miércoles, 29 de febrero de 2012

Un ninja en la corte del rey Arturo (1ra parte)


Capítulo 1

La sombra del emperador

 Se cuenta, que en el siglo V, el emperador Taira no Tensai, tuvo un problema que se le salió de las manos, por lo que pidió la ayuda de su mejor hombre, a quien esperaba pacientemente en su recámara de paredes de bordes de madera, con superficie de papel; inclinado en el caliente piso de madera, frente a una mesita de patas muy cortas, que apenas rebasaban sus rodillas y sus sirvientas sirviéndole té y platos de sushi.

- ¿Alguien sabe si Fukushu se anunció en la entrada? - preguntó el emperador

- No señor, lo único que se sabe es que en el mensaje ya anunció que estaría hoy aquí a esta misma hora - respondió una de las hermosas geishas.

- Nunca se sabe si confiar o no - expresó el emperador - pueden retirarse

- Sí su majestad - respondieron a coro ellas mientras hacían el típico saludo japonés de inclinar la cabeza levemente hacia abajo, con el cuerpo parado y ojos cerrados.

Súbitamente, algo negro con forma humana, cayó del techo, aterrizando de pie para luego arrodillarse, justo después  que el emperador había comido un sushi con sus palitos. Vestía de negro, con la espada katana en su vaina detrás de su espalda, el mango negro visible y su inconfundible máscara, que sólo mostrada sus delicados ojos orientales, con esa expresión de concentración extrema. Al rato se la quitó dejando al descubierto un juvenil rostro, de facciones delicadas y bastante bien parecido.

- Fukushu, ¿por qué no te anunciaste en la entrada?, si no te conociera, me hubieras dado un gran susto.

- Perdón, oh hijo del sol naciente, estaba revisando las defensas del palacio, mucha prisa no me dejó pensar en ser más amable.

- Fukushu, ¿lograste la misión que te encomendé en Osaka?

- Aquí está el informe - le entrega un pergamino bien grueso, escrito en japonés.

- Sabía que no me fallarías.

- Emperador Tensai,  ¿a qué debo el honor de estar en su presencia?

- Como mi jefe de espionaje, has estado estudiando a nuestros huéspedes, los caballeros británicos que viven en el fin del mundo y que han estado dos años en mi corte.

- Sí, hasta estudie su extraño idioma y siempre sospeche de sus misteriosas intenciones, sobre todo de su líder, aquel al que llaman Mordred, ¿qué han hecho?

El emperador se puso reflexivo por un momento, luego tomó su taza de té y dijo.

- Tú tenías razón, esos bárbaros no querían nada bueno, acaban de robarse la espada Ryu.

- ¿No puede ser, tan lejos han llegado?

La espada Ryu era una katana que según la leyenda, fue forjada por los propios dioses para el emperador de Japón. Como arma resultó ser tan poderosa, que hasta el propio emperador dejó de usarla, guardándola  como reliquia ceremonial y usada solamente en casos de emergencia extrema.

- Nos engañaron desde el principio, primero vinieron en son de paz, decían ellos en nombre de su rey bárbaro Arturo, trayendo ricos presentes, además de su cultura. Decían querer aprender de nuestra rica civilización, para llevar ese conocimiento a su bárbaro país, sólo ahora descubro sus verdaderos propósitos.

- Me hubiera gustado estar aquí, de ser así esto no hubiera pasado, continúe.

- No te lamentes tanto porque te ordené ir a Osaka, esa misión era muy importante, lo que necesitas en este momento es conocer los pormenores del asunto. Prosigamos con lo que ya sabemos, hace dos años Mordred y su séquito de caballeros a caballo llegaron a nuestras tierras para imbuirse de nuestra milenaria cultura, comprarnos especias y aprender nuestras efectivas técnicas de combate. En estos dos años aprendieron nuestras costumbres, se alimentaron de nuestra comida, aprendieron el idioma y fueron huéspedes de mi palacio; tal fue nuestra gratitud, que le ofrecimos el máximo honor: lo llevamos al cuarto, donde se encontraba la espada ceremonial Ryu, sobre un gran bloque de granito pulido y sostenido en sus dos extremos por dos delicadas bases de madera curvadas.

