Capítulo 1
La sombra del emperador
Se cuenta, que en el siglo V, el emperador Taira no Tensai, tuvo un problema que se le salió de las manos, por lo que pidió la ayuda de su mejor hombre, a quien esperaba pacientemente en su recámara de paredes de bordes de madera, con superficie de papel; inclinado en el caliente piso de madera, frente a una mesita de patas muy cortas, que apenas rebasaban sus rodillas y sus sirvientas sirviéndole té y platos de sushi.
- ¿Alguien sabe si
Fukushu se anunció en la entrada? - preguntó el emperador
- No señor, lo
único que se sabe es que en el mensaje ya anunció que estaría hoy aquí a esta
misma hora - respondió una de las hermosas geishas.
- Nunca se
sabe si confiar o no - expresó el emperador - pueden retirarse
- Sí su majestad -
respondieron a coro ellas mientras hacían el típico saludo japonés de
inclinar la cabeza levemente hacia abajo, con el cuerpo parado y ojos cerrados.
Súbitamente, algo negro con forma humana, cayó del techo, aterrizando de
pie para luego arrodillarse, justo después que el emperador había comido
un sushi con sus palitos. Vestía de negro, con la espada katana en su vaina
detrás de su espalda, el mango negro visible y su inconfundible máscara, que
sólo mostrada sus delicados ojos orientales, con esa expresión de concentración
extrema. Al rato se la quitó dejando al descubierto un juvenil rostro, de
facciones delicadas y bastante bien parecido.
- Fukushu, ¿por
qué no te anunciaste en la entrada?, si no te conociera, me hubieras dado un
gran susto.
- Perdón, oh hijo
del sol naciente, estaba revisando las defensas del palacio, mucha prisa no me
dejó pensar en ser más amable.
- Fukushu,
¿lograste la misión que te encomendé en Osaka?
- Aquí está el
informe - le entrega un pergamino bien grueso, escrito en japonés.
- Sabía que no me
fallarías.
- Emperador
Tensai, ¿a qué debo el honor de estar en su presencia?
- Como mi jefe de
espionaje, has estado estudiando a nuestros huéspedes, los caballeros
británicos que viven en el fin del mundo y que han estado dos años en mi corte.
- Sí, hasta
estudie su extraño idioma y siempre sospeche de sus misteriosas intenciones,
sobre todo de su líder, aquel al que llaman Mordred, ¿qué han hecho?
El emperador se
puso reflexivo por un momento, luego tomó su taza de té y dijo.
- Tú tenías razón,
esos bárbaros no querían nada bueno, acaban de robarse la espada Ryu.
- ¿No puede ser,
tan lejos han llegado?
La espada Ryu era una katana que según la leyenda, fue forjada por los
propios dioses para el emperador de Japón. Como arma resultó ser tan poderosa,
que hasta el propio emperador dejó de usarla, guardándola como reliquia
ceremonial y usada solamente en casos de emergencia extrema.
- Nos engañaron
desde el principio, primero vinieron en son de paz, decían ellos en nombre de
su rey bárbaro Arturo, trayendo ricos presentes, además de su cultura. Decían
querer aprender de nuestra rica civilización, para llevar ese conocimiento a su
bárbaro país, sólo ahora descubro sus verdaderos propósitos.
- Me hubiera
gustado estar aquí, de ser así esto no hubiera pasado, continúe.
- No te lamentes
tanto porque te ordené ir a Osaka, esa misión era muy importante, lo que
necesitas en este momento es conocer los pormenores del asunto. Prosigamos con
lo que ya sabemos, hace dos años Mordred y su séquito de caballeros a caballo
llegaron a nuestras tierras para imbuirse de nuestra milenaria cultura,
comprarnos especias y aprender nuestras efectivas técnicas de combate. En estos
dos años aprendieron nuestras costumbres, se alimentaron de nuestra comida,
aprendieron el idioma y fueron huéspedes de mi palacio; tal fue nuestra
gratitud, que le ofrecimos el máximo honor: lo llevamos al cuarto, donde se
encontraba la espada ceremonial Ryu, sobre un gran bloque de granito pulido y
sostenido en sus dos extremos por dos delicadas bases de madera curvadas.
- ¿Entonces qué
ocurrió?
