miércoles, 16 de octubre de 2013

Un ninja en la corte del rey Arturo (capítulo 14)



Capítulo 14
            Duelo épico de espadas legendarias

La batalla entre Merlín y Morgana se estaba decidiendo lenta y gradualmente al primero, pues era evidente la superioridad de Merlín tanto en el combate como la magia. Sin embargo, cada vez que se acercaba a la huidiza Morgana, esta  contraatacaba con toda su furia, como si de verdad tuviera fuerzas para revertir la suerte a su favor, presionando a Merlín a usar sus mejores recursos. Cuando esto sucedía Merlín hacia lo imposible para que el cuerpo de ella no cayera en el campo de batalla, no quería causar daños colaterales que afectaran a los combatientes allá abajo ni causar un accidente que inclinara la balanza de la batalla para uno u otro bando de manera fortuita; pero hacer eso era tarea difícil dado a la feroz resistencia de ella, lo que obligaba a Merlín a atacarla en el momento y lugar precisos para causar el menor daño posible, antes de decidir darle alcance. Lo peor de todo es que no siempre lograba el cometido esperado.

- ¡¡No huyas Morgana, este duelo no ha terminado!!

- ¿Yo huir?, jajaja, viejo decrépito, que yo huya de ti no me hace más cobarde.

Y Morgana descendió en picado a toda velocidad para lanzarle fuego a las fuerzas de Arturo. Merlín sabía que no podría evitar causar bajas colaterales a los guerreros de abajo si la atacaba en esa altitud, así que se le ocurrió una idea. Voló en picado hacia donde estaba Morgana para embestirla y llevarla hacia arriba. 

Cuando ataco a Morgana, esta esparció con sus garras un polvo mágico que congelo a Merlín en el aire. Ella aprovechó esto para darle una paliza brutal, hasta que él estalló como una supernova. Morgana quedó tan aturdida que nuevamente estaba cayendo desde esa gran altura hacia el suelo. Merlín sabía gracias a su dominio de la astronomía y la astrología (ramas que en su tiempo pocos dominaban) que si un cuerpo caía al suelo no iba a dar en la misma dirección desde donde cayó a causa del movimiento de rotación de la tierra, lo que iba a causar que la dragona roja cayera peligrosamente hacia donde luchaban Arturo y Mordred. Merlín voló en picada para embestirla nuevamente, esta vez a otra dirección; él observó que la mole ahora iba en dirección hacia donde peleaban Fukushu y Hinoi. Intento descender lo más que pudo para sacarla fuera del campo de batalla, pero sabía que no le daría alcance.

El duelo entre Fukushu y su antiguo maestro continuaba igual de feroz, pareciendo que las acciones iban a estar muy parejas; hasta que Hinoi aprovecho un error de unos cuantos segundos de su ex - pupilo, se impulsó hacia arriba con su pierna izquierda con la rodilla derecha contraída y elevada; dando origen a un rodillazo volador, que golpeó fuertemente la mandíbula de Fukushu, desarmándolo instantáneamente. El golpe fue tal, que por casi minuto y medio, Fukushu se había elevado en el aire, seguidamente tratando de amortiguar la caída, dando piruetas hacia atrás con los brazos agarrando la rodilla, la cabeza pegada a estas; intentaba caer parado, pero no salió como esperaba, porque aunque logró amortiguarla con sus antebrazos doblados, quedó recostado en el suelo, bocarriba mientras observaba como Hinoi iba aterrizando hacia él, con sus espadas listas para aniquilarlo.

Luego de haberle propinado el rodillazo volador en el aire, Hinoi llevó sus antebrazos al pecho, con las espadas cruzadas a ambos lados; acto seguido, dobló las rodillas para ponerlas contra sus antebrazos, para realizar giros en el aire de manera vertical, del mismo modo que Fukushu, hacia atrás. Su ex - pupilo se iba a caer en el suelo segundos antes que él, de manera que se preparó para aterrizar girando para caer de pie, con sus armas a ambos costados en posición amenazante.

Ese hubiera sido el fin de Fukushu, de no ser que en ese momento la dragona Morgana había sido impactada por una fuerte acometida del dragón Merlín, siendo lanzada contra Hinoi y Fukushu. Fukushu la esquivó, realizando piruetas hacia atrás antes de que la dragona lo aplastara, en tanto Hinoi, dio una patada en el aire contra el cuerpo del dragón, esperando que la fuerza del impacto lo pusiera a distancia del dragón; parecía que iba a dar resultado, ya que el viejo ninja había quedado a decenas de metros de distancia de donde casi aplastaba a Fukushu, pero la bestia reboto, haciendo temblar el suelo y arrasando con lo que  había a su paso. Cayó donde estaba Hinoi, quien no tuvo tiempo de reaccionar; luego de esto, la dragona levantó vuelo para seguir peleando contra Merlín. Dejo a Hinoi con el cuerpo aplastado como una caricatura de ser humano; sus dos únicos órganos que todavía le funcionaban eran la cabeza y el brazo izquierdo.

