lugar de dejarse morir Arturo dio sendos cabezazos con su casco al de
Mordred, que se fue magullando por los constantes impactos, obligando al
caballero a separarse de Arturo, a quien se le sanó la herida en el pecho, de
forma instantánea. Después se quitó el debilitado casco, dejando ver su joven
rostro cubierto por su capucha de cota de malla.
- Para que esto
sea una pelea justa, me quitaré mi casco - dijo Arturo.
Al igual que Mordred, la cabeza de Arturo estaba cubierta por una
capucha de cota de malla, a excepción del rostro. Continuaron luchando en medio
de ese fuego abrasador, siendo en uno de esos lances que Mordred giró todo su
cuerpo para castigar el lado izquierdo de Arturo, siendo el fuerte golpe
contenido hábilmente por su escudo. Debido al poderoso filo de la katana, el
escudo del rey se hizo añicos en un abrir y cerrar de ojos, quedando Arturo con
la Excalibur, su única arma ahora; por eso tuvo que agarrar el mango con las
dos manos tal como se lo había enseñado Fukushu.
- ¿Lo ves?, mi
esgrima es superior.
- Jáctate de eso
cuando esto haya acabado, ahora pelea!!
El rey era consciente de la superioridad de la katana de Mordred no sólo
por su magia, sino porque con ella era muy fácil vencer a un enemigo de
un sólo golpe, ya sea por su aleación o su forma curvada; tal como Fukushu le
había explicado. Es por eso, que el rey se mantenía la mayoría de las veces a
la defensiva, esperando cualquier error de su rival mientras éste probaba desde
todos los ángulos para rematarlo. Pendiente de la trayectoria de su rápido filo,
el rey trataba de adivinar su rápida trayectoria cambiante para moverse de la
misma manera.
- El poder de mi
espada está más allá de todo límite, mira.
Otra corte de la espada de Mordred en el aire transportó a ambos guerreros
al mismo campo de batalla en donde originalmente estaban, sólo que ahora lleno
de cadáveres. Arturo primero movió la cabeza en ambas direcciones, luego giró
de cuerpo entero observando todo eso. Estaban todos en estado avanzado de
descomposición, con los cuervos disfrutando el festín y el hedor nauseabundo.
- ¡¡¡No!!!
- Este es el
inevitable destino de tú y tus seguidores. Te quedarás sólo, justo frente a mí
esperando con desesperanza que te quite la vida. Tu destino esta sellado,
padre.
- Mientras yo
pueda montar un caballo y portar una espada no voy a dejar de luchar.
Arturo, lejos de sentirse desanimado por aquella ilusión óptica se
abalanzo contra Mordred atacando con furia pero con flexibilidad. Se reanudo la
despiadada lid, ambos intercambiando heridas que muy pronto se curaban y causando
relámpagos cada vez que los filos chocaban.
Finalmente, Arturo cometió un error involuntario cuando trató de dar una
estocada hacia la frente de Mordred, que bloqueo con su katana. En ese instante
tenía las manos muy fuertemente aferradas a su Excalibur, lo que aprovechó
Mordred; éste usó el filo de su Ryu para elevar la espada Excalibur hacia
arriba deslizando el filo hasta quedar en un ángulo agudo, lo que dificultó a
las rígidas manos de Arturo seguir aferrando el mango de su espada. Seguidamente
Mordred ejerció presión hacia adelante empujando hacia atrás el cuerpo de
Arturo a la vez que le arrebataba su espada, que se perdió en el aire sin rumbo
fijo.
Fukushu había partido en dos a dos soldados con armadura usando el filo
de su katana. Esto ahuyentó a sus rivales, quienes se separaron de él, lo que
aprovecho Fukushu para realizar una maniobra; giraba con su muñeca su katana de
forma ágil y rápida, como una hélice que relejaba la luz del sol; a la vez que
hacia esto tenía extendido su brazo con la mano derecha abierta, mostrándola a
ellos en señal de desafío. Mientras estaba realizando esta acción, observo a Arturo
postrado contra el suelo.