- ¿Entonces qué ocurrió?

- Mordred tomó a mi pequeño hijo Kushiro, quien estaba cerca de él, puso su daga cerca del cuello, mientras los otros bárbaros que lo acompañaban desenfundaron sus ballestas hacia nosotros.  Nos pidieron la espada, que al tomarla Mordred se le hizo más que evidente su cara de delirio.

- Los dejamos escapar hacia sus caballos, no antes de que Kushiro se le escapara a Mordred gracias a una pequeña llave de jiu jitsu, aun así pudieron  escapar. Tu misión es recuperar esa espada y vengar la afrenta que nos hicieron.

- Siempre es un honor servirte, emperador (inclina la cabeza)

Al ninja Fukushu el emperador Taira no Tensei le había encomendado la peligrosa misión de evitar que Mordred escapara de Japón con la mágica espada Ryu, sabía que de fallar el emperador podría prescindir de su vida pidiéndole que se hiciera harakiri. Por eso tomó todas las medidas posibles, siendo una de ellas distribuir órdenes precisas a sus ninja, que se disfrazaran de civiles y utilizaran cometas para indicar en qué lugar se encontraba Mordred y su banda de caballeros sin honor; fue así como pudieron dar con su posición.

 - General Tayiri, mis hombres acaban de divisar a la caballería de Mordred pasar por el pueblo de Komatsu.

- Dile a mis samurais que inicien la persecución

- Aún no - respondió Fukushu - debe pasar obligatoria mente por el frondoso bosque de Sendai, allí veremos cómo le va con nuestra emboscada.

- Eres muy afortunado en gozar de la confianza del emperador, sino no te haría caso ninja.

- Tayiri, dejemos nuestras diferencias samurai/ninja para otro momento, si yo fallo, el emperador pedirá mi cabeza y tú no tendrás que tratar más conmigo.

- Pues espero que así sea Fukushu.

Mordred y sus caballeros montados penetraron por el espeso bosque de coníferas, en donde algunos de ellos fueron fulminados por dardos envenenados, disparados con precisión hacia las partes de sus armaduras en donde las cotas de malla eran más visibles, otros sucumbieron a las cuchillas de acero que les lanzaron, girando sobre sí mismas formando círculos que les rebanaban sus partes con armaduras y un grupo de ellos cayó al ser golpeados por troncos colgantes que les tiraron. Nada de esto desanimaba a la más de la treintena de hombres que le quedaban al osado caballero, que seguían su camino por el accidentando bosque, cuando empezaron a caerles ninjas desde los árboles que tumbaban a algunos de ellos y finalmente frente al propio Mordred aparecieron en su camino, un escuadrón de ninjas que caían de las ramas de los árboles aterrizando parados al suelo. Primero lanzaron algunos letales shurinken, que tumbaron a tres, luego desenvainaron rápidamente sus katanas, listos para arrasar con sus adversarios.

- Ustedes se confían en su destreza, pero yo tengo la Ryu - alardeó Mordred en japonés.

Mordred lanzó en el aire la katana Ryu, que cortó un buen pedazo de un árbol de pino, cayendo sobre el escuadrón de ninjas, después como un boomerang, la espada regresó a su mano.

- Eso fue fantástico

- Gracias hermanito, ahora vámonos de aquí.

Saltaron con sus caballos el pedazo de pino que le había caído al escuadrón de ninjas.

En la distancia, el samurai Tajiri y el ninja Fukushu llegaron a ver lo que quedaba de las fuerzas de Mordred moverse hacia las colinas, luego de haber pasado por el bosque Sendai.

- Sabía que tu emboscada no funcionaría, la espada Ryu lo protege - dijo Tajiri

- Nunca creí que lograría mi cometido tampoco, en realidad quería diezmar sus fuerzas para facilitar tu trabajo.

Fukushu le hizo señal a sus hombres para que enviaran señales con sus cometas a un grupo de samuráis de Tajiri, que se encontraban en una fortaleza cercana, para comenzar la persecución. Salió todo un regimiento de bien armados samurais a caballo, a todo galope, que al poco tiempo fueron alcanzados por Fukushu, que iba en su propio caballo.