Después de haber caído parado, Fukushu avanzó unos metros llegando a recuperar su katana. Miro a su alrededor el caótico campo de batalla hasta que divisó a Hinoi. El ninja avanzó hacia él bastante triste por contemplarlo así, ya que lo recordaba como el gran guerrero que fue. Por su parte, Hinoi trataba de ocultar su dolor, que de todos modos era visible en su rostro. Fukushu se arrodilló a un costado de él para mirarlo a los ojos sin llegar a desviar la atención de ellos en ningún momento.

- ¿Maestro, estás bien?

Hinoi sólo se limitó a mirarlo con ojos de furia.

- Veo que todavía te dejas llevar por la compasión, es increíble que hayas llegado a ser mi mejor estudiante.

Fukushu hizo lo posible por contener las lágrimas, sabía que a su maestro eso le molestaba.

- Maestro, tú fuiste la gran inspiración, no hubiera llegado a ser lo que soy ahora de no ser por ti. La única razón que estoy aquí postrado tan cerca es para poder despedirme.

La respuesta que recibió de Hinoi fue un gesto de indignación en su rostro, como si lo estuviera reprobando. 

Fukushu tampoco había reparado, que su maestro tenía la mano izquierda muy cerca de una de sus ninjatos, o espadas pequeñas con la que anteriormente trató de matar a su ex- discípulo; él acercaba muy lentamente su mano hacia ella para que el otro no lo notara.

- Bah, no me vengas con tu lástima, Fukushu, que es lo último que quiero ver. ¿Quieres ser un verdadero ninja?, te voy a dar una última prueba, quítame la vida!

- ¡¡No!!

- El filo de tu katana, puede cortar mi cabeza con apenas tocar mi cuello, no me va a doler, más me duele tu lástima.

De los ojos de Fukushu, salieron unas pequeñas lágrimas que cayeron en el cuerpo de su maestro; sus ojos estaban vidriosos ya que no era posible acallar su dolor.

- Esto no tiene que ser así...

- ¿Que no te he enseñado a obedecer sin cuestionar?

Allí fue cuando Fukushu aferró sus fuertes manos en el mango de su katana levantándola hacia el cielo, quedando en posición para la estocada final. Su ex - maestro ya tenía su mano sobre el mango de la ninjato y estaba a punto de agarrarla con firmeza para asesinar a su ex - discípulo.

Entre lágrimas en los ojos, Fukushu pronunció las siguientes palabras.
- Adiós maestro.

El filo de su katana cayó implacable sobre el cuello del moribundo en el mismo momento en que éste había puesto su mano en su pequeña espada, con la que estuvo a punto de asesinarlo. Pocos mili segundos antes, Hinoi tenía una sonrisa en su rostro; murió sabiendo que su ex - discípulo le dio la muerte que tanto deseaba, además que había forjado en él a un verdadero guerrero.

El nipón se levantó del suelo, teniendo a sus pies el cadáver de lo que antes era su mentor. Lo observo por última vez, viendo que además de estar decapitado, tenía la mano izquierda, la única que aún le funcionaba, aferrada fuertemente en su ninjato como si no hubiera muerto. Sólo entonces comprendió lo cerca que estuvo de morir. 

Desde aquel día, Fukushu decidió que no lloraría por nadie más, el cuenco de sus lágrimas se había vaciado en Vinoconium para no volver a llenarse jamás. Ahora entendía lo que ni siquiera su maestro fue capaz de enseñarle, que aunque siempre sería ninja, se debía a algo más que al honor o el servicio a su emperador; era a su país el Japón, a quien debía proteger y servir; tierra de guerreros poderosos y filósofos  sabios; donde él nació y a donde esperaba regresar. Ni siquiera Cinnia, a quien amaba en secreto, podría cambiar esa convicción.

- Maestro, tú en realidad no has muerto, tu mano todavía está aferrada a tu espada porque estás vigilante a que cumpla mi deber. Lo haré sin pestañear.

Avanzó sigilosamente en medio de aquel caos matando a los que se interponían en su camino además de evadir los grupos numerosos. Al llegar cerca de donde estaba Mordred, vio que nuevamente estaba en duelo singular con Arturo quedando muy cerca el uno del otro, lo que dificultaba cualquier acción y más aún, porque el combate era más encarnizado que la última vez que se vieron.

- Vamos rey, ahora de usted depende el éxito de mi misión - pensó Fukushu en voz alta.

Justo antes de que llegara a decidirse por cualquier acción lo atacaron los reservistas francos, causándole grandes dificultades a Fukushu. Viéndose nuevamente rodeado de infantería pesada, él se defendió como pudo.

En el duelo entre Arturo y Mordred, ambos hacían gala de sus dotes de esgrima y la magia de sus espadas, pese a que estaban forrados en pesada armadura. Del filo de la katana de Mordred emanaba fuego, mientras que la Excalibur de Arturo un frío intenso, lo que la hacía parecer una espada de hielo.