- Oh no, su majestad
está en peligro
Justo cuando iba a
ayudarlo, el filo de una reluciente espada franca se dirigía frente a él. Fukushu
logró para la estocada, pero se enfrascó nuevamente en el desigual combate. No
podría salvar al rey
Arturo estaba de espaldas contra
el suelo vencido, mirando boca arriba a su rival, que le iba a propinar la
estocada final.
- Tus días de
reinado han terminado.
Justo cuando iba a blandir su espada contra Arturo, Morgana y Merlín
luchaban en el aire revolcándose ambos cuerpos contra la resistencia del viento,
quedando sucesivamente uno frente al otro en cada vuelta en el mismo instante
en que caían hacia abajo. Ambos monstruos cayeron abajo, causando un
terremoto y arrasando con todo lo que estaba a su paso; la tierra se sacudió de
manera violenta provocando que Mordred quedara en el aire pero de forma ágil,
cayó parado en el suelo.
Aquella distracción fue aprovechada por Arturo. En una acción al estilo
Jiu Jitsu lanzó una patada con su pierna izquierda, en trayectoria semi
circular al costado del cuerpo de Mordred con su cuerpo recostado boca arriba
contra el suelo haciendo tambalear a su rival más pequeño; lo que causó que no
solamente cayera al suelo, sino que perdiera la katana Ryu, que salió disparada
al aire en una trayectoria elíptica hacia la izquierda en dirección a Fukushu.
- ¡¡¡Ahhhhhhg!!
- Ja, ja, ¿qué te
pasó Mordred, que tu ninja no te enseñó a no distraerte frente a tu enemigo?
En medio de todo un batallón de soldados reservistas de armadura pesada
que lo acosaban constantemente, Fukushu se movilizó con gran agilidad para
atrapar la Ryu por el mango. Con esta en la mano, el ninja procedió a girar su
cuerpo alrededor de sí mismo, dejando una estela de luz blanca similar a la de
un relámpago, por donde pasaba el filo de la katana mágica; aquella acción
terminó de pulverizar a los enemigos que lo acosaban. Había cumplido con la
mitad de la misión, ahora sólo faltaba asesinar a Mordred, pero su destino
parecía estar ahora en las manos de Arturo.
La escena de hace pocos segundos se había invertido, ahora era Mordred
quien estaba postrado boca arriba en el suelo, a los pies de su vencedor
Arturo.
- ¡¡Excalibur!!
Después de decir
esto, la espada le regresó volando hacia él hacia su mano como por arte de
magia.
- Ahora es mi
turno, adiós a Mordred.
Pero Mordred tomó justo a tiempo tierra del suelo lanzándola a los ojos
de Arturo, quien dejó caer el filo de su espada en el suelo. Poco antes de eso
Mordred se había arrastrado rápidamente hacia atrás, evitando una muerte
segura.
- No tío, el turno
sigue siendo mío, sólo me volverás a ver el último día de tu vida. Yo seré el
rostro de tu muerte.
Luego de decir esto, desapareció en medio de una cortina de humo,
originada de una bomba que tenía en la mano, las mismas que usaban Fukushu y
Hinoi. Arturo quedo frustrado por no poder matar a su más acérrimo enemigo.
- ¡¡Maldito
siempre seas Mordred, sólo has pospuesto tu inevitable muerte a manos mías!!!
Segundos después Fukushu había aterrizado al lado del rey, cayendo
parado, con su cuerpo en posición lateral. Sostenía la Ryu con las dos manos y
el filo mirando hacia atrás; había saltado rápidamente desde la posición
anterior en que estaba pero había llegado muy tarde, Mordred había vuelto a
escapar.
- Cobarde
escurridizo.
- Ahora que nuestra
victoria está casi consumada, tú mi pequeño amigo me debes una explicación.
El japonés giró
instintivamente su rostro hacia el del rey.
- ¡¡Retirada!!
Al grito del rey franco, lo que quedaba de su ejército huyo con él.
Había fracasado en su intento de ayudar a Mordred para que le cediera el
sureste de Gran Bretaña. Casi simultáneamente, la dragona roja volaba hacia la
misma dirección, huyendo del fuego azul del otro dragón.
