Capítulo 14
Duelo
épico de espadas legendarias
La batalla entre Merlín y Morgana se estaba decidiendo lenta y
gradualmente al primero, pues era evidente la superioridad de Merlín tanto en
el combate como la magia. Sin embargo, cada vez que se acercaba a la huidiza
Morgana, esta contraatacaba con toda su
furia, como si de verdad tuviera fuerzas para revertir la suerte a su favor,
presionando a Merlín a usar sus mejores recursos. Cuando esto sucedía Merlín
hacia lo imposible para que el cuerpo de ella no cayera en el campo de batalla,
no quería causar daños colaterales que afectaran a los combatientes allá abajo
ni causar un accidente que inclinara la balanza de la batalla para uno u otro
bando de manera fortuita; pero hacer eso era tarea difícil dado a la feroz
resistencia de ella, lo que obligaba a Merlín a atacarla en el momento y lugar
precisos para causar el menor daño posible, antes de decidir darle alcance. Lo
peor de todo es que no siempre lograba el cometido esperado.
- ¡¡No huyas
Morgana, este duelo no ha terminado!!
- ¿Yo huir?, jajaja,
viejo decrépito, que yo huya de ti no me hace más cobarde.
Y Morgana descendió en picado a toda velocidad para lanzarle fuego a las
fuerzas de Arturo. Merlín sabía que no podría evitar causar bajas colaterales a
los guerreros de abajo si la atacaba en esa altitud, así que se le ocurrió una
idea. Voló en picado hacia donde estaba Morgana para embestirla y llevarla
hacia arriba.
Cuando ataco a Morgana, esta esparció con sus garras un polvo mágico que
congelo a Merlín en el aire. Ella aprovechó esto para darle una paliza brutal,
hasta que él estalló como una supernova. Morgana quedó tan aturdida que
nuevamente estaba cayendo desde esa gran altura hacia el suelo. Merlín sabía
gracias a su dominio de la astronomía y la astrología (ramas que en su tiempo
pocos dominaban) que si un cuerpo caía al suelo no iba a dar en la misma
dirección desde donde cayó a causa del movimiento de rotación de la tierra, lo
que iba a causar que la dragona roja cayera peligrosamente hacia donde luchaban
Arturo y Mordred. Merlín voló en picada para embestirla nuevamente, esta vez a
otra dirección; él observó que la mole ahora iba en dirección hacia donde
peleaban Fukushu y Hinoi. Intento descender lo más que pudo para sacarla fuera
del campo de batalla, pero sabía que no le daría alcance.
El duelo entre Fukushu y su antiguo maestro continuaba igual de feroz,
pareciendo que las acciones iban a estar muy parejas; hasta que Hinoi aprovecho
un error de unos cuantos segundos de su ex - pupilo, se impulsó hacia arriba
con su pierna izquierda con la rodilla derecha contraída y elevada; dando
origen a un rodillazo volador, que golpeó fuertemente la mandíbula de Fukushu,
desarmándolo instantáneamente. El golpe fue tal, que por casi minuto y medio,
Fukushu se había elevado en el aire, seguidamente tratando de amortiguar la
caída, dando piruetas hacia atrás con los brazos agarrando la rodilla, la cabeza
pegada a estas; intentaba caer parado, pero no salió como esperaba, porque
aunque logró amortiguarla con sus antebrazos doblados, quedó recostado en el
suelo, bocarriba mientras observaba como Hinoi iba aterrizando hacia él, con
sus espadas listas para aniquilarlo.
Luego de haberle propinado el rodillazo volador en el aire, Hinoi llevó
sus antebrazos al pecho, con las espadas cruzadas a ambos lados; acto seguido,
dobló las rodillas para ponerlas contra sus antebrazos, para realizar giros en
el aire de manera vertical, del mismo modo que Fukushu, hacia atrás. Su ex -
pupilo se iba a caer en el suelo segundos antes que él, de manera que se
preparó para aterrizar girando para caer de pie, con sus armas a ambos costados
en posición amenazante.
Ese hubiera sido el fin de Fukushu, de no ser que en ese momento la
dragona Morgana había sido impactada por una fuerte acometida del dragón
Merlín, siendo lanzada contra Hinoi y Fukushu. Fukushu la esquivó, realizando
piruetas hacia atrás antes de que la dragona lo aplastara, en tanto Hinoi, dio
una patada en el aire contra el cuerpo del dragón, esperando que la fuerza del
impacto lo pusiera a distancia del dragón; parecía que iba a dar resultado, ya
que el viejo ninja había quedado a decenas de metros de distancia de donde casi
aplastaba a Fukushu, pero la bestia reboto, haciendo temblar el suelo y
arrasando con lo que había a su paso. Cayó donde estaba Hinoi, quien no
tuvo tiempo de reaccionar; luego de esto, la dragona levantó vuelo para seguir
peleando contra Merlín. Dejo a Hinoi con el cuerpo aplastado como una caricatura
de ser humano; sus dos únicos órganos que todavía le funcionaban eran la cabeza
y el brazo izquierdo.