- Mordred tomó a
mi pequeño hijo Kushiro, quien estaba cerca de él, puso su daga cerca del
cuello, mientras los otros bárbaros que lo acompañaban desenfundaron sus
ballestas hacia nosotros. Nos pidieron la espada, que al tomarla Mordred
se le hizo más que evidente su cara de delirio.
- Los dejamos
escapar hacia sus caballos, no antes de que Kushiro se le escapara a Mordred
gracias a una pequeña llave de jiu jitsu, aun así pudieron escapar. Tu
misión es recuperar esa espada y vengar la afrenta que nos hicieron.
- Siempre es un
honor servirte, emperador (inclina la cabeza)
Al ninja Fukushu el emperador Taira no Tensei le había encomendado la
peligrosa misión de evitar que Mordred escapara de Japón con la mágica espada
Ryu, sabía que de fallar el emperador podría prescindir de su vida pidiéndole
que se hiciera harakiri. Por eso tomó todas las medidas posibles, siendo una de
ellas distribuir órdenes precisas a sus ninja, que se disfrazaran de civiles y
utilizaran cometas para indicar en qué lugar se encontraba Mordred y su banda
de caballeros sin honor; fue así como pudieron dar con su posición.
- General
Tayiri, mis hombres acaban de divisar a la caballería de Mordred pasar por el
pueblo de Komatsu.
- Dile a mis
samurais que inicien la persecución
- Aún no -
respondió Fukushu - debe pasar obligatoria mente por el frondoso bosque de
Sendai, allí veremos cómo le va con nuestra emboscada.
- Eres muy
afortunado en gozar de la confianza del emperador, sino no te haría caso ninja.
- Tayiri, dejemos
nuestras diferencias samurai/ninja para otro momento, si yo fallo, el emperador
pedirá mi cabeza y tú no tendrás que tratar más conmigo.
- Pues espero que
así sea Fukushu.
Mordred y sus caballeros montados penetraron por el espeso bosque de
coníferas, en donde algunos de ellos fueron fulminados por dardos envenenados,
disparados con precisión hacia las partes de sus armaduras en donde las cotas
de malla eran más visibles, otros sucumbieron a las cuchillas de acero que les
lanzaron, girando sobre sí mismas formando círculos que les rebanaban sus
partes con armaduras y un grupo de ellos cayó al ser golpeados por troncos
colgantes que les tiraron. Nada de esto desanimaba a la más de la treintena de
hombres que le quedaban al osado caballero, que seguían su camino por el
accidentando bosque, cuando empezaron a caerles ninjas desde los árboles que
tumbaban a algunos de ellos y finalmente frente al propio Mordred aparecieron
en su camino, un escuadrón de ninjas que caían de las ramas de los árboles
aterrizando parados al suelo. Primero lanzaron algunos letales shurinken, que
tumbaron a tres, luego desenvainaron rápidamente sus katanas, listos para
arrasar con sus adversarios.
- Ustedes se
confían en su destreza, pero yo tengo la Ryu - alardeó Mordred en japonés.
Mordred lanzó en el aire la katana Ryu, que cortó un buen pedazo de un
árbol de pino, cayendo sobre el escuadrón de ninjas, después como un boomerang,
la espada regresó a su mano.
- Eso fue
fantástico
- Gracias
hermanito, ahora vámonos de aquí.
Saltaron con sus caballos el pedazo de pino que le había caído al
escuadrón de ninjas.
En la distancia, el samurai Tajiri y el ninja Fukushu llegaron a ver lo
que quedaba de las fuerzas de Mordred moverse hacia las colinas, luego de haber
pasado por el bosque Sendai.
- Sabía que tu
emboscada no funcionaría, la espada Ryu lo protege - dijo Tajiri
- Nunca creí que
lograría mi cometido tampoco, en realidad quería diezmar sus fuerzas para
facilitar tu trabajo.
Fukushu le hizo señal a sus hombres para que enviaran señales con sus
cometas a un grupo de samuráis de Tajiri, que se encontraban en una fortaleza
cercana, para comenzar la persecución. Salió todo un regimiento de bien armados
samurais a caballo, a todo galope, que al poco tiempo fueron alcanzados por
Fukushu, que iba en su propio caballo.
- ¡¡Capitán
Fukushu, cómo nos logró alcanzar tan rápido - expresó un sorprendido joven
samurai.