Luego, un caballero menor armado con cotas de malla cabalgó velozmente
hacia donde estaba Arturo para
comunicarle la siguiente noticia.
- Majestad, Sir
Lancelot acaba de derrotar a los francos en el suroeste.
Entonces, Arturo
alzó su espada al cielo y gritó para que todos lo escucharan.
- ¡¡Victoria!!!
El rey repitió el grito tres veces más, con sus hombres haciendo coro.
Pronto los hombres que le quedaban se acercaron a él, seguidamente de
los caballeros de la mesa redonda que le quedaban.
- Bors, Lionel,
Sagramore, Gawain....
- Algunos ya están
muertos - contestó Sir Lionel
Se hizo presente el general Idris con su armadura bien magullada y
el brazo donde portaba el escudo con su cota de malla rasgada; tampoco llevaba
su casco, pero aún portaba su espada curvada de diseño persa, bien adherida a
la palma de su mano. El rey lo abordó.
- Idris, no te
llegué a ver en toda la batalla, ¿qué pasó con tu caballo?
- Esos demonios,
con sus espadas samurai lo hicieron pedazos, por lo que tuve que pelear a pie.
Debo admitir que mi contribución en la batalla fue mínima, ya que no pude
apoyar el ala de Gawain como él hubiera esperado.
- Idris, aún así,
todos los caballeros de la corte estamos en deuda contigo, fuiste tú el que dio
origen a nuestra caballería y eso es algo demasiado grande como para saber cómo
agradecértelo - repuso Gawain.
- Sólo hago mi
trabajo.
Cinnia, quien había estado pendiente de todo lo acontecido en
Vinoconium, desde las colinas del campamento, se acercó a Fukushu, dándole un
fuerte abrazo con su robusto y hermoso cuerpo. Lo levanto unos cuantos
centímetros del suelo y dando un giro alrededor de sí misma mientras lo
cargaba.
- ¡¡¡Fukushu,
estás vivo!!! - dijo la muchacha entre lágrimas de alegría.
- Estoy bien -
decía él con el mentón contra el hombro de ella.
Ambos se quedaron mirando por un momento, con los labios apuntando hacia
el otro, cuando en eso fueron interrumpidos por Arturo.
- Ejem, Cinnia,
¿qué haces abrazada con él?
- Tío, yo...
- Tendrás ocasión
para explicarme eso ahora suéltalo, necesito que él me aclare algo.
Fukushu quedó nuevamente de pie en el suelo, esta vez frente al rey y
toda su corte reunida en aquel cementerio improvisado que fue el campo de
batalla.
- ¿Me puedes
explicar por qué no me dijiste que eras un ninja y qué es exactamente eso?
Al instante, Merlín salió de atrás de Arturo y respondió esa pregunta
por Fukushu.
- Su majestad, un
ninja es en realidad un consejero militar a quien el emperador japonés escoge
de lo mejor de la nobleza de su país a los que consulta en casos de extrema
emergencia, como sucedió con la katana que buscaba Fukushu. En este caso debido
a lo delicada de la tarea, en vez de enviar un regimiento de samurais, envió a
su mejor consejero, Fukushu, en una misión secreta para recuperarla, ¿no es
así?
Fukushu le contestó, con su típica inexpresividad.
- Así es, Merlín.
- ¿Por qué no me
habías explicado eso?
- Majestad, sólo
cumplía órdenes.
- En cuanto a mi
sobrina, tendremos charla para otra ocasión, ahora hay que atender a nuestros
muertos y heridos. Gawain, Lionel, organícense para perseguir a los francos que
quedan.
Mientras el rey se retiraba y los demás caballeros se aprestaban a
perseguir a los derrotados francos, Fukushu aprovechó para agradecer a Merlín.
- Gracias Merlín.
- De nada joven
ninja, disculpa que no pueda compartir este feliz momento contigo, tengo
un asunto pendiente con Morgana.
El hechicero comenzó a ser rodeado a su alrededor, por columnas de humo
color azulado hasta que cubrieron todo su cuerpo. Se volvió una sola y gruesa
columna de humo que se elevó en el aire formando una nube gigante con forma de
dragón, hasta que finalmente pasó de ser un cuerpo gaseoso a quedar transformado
por completo en la forma de la temible criatura. Sin mayores reparos, el dragón
salió volando por la misma dirección en que se había ido Morgana.