Después de haber caído parado, Fukushu avanzó unos metros llegando a
recuperar su katana. Miro a su alrededor el caótico campo de batalla hasta que
divisó a Hinoi. El ninja avanzó hacia él bastante triste por contemplarlo así,
ya que lo recordaba como el gran guerrero que fue. Por su parte, Hinoi trataba
de ocultar su dolor, que de todos modos era visible en su rostro. Fukushu se
arrodilló a un costado de él para mirarlo a los ojos sin llegar a desviar la
atención de ellos en ningún momento.
- ¿Maestro, estás
bien?
Hinoi sólo se limitó a mirarlo con ojos de furia.
- Veo que todavía
te dejas llevar por la compasión, es increíble que hayas llegado a ser mi mejor
estudiante.
Fukushu hizo lo posible por contener las lágrimas, sabía que a su
maestro eso le molestaba.
- Maestro, tú fuiste
la gran inspiración, no hubiera llegado a ser lo que soy ahora de no ser por ti.
La única razón que estoy aquí postrado tan cerca es para poder despedirme.
La respuesta que recibió de Hinoi fue un gesto de indignación en su
rostro, como si lo estuviera reprobando.
Fukushu tampoco había reparado, que su maestro tenía la mano izquierda
muy cerca de una de sus ninjatos, o espadas pequeñas con la que anteriormente
trató de matar a su ex- discípulo; él acercaba muy lentamente su mano hacia
ella para que el otro no lo notara.
- Bah, no me
vengas con tu lástima, Fukushu, que es lo último que quiero ver. ¿Quieres ser
un verdadero ninja?, te voy a dar una última prueba, quítame la vida!
- ¡¡No!!
- El filo de tu
katana, puede cortar mi cabeza con apenas tocar mi cuello, no me va a doler,
más me duele tu lástima.
De los ojos de Fukushu, salieron unas pequeñas lágrimas que cayeron en
el cuerpo de su maestro; sus ojos estaban vidriosos ya que no era posible
acallar su dolor.
- Esto no tiene
que ser así...
- ¿Que no te he
enseñado a obedecer sin cuestionar?
Allí fue cuando Fukushu aferró sus fuertes manos en el mango de su
katana levantándola hacia el cielo, quedando en posición para la estocada
final. Su ex - maestro ya tenía su mano sobre el mango de la ninjato y estaba a
punto de agarrarla con firmeza para asesinar a su ex - discípulo.
Entre lágrimas en los ojos, Fukushu pronunció las siguientes palabras.
- Adiós maestro.
El filo de su katana cayó implacable sobre el cuello del moribundo en el
mismo momento en que éste había puesto su mano en su pequeña espada, con la que
estuvo a punto de asesinarlo. Pocos mili segundos antes, Hinoi tenía
una sonrisa en su rostro; murió sabiendo que su ex - discípulo le dio la muerte
que tanto deseaba, además que había forjado en él a un verdadero guerrero.
El nipón se levantó del suelo, teniendo a sus pies el cadáver de lo que
antes era su mentor. Lo observo por última vez, viendo que además de estar
decapitado, tenía la mano izquierda, la única que aún le funcionaba, aferrada
fuertemente en su ninjato como si no hubiera muerto. Sólo entonces comprendió
lo cerca que estuvo de morir.
Desde aquel día, Fukushu decidió que no lloraría por nadie más, el
cuenco de sus lágrimas se había vaciado en Vinoconium para no volver a llenarse
jamás. Ahora entendía lo que ni siquiera su maestro fue capaz de enseñarle, que
aunque siempre sería ninja, se debía a algo más que al honor o el servicio a su
emperador; era a su país el Japón, a quien debía proteger y servir; tierra de
guerreros poderosos y filósofos sabios; donde él nació y a donde esperaba
regresar. Ni siquiera Cinnia, a quien amaba en secreto, podría cambiar esa
convicción.
- Maestro, tú en
realidad no has muerto, tu mano todavía está aferrada a tu espada porque estás
vigilante a que cumpla mi deber. Lo haré sin pestañear.
Avanzó sigilosamente en medio de aquel caos matando a los que se
interponían en su camino además de evadir los grupos numerosos. Al llegar cerca
de donde estaba Mordred, vio que nuevamente estaba en duelo singular con Arturo
quedando muy cerca el uno del otro, lo que dificultaba cualquier acción y más
aún, porque el combate era más encarnizado que la última vez que se vieron.
- Vamos rey, ahora
de usted depende el éxito de mi misión - pensó Fukushu en voz alta.
Justo antes de que llegara a decidirse por cualquier acción lo atacaron
los reservistas francos, causándole grandes dificultades a Fukushu. Viéndose
nuevamente rodeado de infantería pesada, él se defendió como pudo.
En el duelo entre Arturo y Mordred, ambos hacían gala de sus dotes de
esgrima y la magia de sus espadas, pese a que estaban forrados en pesada
armadura. Del filo de la katana de Mordred emanaba fuego, mientras que la
Excalibur de Arturo un frío intenso, lo que la hacía parecer una espada de
hielo.
