Era
bien entrada la noche, me había despertado tras una siesta bien relajante, en
plena noche de brujas. Iba a usar mi celular para ver la última película de
Halloween que baje del internet, cuando de pronto, escuche que alguien tocaba a
la puerta. Sin duda se trataba de los niños/as, que con sus disfraces buscaban
caramelos por estas fechas.
Al
abrir la puerta, quede ante un extraño personaje, un ser alto, de cabeza y
manos completamente de hueso; apenas cubierto con un manto negro, cuya sombra
ocultaba el resto del cuerpo. Lo irónico era que, para ser un ser tan tétrico,
llevaba en sus manos huesudas una canastita en forma de calabaza, bastante
infantil. Si aquel ser no era quien yo estaba pensando, sin duda era un buen
disfraz.
-Truco
o trato
Le
deje un par de caramelos en su canastita; luego de esto, dijo lo siguiente.
-Tonto,
¿acaso no entiendes en que consta el truco o trato? No he venido por un par de
caramelitos; vine por tu alma.
Lleno
de pánico, le cerré la puerta y hui lo más rápido que pude, hasta la puerta que
daba al garaje. Por suerte, mi auto turbo arrancó y me largue de allí. Corrí
desesperado por todo el suburbio, a una velocidad no permitida. Justo cuando
iba a doblar por la principal, todo un ejército de niños/as, con sus
respectivos disfraces, me bloquearon la vía, avanzando lentamente hacia mí; con
sus miradas tétricas clavadas hacia mí, me repetían sin cesar.
-Truco
o trato, truco o trato.
Retrocedí
hacia atrás rápidamente, hasta dar con otra calle que daba a la principal.
Corrí
como maniático por la ciudad, hasta que, un auto de policía iba tras de mí.
“Creo
que estaré mejor en una cárcel que al lado de ese ser”, pensé yo.
Justo
cuando iba a frenar, el auto voló por los aires, ya que yo iba a gran
velocidad.
Aquella
noche de brujas, un joven murió en un aparatoso accidente de tránsito. En medio
de los metales retorcidos, las víctimas y los cuerpos de seguridad que atendían
la emergencia, un ser hecho de puros huesos, caminaba insensible, vestido de un
manto negro a modo de ropa y llevando una canastita de calabaza infantil en sus
huesudas manos. Repetía ,sin cesar, la siguiente frase.
-Truco
o trato, truco o trato.
Que relato más interesante... me gusta realmente... Truco o Trato... A veces la vida a veces la muerte.. ¿Quien llamará a la puerta?
ResponderEliminarGracias por disfrutar la lectura; bienvenida a mi blog.
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