- Fukushu
-dijo Cinnia, señalando con su mano-, ¿de casualidad, esa quien está
llorando postrada al lado de un guerrero chamuscado y de un médico no
es Cinnia?
- Oh, no me digas
que..., no puede ser.
Se acercaron a donde estaba Elvia, que lloraba a un moribundo caballero
cuya armadura estaba bien chamuscada. Su rostro, única parte que no cubría la
capucha de cota de malla, tenía unas quemaduras de primer grado a su alrededor.
Todavía reconocible en medio de tanta mancha negra, la cara de Sir Morgan,
quien despedía sangre por la boca al mismo tiempo que el médico le sostenía la
cabeza. Fukushu y Cinnia se pusieron a ambos lados de Elvia, tratando de
consolarla.
- Snif, snif,
snif, ¿doctor, él va a morir?
- Las quemaduras
que sufrió son muy severas tomando en cuenta de que estaba en armadura, lo que
hizo que su efecto fuera aún peor. Si intento el desangrado, sólo lo debilitaré
aún más acelerando su muerte. Lo siento mucho, con su permiso, debo atender a
los otros heridos
La muchacha entró
en llanto.- ¡¡Nooo, snif, snif, por favor no se vaya!!!
Justo cuando se retiraba el doctor, Cinnia tomó la cabeza de Morgan,
quien seguía jadeando hasta que por fin abrió los ojos. Daba algunas señales de
vida.
- Díganme la
verdad, ¿me estoy muriendo, cierto?
- No, snif, snif,
no digas eso, no me hagas sufrir.
- Vamos mi amor,
sabes que esto es inevitable. Fukushu, Cinnia, no pensaba verlos juntos
nuevamente, ¿no que no eran novios?
- Cinnia no es
nada mío.
Ella lo miró a los ojos de modo picaresco, lo que le llamó la atención
al ninja, que respondió siguiéndole la mirada de manera fría.
- No te pongas a
actuar Fuku, eso no es malo; al menos tú estás vivo para poder disfrutarla.
- Basta de
tonterías Morgan, necesitamos saber cómo esto pasó.
- ¿Recuerdas el
gigantesco dragón rojo que nos atacó?
- Sí
- Yo estaba a unos
metros de Mordred, era completamente mío para matarlo y fue en ese momento que
me disparó su fuego. Traté de huir lo mejor que podía pero fue en vano, era más
rápido que yo y tampoco había un lugar donde cubrirme; luego trastabillé por el
suelo en medio de la lucha y la bestia se me acercó. Mientras volaba hacia mí,
pude contemplar por unas fracciones de segundo en medio de aquellas corneas
reptilescas, aquella forma de mirarme que recuerdo desde el día que nací. Era
mi madre, pero estaba dispuesta a matarme, para proteger a su favorito Mordred;
después de eso llamaradas de fuego cayeron sobre mí y no recuerdo que pasó
después. Sólo sé que ahora estoy despertando, excepto que para dormir otra vez
y nunca despertar.
- ¡¡No por favor,
no digas eso!! - decía Elvia sollozando -, resiste un poco más, Merlín puede
salvarte, snif, snif.
- ¿Merlín?, ese
viejo paranoico está más preocupado en salvar el reino de este Arturo que en
ayudar a otros.
- Querrás decir
demasiado ocupado - respondió Cinnia.
- ¿Qué te pasa
Cinnia, por qué defiendes a ese engendro?
El moribundo hizo gestos de esfuerzo, en un claro esfuerzo por tratar de
respirar. Fukushu trató de calmarlo.
- No hables tanto,
o morirás más rápido.
- ¿Fuku, desde
cuando pones caras tristes?, no te pongas patético, lo último que quiero ver en
mis últimos minutos, es a un ninja llorar, cof, cof.
- No hace falta,
el cuenco de mis lágrimas quedó vaciado luego de matar a mi maestro. No pienso
llorar por más nadie.