- Es que me
encanta la equitación.
Los samurái y el ninja se acercaron bastante a sus perseguidos, llegando
a una distancia de tiro desde la cual los samurái dispararon sus flechas en sus
caballos, sólo llegando a derribar a dos caballeros, pues todos eran diestros
jinetes. En ese ínterin, Fukushu habló con el jefe del regimiento, un samurái
con una llamativa armadura morada con negro.
- Es mejor si nos
acercamos, somos más veloces, así podremos tener mayores oportunidades de
quitarles la espada.
- Así será,
capitán Fukushu.
Los veloces guerreros se acercaron a la retaguardia enemiga, llegando a
derribar a cuanto bárbaro encontraron a su paso con sus superiores técnicas de combate,
igualmente lo hizo Fukushu, que pese a que no tenía armadura, lograba dar
golpes letales con el mango de su katana, a las partes más vulnerables del
cuerpo de ellos, dejando en el suelo a algunos de ellos.
- Mordred, nos
están derrotando
- No seas
pesimista Morgan, te mostraré un truco nuevo, mira
Sir Mordred alzó la katana hacia adelante con su brazo, como indicando
una dirección, lo que de algún modo causó que él y sus caballeros cabalgaran
mucho más rápido, dejando atrás a sus perseguidores. Sólo Fukushu estaba
pisándole los talones; pronto llegaron a un inmenso precipicio, que él y sus
demás compañeros pudieron saltar sin problemas, como si todos viajaran en un
mismo caballo. Al llegar los samuráis al borde del precipicio, decidieron
parar, era imposible continuar la persecución.
- ¡Es imposible,
mientras tenga esa katana, es poco lo que podamos hacer!!
- ¡Si tenemos que
morir en el intento, lo haremos con honor!, por cierto, ¿ese no es el caballo del
capitán Fukushu?
Aquel caballo tenía su silla de montar, pero no había jinete. Fukushu se
las había arreglado para estar sujeto debajo de los lomos de uno de los más
rezagados guerreros del grupo, estando ya del otro lado del precipicio.
Aprovechando una distracción de su rival, subió hasta arriba de la cabalgadura,
a espaldas del caballero, sujetándose hábilmente del caballo para levantar su
pierna por encima de él, que lo derribó de su montura.
Cuando
se terminó de montar en el caballo, se le acercó otro enemigo, que trató de
cortarlo con su espada, pero Fukushu sujeto a tiempo con ambos brazos, el brazo
de su adversario, para después darle unas sacudidas violentas, que causaron que
esa parte de su cuerpo se golpeara con la propia armadura que lo protegía; se
acercó en su otro costado uno de sus compañeros para auxiliarlo, lo que Fukushu
evitó al lanzarle un filoso shurinken a su cuello de cota de malla, matándolo y
luego echó al suelo al aturdido caballero a quien le sujeto el brazo. Sir
Morgan, que miró hacia atrás, le dijo a Sir Mordred.
- Hermano, ese
ninja acaba de derribar a Brian, Kevin y Hugh, debemos detenerlo!!!
- Él me está
buscando a mí, ustedes adelántense, yo me voy a rezagar, pero luego los
alcanzo.
- Espero que sepas
lo que estás haciendo.
Fukushu distinguió al caballero que tenía a la Ryu frenando su velocidad
hasta quedar cerca de él, mientras sus otros compañeros se alejaban. Sabía que
le quería combatir, más no podía desaprovechar aquel momento, debía recuperar
la espada sagrada. Se encontraron los dos frente a frente.
- Devuelve esa
espada, así salvarás tu honor y el de tu país.
- Je, je, mira
quién habla, ¿desde cuándo los ninjas hablan del honor?
- Tal vez no sea
un samurái, pero sirvo a mi emperador hasta la muerte.
- En ese caso,
toma la espada!!!
Mordred trató de cortar en dos al ninja, quien detuvo la hoja de la
katana, por los dos extremos, con la palma de sus manos, lo que originó un
frenético forcejeo. De repente, la hoja de la espada comenzó a generar un calor
intenso, hasta quedar con el mismo color que la primera vez que la forjaron,
quemando las manos del ninja, lo que causó que se quemaran sus manos y en
consecuencia, que cayera de la montura que le quitó a su anterior enemigo.