- ¡¡Capitán Fukushu, cómo nos logró alcanzar tan rápido - expresó un sorprendido joven samurai.

- Es que me encanta la equitación.

Los samurái y el ninja se acercaron bastante a sus perseguidos, llegando a una distancia de tiro desde la cual los samurái dispararon sus flechas en sus caballos, sólo llegando a derribar a dos caballeros, pues todos eran diestros jinetes. En ese ínterin, Fukushu habló con el jefe del regimiento, un samurái con una llamativa armadura morada con negro.

- Es mejor si nos acercamos, somos más veloces, así podremos tener mayores oportunidades de quitarles la espada.

- Así será, capitán Fukushu.

Los veloces guerreros se acercaron a la retaguardia enemiga, llegando a derribar a cuanto bárbaro encontraron a su paso con sus superiores técnicas de combate, igualmente lo hizo Fukushu, que pese a que no tenía armadura, lograba dar golpes letales con el mango de su katana, a las partes más vulnerables del cuerpo de ellos, dejando en el suelo a algunos de ellos.

- Mordred, nos están derrotando

- No seas pesimista Morgan, te mostraré un truco nuevo, mira

Sir Mordred alzó la katana hacia adelante con su brazo, como indicando una dirección, lo que de algún modo causó que él y sus caballeros cabalgaran mucho más rápido, dejando atrás a sus perseguidores. Sólo Fukushu estaba pisándole los talones; pronto llegaron a un inmenso precipicio, que él y sus demás compañeros pudieron saltar sin problemas, como si todos viajaran en un mismo caballo. Al llegar los samuráis al borde del precipicio, decidieron parar, era imposible continuar la persecución.

- ¡Es imposible, mientras tenga esa katana, es poco lo que podamos hacer!!

- ¡Si tenemos que morir en el intento, lo haremos con honor!, por cierto, ¿ese no es el caballo del capitán Fukushu?

Aquel caballo tenía su silla de montar, pero no había jinete. Fukushu se las había arreglado para estar sujeto debajo de los lomos de uno de los más rezagados guerreros del grupo, estando ya del otro lado del precipicio. Aprovechando una distracción de su rival, subió hasta arriba de la cabalgadura, a espaldas del caballero, sujetándose hábilmente del caballo para levantar su pierna por encima de él, que lo derribó de su montura.

            Cuando se terminó de montar en el caballo, se le acercó otro enemigo, que trató de cortarlo con su espada, pero Fukushu sujeto a tiempo con ambos brazos, el brazo de su adversario, para después darle unas sacudidas violentas, que causaron que esa parte de su cuerpo se golpeara con la propia armadura que lo protegía; se acercó en su otro costado uno de sus compañeros para auxiliarlo, lo que Fukushu evitó al lanzarle un filoso shurinken a su cuello de cota de malla, matándolo y luego echó al suelo al aturdido caballero a quien le sujeto el brazo. Sir Morgan, que miró hacia atrás, le dijo a Sir Mordred.

- Hermano, ese ninja acaba de derribar a Brian, Kevin y Hugh, debemos detenerlo!!!

- Él me está buscando a mí, ustedes adelántense, yo me voy a rezagar, pero luego los alcanzo.

- Espero que sepas lo que estás haciendo.

Fukushu distinguió al caballero que tenía a la Ryu frenando su velocidad hasta quedar cerca de él, mientras sus otros compañeros se alejaban. Sabía que le quería combatir, más no podía desaprovechar aquel momento, debía recuperar la espada sagrada. Se encontraron los dos frente a frente.

- Devuelve esa espada, así salvarás tu honor y el de tu país.

- Je, je, mira quién habla, ¿desde cuándo los ninjas hablan del honor?

- Tal vez no sea un samurái, pero sirvo a mi emperador hasta la muerte.

- En ese caso, toma la espada!!!

Mordred trató de cortar en dos al ninja, quien detuvo la hoja de la katana, por los dos extremos, con la palma de sus manos, lo que originó un frenético forcejeo. De repente, la hoja de la espada comenzó a generar un calor intenso, hasta quedar con el mismo color que la primera vez que la forjaron, quemando las manos del ninja, lo que causó que se quemaran sus manos y en consecuencia, que cayera de la montura que le quitó a su anterior enemigo.