Ambos
se miraban con furia, con un Mordred desafiante sin quitar los ojos de los de
su rival más alto, quien tampoco se dejaba intimidar por su osadía.
- Se acabó
Mordred, tus sueños de reinado no pasarán de esta pelea.
- Ah sí, eso dices
tú, aunque me impresionas con tu esgrima, veo que el ninja te entrenó muy bien.
- ¿De qué estás
hablando?
- ¿Oh no te lo
dijo?, no me extraña, mi mentor también es un ninja y sé que no puedo confiar
en él.
- Si estás
hablando del japonés que vino a mi corte con él lidiaré luego, pero primero
acabaré contigo.
- Me humillaste una
vez, no te daré la gracia de que vivas para hacerlo de nuevo.
Más atrás, lo que quedaba del flanco de caballería de Sir Lionel, se
encontró con los restos del flanco de Sir Gawain. Entablaron los dos una
conversación con los demás caballeros presentes observando.
- Estos son los
pocos guerreros que he logrado reagrupar, Sir Logan, Sir Keith, Sir Bragan, Sir
Tristán, Sir Bedivere...
- Yo también pasé
un montón de trabajo reagrupando Lionel, aquí están conmigo Sir Ladinas, Sir
Hector, Sir Macbeth, Sir Dinant..., aún faltan más.
- Es cierto, lo
malo es que apenas queda tiempo, ni siquiera sabemos quién está ganando la
batalla. De lo único que estoy seguro es que la caballería franca ya no es una
amenaza, muchos se fueron en desbandada y el resto que quedó. Aunque siguen
peleando con bravura, están demasiado dispersos como para hacernos frente.
Aprovechemos el poco tiempo que nos brinda esta confusión para reencontrar a
algunos de los otros caballeros y así poder ata....
Las palabras de Sir Lionel fueron interrumpidas por el paso de los
dragones que estaban volando por arriba de ellos. Aún continuaban su colosal
combate.
- Mejor ataquemos
con lo que tenemos, el resto de la mesa redonda y la infantería sabrá qué hacer
en estos casos; pelearan con valor.
- Miren al fondo!!
- señaló Sir Tristán, son Arturo y Mordred, pareciera que sacan chispas de sus
espadas!!!
- Espero que
Arturo venza a Mordred - añadió Sir Gawain -, pero tampoco quiero que la
batalla dependa del resultado de ese duelo ni de lo que hagan esas dos bestias
allá arriba, manos a la obra!!
Arturo combatía con su Excalibur y su escudo, en cambio Mordred sostenía
la katana Ryu con sus dos manos.
- Mordred, ¿cómo
es que no usas tu escudo?
- ¡Ja!, mis
habilidades de combate son superiores a las tuyas, no podrás vencer.
Mordred era el más rápido con la espada, lo que hacía que Arturo
estuviera casi siempre manteniendo una defensa muy cerrada. Pero cada vez que
realizaba un lance oportuno con su Excalibur, Arturo obligaba a Mordred a hacer
uso de sus mejores reflejos.
- ¿Qué te parece
padre, si peleamos un poco en el hielo?
Y Mordred movió su katana en el aire, transportándose él y su padre a
algún lugar del mundo donde había una fuerte nevada; allí siguieron peleando.
Pese a que sentían mucho frío, parecía que ambos tenían cierta protección
contra las inclemencias del clima.
- Recuerda
Mordred, el poder de las espadas nos protege contra las inclemencias del
tiempo.
- Pero no puedes
negar que hace mucho frío.
Seguidamente Mordred trató de usar su velocidad para darle una estocada
de gracia a Arturo en la cabeza, siendo su trayectoria calculada por éste; el
rey se movió casi simultáneamente
siguiendo la trayectoria curvada con el filo hacia arriba de la Ryu, lo que
dejó el costado izquierdo de Mordred expuesto. Eso lo aprovechó Arturo para
cortarle de tajo en el cuello, aún siendo más lento que su rival.
Aunque Mordred soltó un grito de dolor, la herida se sanó al instante.
- ¿Creíste que te
sería tan fácil matarme?, ésta espada tiene casi los mismos poderes que la
tuya, hace que el portador sane sus heridas en el combate; de todos modos no
has visto nada.
- Te crees muy diestro
porque tienes una espada muchacho pero te lo advierto, esta pelea aún no ha
terminado.
El viento nevado seguía soplando muy fuertemente en dirección a Arturo,
cosa que era aprovechada por Mordred, que lo estaba haciendo retroceder hasta
un precipicio justo detrás de él.
- ¡¡Adiós, padre!!
Apasionante relato. Realmente he vivido las luchas por ti relatadas. Un solo consejo de viejo bloguero, Internet es el mundo de la velocidad y cuando pones relatos muy largos no te los leen. Es una pena porque lo tuyo es muy bueno y no me gustaría que alguien se lo perdiera. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias don Colonna, lo tomare en cuenta
Eliminar¡Sííííííííííííííí! ¡La pelea entre Fukushu y Hinoi estuvo genial! ¡Ahora hay que ver como termina el combate entre Mordred y Arturo! ¡Saludos!
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