- Debiste querer
mucho a ese maestro para que lo terminarás de esa forma.
- Es mucho más
complicado de lo que tú dices.
De la boca de Sir Morgan, salió despedida una desmesurada cantidad de
sangre y saliva, además la debilidad de su cuerpo se aceleraba.
- ¡Te dije que no
hablaras tanto!
- ¡¡A mí nadie
nunca me va a decir lo que tengo que hacer, ese es mi gran talento!!!, ¡cof!,
¡cof!
- Le queda poco
aliento de vida - dijo Cinnia.
Elvia se recostó contra el pecho de su amado, sin poder contener el
llanto.
-¡¡¡¡No!!!!
- Sabes Elvia,
ahora me doy cuenta de lo mucho que te voy a extrañar.
- Morgan, debo
confesarte algo antes de que expires.
- Fukushu, no me
digas que de verdad te caí tan mal.
- No, al
contrario, has sido el único amigo que he tenido en toda mi vida.
Con sus últimos esfuerzos, Morgan comenzó a reírse a carcajadas, aunque
esto lo debilitaba aún más.
- Jamás pensé que
los guerreros de la sombra serían tan patéticos; de todos modos te agradezco
que hayas sido tan amable conmigo, que no tengo ni me interesa tener amigos.
- Tú siempre tan
antagónico - contestó Fukushu.
- Nunca me ha
gustado tu sentido del humor, cof, cof.
- Por favor, no
hables más, te vas a morir más rápido - le pidió Elvia
- Ella tiene razón
- la acompañó Cinnia.
- Ya me estoy
muriendo de todas formas, sé que iré al infierno aunque suficiente dolor he
tenido con haber sido asesinado por mi propia mamá. Te amo tanto Elvia, que te
juro por lo que me queda de vida, que cuando vaya al infierno derrocaré al
diablo y después mandaré emisarios al cielo para avisarte que te unas a mí para
ser mi reina.
- ¡¡Tonto, a mí
nunca me ha interesado ni reinos ni joyas, sólo me importas tú!!
Esa respuesta parece que satisfizo a Morgan, quien trató de mostrar una
sonrisa, esfuerzo que no se pudo concretar porque repentinamente expiró. Del
rostro de Cinnia salían ríos de lágrimas, de Elvia un diluvio incontenible,
siendo el único que no lo hacía Fukushu; que ya estaba parado delante del
cadáver de su viejo camarada con el rostro triste pero sereno.
Fukushu trató de retirarse discretamente hasta que Cinnia se dio cuenta
y lo detuvo, agarrándolo por la manga. Ella se enjugó sus lágrimas con sus
propios dedos.
- ¿A dónde vas
Fuku?
- A completar la
otra parte de la misión, mataré a Mordred.
Lo que dijo entristeció aun más a Cinnia.
- Ya se ha
derramado demasiada sangre en suelo británico trayendo luto y dolor, ¿y aún así
quieres más?
- Son las órdenes
de mi emperador, hice un juramento.
- Pero tu
emperador no es uno de los nuestros, no tiene que ver a sus amigos morir, a su
madre llorar, ni a sus hijas ser violadas; hemos vivido este ciclo durante
generaciones. Siempre buscando venganza para que aquellos a los que matamos,
que a su vez llevan su venganza hacia nosotros y esto no termina.
El ninja vaciló
por un momento.
- Mordred es
enemigo de mi nación, se robo nuestra espada sagrada, se burló de nuestro
emperador; casi secuestra a su hijo, violó nuestra confianza y deshonró nuestra
hospitalidad.
- Ya tienes tu espada,
¿no es eso lo que querías?, Mordred no es nada sin ella, pero si lo llegas a
matar, ¿que impedirá que alguien cobre venganza, te imaginas lo que nos hará
Morgana si se entera que mataste a su hijo?
- Entonces la
mataré a ella también.
- ¡¡Basta Fukushu!!!