- Sayonara, tonto, jajajajajaja,jajajajajajajjajajaaj - dijo Mordred mientras se alejaba por el horizonte.

Pero el ninja, que todavía tenía orgullo, cogió una roca pequeña muy sólida, lanzándola hacia Mordred, quien hábilmente la esquivó, pero que dió en la cabeza de Sir Morgan, derribándole al instante.

- Lo siento hermanito, no tengo tiempo para rescatarte, ¡¡¡ustedes síganme!!!!

Luego de su fracaso al tratar de capturar a Mordred y la espada Ryu, Fukushu estaba postrado de cabeza con todo su cuerpo, en los aposentos del emperador, justo frente a sus pies.

- Mi emperador, le he fallado, puede tomar mi cabeza si lo desea.

Fukushu saca su katana y con las palmas de sus quemadas manos, se la muestra al emperador.

El emperador toma la espada, mira de manera inexpresiva a Fukushu, acerca el filo de su espada a la cabeza del inclinado ninja y dice.

- No Fukushu, te perdono la vida, sé que la arriesgaste honorablemente al tratar de detener a los bárbaros, pero esto estaba más allá de tu control.


El ninja levantó su cabeza con la mitad del cuerpo, dejando sus rodillas en el suelo y exclamó

- Los dioses lo sigan haciendo bienaventurado, mi honorable emperador.

- Fukushu, he oído que trajiste unos prisioneros.

- Sí, los bárbaros que pudimos capturar con vida.

- Ordenaré que los interroguen, tal vez ellos sean la única pista de hacia dónde se dirige Mordred.

- Son nuestra última esperanza, mis ninja me han informado que los bárbaros tomaron por asalto el puerto de Edo, para secuestrar un barco y tomar de rehén a su tripulación. Agradezco una vez más su ayuda.

En ese instante entra un anciano alto, en buena forma física, con un kimono llamativo que recordaba diversas constelaciones estelares, además de dragones. Era Kijutsu, el hechicero real.

- Me hizo llamar su majestad.

- Sí, necesito que cures las manos de Fukushu.

- Muéstrame tus manos.

El joven mostró sus malheridas manos, con cicatrices de primer grado, después el hechicero puso sus manos sobre las de él, invocó unas palabras en japonés y una luz blanca se pudo divisar en el espacio entre ambos pares de manos. Fukushu al ver sus manos, vio que estaban completamente curadas.

- ¡¡Gracias, honorable hijo del sol naciente!!!

- Descuida, las necesitaras para tu siguiente misión.
 
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6 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Muchísimas gracias, espero que sigas disfrutando de los próximos capítulos

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  2. Un comienzo interesante y emocionante. Ya lo había leído antes, pero por una cosa o la otra no pude seguir leyendo el resto de los capítulos y me olvidé de lo que leí antes, je, je, je. Aunque ahora sí lo leeré en serio.

    Desde el comienzo me intrigó la figura de Mordred. Según las leyendas artúricas será el verdugo de Arturo en la batalla de Camlann al tiempo que éste último le dará muerte también. ¿Es posible que Mordred robó la espada Ryu para entregársela al rey de Camelot o para asesinarlo con su poder y evitar morir en la batalla final? Voy a tener que seguir leyendo para responder mi pregunta. Je, je, je.

    Comparto y saludos.

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    1. Saludos Nahuel y por cierto, comparte estas entradas, que me las arreglare para compartir las tuyas; sólo acortalas un poquito ¿plis?

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  3. Un gran placer entrar a este maravilloso mundo de la narrativa, donde música, ambientación y lenguaje me ofrecen un nuevo viaje. Gracias.

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    1. Sigue así, por cierto, he oído rumores que ya quieren una segunda parte. No te puedo confirmar si esto sea cierto, pero escribir y trabajar en mi oficina es bien agotador.

      Hasta pronto y por cierto, estoy desarrollándo una grafinovela; se llama "Relámpago el caballo" y sus primeros capítulos están en mi blog por cuestiones de mercadeo, ya que no la he podido publicar. Ahora sí es un hasta pronto en serio.

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