            Ambos se miraban con furia, con un Mordred desafiante sin quitar los ojos de los de su rival más alto, quien tampoco se dejaba intimidar por su osadía.

- Se acabó Mordred, tus sueños de reinado no pasarán de esta pelea.

- Ah sí, eso dices tú, aunque me impresionas con tu esgrima, veo que el ninja te entrenó muy bien.

- ¿De qué estás hablando?

- ¿Oh no te lo dijo?, no me extraña, mi mentor también es un ninja y sé que no puedo confiar en él.

- Si estás hablando del japonés que vino a mi corte con él lidiaré luego, pero primero acabaré contigo.

- Me humillaste una vez, no te daré la gracia de que vivas para hacerlo de nuevo.

Más atrás, lo que quedaba del flanco de caballería de Sir Lionel, se encontró con los restos del flanco de Sir Gawain. Entablaron los dos una conversación con los demás caballeros presentes observando.

- Estos son los pocos guerreros que he logrado reagrupar, Sir Logan, Sir Keith, Sir Bragan, Sir Tristán, Sir Bedivere...

- Yo también pasé un montón de trabajo reagrupando Lionel, aquí están conmigo Sir Ladinas, Sir Hector, Sir Macbeth, Sir Dinant..., aún faltan más.

- Es cierto, lo malo es que apenas queda tiempo, ni siquiera sabemos quién está ganando la batalla. De lo único que estoy seguro es que la caballería franca ya no es una amenaza, muchos se fueron en desbandada y el resto que quedó. Aunque siguen peleando con bravura, están demasiado dispersos como para hacernos frente. Aprovechemos el poco tiempo que nos brinda esta confusión para reencontrar a algunos de los otros caballeros y así poder ata....

Las palabras de Sir Lionel fueron interrumpidas por el paso de los dragones que estaban volando por arriba de ellos. Aún continuaban su colosal combate.

- Mejor ataquemos con lo que tenemos, el resto de la mesa redonda y la infantería sabrá qué hacer en estos casos; pelearan con valor.

- Miren al fondo!! - señaló Sir Tristán, son Arturo y Mordred, pareciera que sacan chispas de sus espadas!!!

- Espero que Arturo venza a Mordred - añadió Sir Gawain -, pero tampoco quiero que la batalla dependa del resultado de ese duelo ni de lo que hagan esas dos bestias allá arriba, manos a la obra!!

Arturo combatía con su Excalibur y su escudo, en cambio Mordred sostenía la katana Ryu con sus dos manos.

- Mordred, ¿cómo es que no usas tu escudo?

- ¡Ja!, mis habilidades de combate son superiores a las tuyas, no podrás vencer.

Mordred era el más rápido con la espada, lo que hacía que Arturo estuviera casi siempre manteniendo una defensa muy cerrada. Pero cada vez que realizaba un lance oportuno con su Excalibur, Arturo obligaba a Mordred a hacer uso de sus mejores reflejos.

- ¿Qué te parece padre, si peleamos un poco en el hielo?

Y Mordred movió su katana en el aire, transportándose él y su padre a algún lugar del mundo donde había una fuerte nevada; allí siguieron peleando. Pese a que sentían mucho frío, parecía que ambos tenían cierta protección contra las inclemencias del clima.

- Recuerda Mordred, el poder de las espadas nos protege contra las inclemencias del tiempo.

- Pero no puedes negar que hace mucho frío.

Seguidamente Mordred trató de usar su velocidad para darle una estocada de gracia a Arturo en la cabeza, siendo su trayectoria calculada por éste; el rey  se movió casi simultáneamente siguiendo la trayectoria curvada con el filo hacia arriba de la Ryu, lo que dejó el costado izquierdo de Mordred expuesto. Eso lo aprovechó Arturo para cortarle de tajo en el cuello, aún siendo más lento que su rival.

Aunque Mordred soltó un grito de dolor, la herida se sanó al instante.

- ¿Creíste que te sería tan fácil matarme?, ésta espada tiene casi los mismos poderes que la tuya, hace que el portador sane sus heridas en el combate; de todos modos no has visto nada.

- Te crees muy diestro porque tienes una espada muchacho pero te lo advierto, esta pelea aún no ha terminado.

El viento nevado seguía soplando muy fuertemente en dirección a Arturo, cosa que era aprovechada por Mordred, que lo estaba haciendo retroceder hasta un precipicio justo detrás de él.

- ¡¡Adiós, padre!!

Continuará...




3 comentarios:

  1. Apasionante relato. Realmente he vivido las luchas por ti relatadas. Un solo consejo de viejo bloguero, Internet es el mundo de la velocidad y cuando pones relatos muy largos no te los leen. Es una pena porque lo tuyo es muy bueno y no me gustaría que alguien se lo perdiera. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. ¡Sííííííííííííííí! ¡La pelea entre Fukushu y Hinoi estuvo genial! ¡Ahora hay que ver como termina el combate entre Mordred y Arturo! ¡Saludos!

    ResponderEliminar