- dijo ella en medio de un intenso llanto -, basta de fingir como si no te
importara, aún cuando haya acabado todo y te vayas a tu país. Te irás con tus
manos manchadas de sangre, porque contribuiste a este ciclo de violencia que
nunca termina, por favor, deja que el tiempo sane las heridas que hemos
sufrido; sólo así algún día habrá paz, aquella paz que le arrebataste a Morgan
cuando lo usaste al principio, como un instrumento de la venganza del
emperador.
Lo que dijo causó que mirara nuevamente al lugar donde yacía
Morgan, con su novia llorando inconsolable sobre su cadáver.
- Sé que tal vez
el ciclo de violencia continúe, pero si Mordred ha de morir, que no sea por tu
mano; deja que otro lo haga, porque esa no es la manera que yo te quiero
recordar. En medio de esta locura, he perdido a mi madre y mi padre, a mucha
gente que yo amaba y ahora a mi amigo Morgan, ¡¡no es justo!!, snif, snif!!!
- Esta bien, no
mataré a Mordred, pero sólo porque tú me lo pediste.
La muchacha no podía creer lo que oía, tampoco que hubiera podido
convencer a aquel asesino de sangre fría cuyo trabajo aún no entendía. Sus
pupilas se levantaron hacia arriba exhibiendo una mirada de sorpresa.
- ¿En serio no lo
harás, qué le dirás a tu emperador?
- Eso es lo de
menos, él de todas formas no confía en mí como tampoco muchos de allá, la gente
considera poco honorable lo que yo hago y por eso tienen en mejor estima a los
samurai. Eso no significa que no espere que su orden no se cumpla, por eso le
voy a robar a Mordred su espada original con su sangre vertida sobre él, así el
emperador creerá que lo asesiné. Lo malo es que es una misión demasiado
delicada, ¿te gustaría ayudarme en eso?
A la chica se le
abrieron más los ojos.
- ¡¡Sí, por
supuesto!!
Con mucho entusiasmo la joven siguió a Fukushu a donde él iba, para
asistirlo en su última acción en tierras británicas, algo que finalmente luego
de muchas peripecias, que hacían ver a esa empresa como imposible lo lograron.
En los días siguientes a la batalla de Vinoconium, las tropas británicas
continuaron su persecución a las derrotadas tropas francas. Como eran
demasiados como para capturarlos a todos, por eso dejaron que la mayoría
escaparan en sus naves incluyendo a Childerico, su rey.
Arturo había logrado reunir para
la batalla solamente cinco mil tropas, de las que llegó a perder más de dos
mil. Las bajas de los francos superaban las cinco mil unidades de los diez mil
que eran antes, todo sin incluir equipo, caballos, además de desaparecidos.
Finalmente, el rey Arturo realizo una audiencia a campo abierto, para
dictarle sentencia a los prisioneros francos, tanto hombres y mujeres, éstas
últimas, que eran sus acompañantes en el campamento para realizar todo tipo de
labores, sin contar el personal médico, a quienes se incluía en el grupo de los
hombres. El propio rey dictó el veredicto, leyendo un pergamino, luego de
haberse levantado de su silla, con Ginebra al lado suyo.
- Aquellos francos
a los que se les haya comprobado crímenes de guerra, serán condenados a las
mazmorras; los hombres que no estén implicados tienen dos opciones, pueden
elegir vivir entre nosotros con el derecho de alistarse a nuestro ejército o
volver al reino franco. En este caso se les garantizara paso seguro por los
caminos de Gran Bretaña hasta llegar a los puertos, de donde serán
transportados al otro lado del estrecho a su reino. El mismo trato se
dispensara a aquellas mujeres presentes en el campo de batalla, si se les llega
a comprobar su complicidad o no en los crímenes.
Arturo se apoyó en una mesita que estaba al lado suyo, para estampar el
sello real y su firma.
- El edicto ha
sido ratificado, esta audiencia ha terminado.
La multitud abandono el lugar, siendo vigilados por soldados del rey,
quienes se encargaban de mantener el orden.
Fukushu siguió al rey y su comitiva hasta su fortaleza, quienes le
brindaron asistencia para su viaje de regreso; en medio de todo esto le llamó
la atención una extraña acción del rey. Había ordenado que todas las katanas
usadas durante la batalla fueran guardadas por sus pajes en un profundo sótano
por lo que el nipón, quien estaba al lado del monarca cuando dirigía la acción,
preguntó lo siguiente.