- Sayonara, tonto,
jajajajajaja,jajajajajajajjajajaaj - dijo Mordred mientras se alejaba por el
horizonte.
Pero el ninja, que todavía tenía orgullo, cogió una roca pequeña muy
sólida, lanzándola hacia Mordred, quien hábilmente la esquivó, pero que dió en
la cabeza de Sir Morgan, derribándole al instante.
- Lo siento
hermanito, no tengo tiempo para rescatarte, ¡¡¡ustedes síganme!!!!
Luego de su fracaso al tratar de capturar a Mordred y la espada Ryu,
Fukushu estaba postrado de cabeza con todo su cuerpo, en los aposentos del
emperador, justo frente a sus pies.
- Mi emperador, le
he fallado, puede tomar mi cabeza si lo desea.
Fukushu saca su
katana y con las palmas de sus quemadas manos, se la muestra al emperador.
El emperador toma la espada, mira de manera inexpresiva a Fukushu,
acerca el filo de su espada a la cabeza del inclinado ninja y dice.
- No Fukushu, te
perdono la vida, sé que la arriesgaste honorablemente al tratar de detener a
los bárbaros, pero esto estaba más allá de tu control.
El ninja levantó su cabeza con la mitad del cuerpo, dejando sus rodillas
en el suelo y exclamó
- Los dioses lo
sigan haciendo bienaventurado, mi honorable emperador.
- Fukushu, he oído
que trajiste unos prisioneros.
- Sí, los bárbaros
que pudimos capturar con vida.
- Ordenaré que los
interroguen, tal vez ellos sean la única pista de hacia dónde se dirige
Mordred.
- Son nuestra
última esperanza, mis ninja me han informado que los bárbaros tomaron por
asalto el puerto de Edo, para secuestrar un barco y tomar de rehén a su
tripulación. Agradezco una vez más su ayuda.
En ese instante entra un anciano alto, en buena forma física, con un
kimono llamativo que recordaba diversas constelaciones estelares, además de
dragones. Era Kijutsu, el hechicero real.
- Me hizo llamar
su majestad.
- Sí, necesito que
cures las manos de Fukushu.
- Muéstrame tus
manos.
El joven mostró sus malheridas manos, con cicatrices de primer grado,
después el hechicero puso sus manos sobre las de él, invocó unas palabras en
japonés y una luz blanca se pudo divisar en el espacio entre ambos pares de
manos. Fukushu al ver sus manos, vio que estaban completamente curadas.
- ¡¡Gracias,
honorable hijo del sol naciente!!!
- Descuida, las
necesitaras para tu siguiente misión.
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"Diez puntos"
ResponderEliminarMuchísimas gracias, espero que sigas disfrutando de los próximos capítulos
EliminarUn comienzo interesante y emocionante. Ya lo había leído antes, pero por una cosa o la otra no pude seguir leyendo el resto de los capítulos y me olvidé de lo que leí antes, je, je, je. Aunque ahora sí lo leeré en serio.
ResponderEliminarDesde el comienzo me intrigó la figura de Mordred. Según las leyendas artúricas será el verdugo de Arturo en la batalla de Camlann al tiempo que éste último le dará muerte también. ¿Es posible que Mordred robó la espada Ryu para entregársela al rey de Camelot o para asesinarlo con su poder y evitar morir en la batalla final? Voy a tener que seguir leyendo para responder mi pregunta. Je, je, je.
Comparto y saludos.
Saludos Nahuel y por cierto, comparte estas entradas, que me las arreglare para compartir las tuyas; sólo acortalas un poquito ¿plis?
EliminarUn gran placer entrar a este maravilloso mundo de la narrativa, donde música, ambientación y lenguaje me ofrecen un nuevo viaje. Gracias.
ResponderEliminarSigue así, por cierto, he oído rumores que ya quieren una segunda parte. No te puedo confirmar si esto sea cierto, pero escribir y trabajar en mi oficina es bien agotador.
EliminarHasta pronto y por cierto, estoy desarrollándo una grafinovela; se llama "Relámpago el caballo" y sus primeros capítulos están en mi blog por cuestiones de mercadeo, ya que no la he podido publicar. Ahora sí es un hasta pronto en serio.