- Esas espadas
fueron fabricadas de manera intensa por sus herreros, ahora va a guardarlas
para siempre, ¿qué planea?
- No digo para
siempre, las guardaré para cuando tenga amenazas mayores.
- ¿Que no entiende
el potencial de esta arma?
- Por supuesto que
la entiendo, con su filo se perforaron cientos de armaduras de mis caballeros
muriendo con heridas muy grotescas.Eso no solamente la hace un arma poco
honorable, sino que es demasiado poderosa; no podría tener mi conciencia
tranquila con la masacre que se daría en mi reino por culpa de esas espadas.
- Oí que a
Agravaine lo atraparon vivo, ¿no piensa ejecutarlo por traición?
- Debería, pero su
prestigio de conquistador de las tierras el norte lo preceden, es por eso que
se le hará un juicio justo por mucho que Gawain y los otros hijos del rey Lot
me lo reclamen; ellos fueron los que decidieron capturarlo con vida. Si querían
matarlo indiscriminadamente, ese hubiera sido un buen momento.
- Majestad, ya
debo partir.
Al rey le llamó la atención el mango de una espada que Fukushu llevaba a
su espalda.
- ¿No es esa la
espada original de Sir Mordred?
- Lo es
- ¿Cómo la
obtuviste?
- Los ninja nunca
revelamos nuestro secreto.
- Bueno, lo que tú
digas, ahora puedes retirarte. Algunos de mis caballeros te escoltarán al
puerto de Londres, allí te espera un barco bien equipado de marinos expertos,
que te llevaran hasta Egipto, allí tú seguirás tu camino.
- Gracias
majestad, ha sido un placer conocerlo.
El inmenso hombre le dio un colosal abrazo que hizo que los delicados
huesos del guerrero se traquearan. Era la primera vez en toda su aventura que
sentía toda la fuerza de la que era capaz Arturo; sin duda lo hubiera matado de
un solo golpe si hubiese tenido la oportunidad y lo hubiese provocado.
- El placer es
mío, ¡¡uuuufff!!!!
Cuando Fukushu se retiraba cabalgando por el viejo camino romano que
comenzaba desde la fortaleza de Arturo escoltado por caballeros de rango menor,
era observado en la distancia por Cinnia y Elvia. Ahora era Cinnia quien estaba
triste.
-Hombres, siempre
son o demasiado impetuosos o creen seguir un ideal superior, pero al menos tu
Fukushu me parecía tierno. Por eso me sorprende que lo dejes ir de esa forma.
- Snif, snif,
snif, sí, es que no me dio opción. Él me dijo que su vida estaba en constante
peligro, que su trabajo no le permitía ni un momento de descanso, por eso
despertar al día siguiente dependía de tener sus espadas debajo de su almohada
como si esperara que lo asesinaran. Snif, snif, él duda mucho que pueda tener
una vida de hombre normal, por eso no le preocupa..., snif, la vejez, como
tampoco cree que me pueda dar la vida que yo quiero al lado de él, que sería
muy peligroso para mí, snif!!!
La joven cayó de rodillas en el suelo llevándose sus manos a su
lagrimosa cara.
- ¿Y vas a dejarte
vencer así?
- ¿Qué quieres
decir?
- Cinnia, siempre
has sido la cortesana más fuerte y ágil de la corte, si añadimos audaz no hay
nada comparable; aún así lo has dejado ir sin más. Por lo que me has contado de
ese hombre es muy probable que no lo vuelvas a ver, asumiendo que eso suceda
antes de que él cambie de parecer.
- ¿Qué sugieres
tú?
- Que sigas tu
corazón, ya sabes lo que hay que hacer. Yo al menos tuve la dicha de ver morir
a Morgan, ¿la tendrás tú con él?
Mientras Elvia se retiraba a la fortaleza, Cinnia se quitó las manos de
su rostro aún cubierto de lágrimas y miro al horizonte; allá donde la caravana
que guiaba a Fukushu a Londres se veía cada vez más diminuta a medida que se
alejaba.
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