domingo, 25 de enero de 2015

Anu el desolador



El  soldado caminaba por los pasillos celestes del palacio, con su aureola de luz resplandeciente y bríos triunfales que opacaban cualquier estrella. Llevaba en su mano la daga oscura de Anu, gran señor oscuro de Omega.

            Sus pasos, tan ágiles como neutrinos y sublimes como nebulosas, lo llevaron al gran salón del trono. Allí, una guardia de honor de soldados/as de luz lo esperaba.

- ¡¡Loor a Zaya, el puño del emperador!!        

            Los guardias extendieron sus brazos hacia arriba y de sus dedos también extendidos salieron despedidos rayos de múltiples colores, formando un arco de luz multicolor.

            Al fondo, en lo más alto del púlpito del trono, se encontraba el ser más luminoso de todos: un hombre con aspecto más viejo que el tiempo y una virilidad infinita. Tras subir, Zaya se arrodilló ante él.

- ¡¡Viva por siempre Castor tercero, gran señor de las Pléyades y emperador del universo!!

            El emperador hizo ademán para que se levantara y le preguntó

- Veo que has traído la daga oscura, ¿qué paso con Anu?

-  Él está muerto; ya no será una amenaza. Es un honor para mí traer este trofeo.

            El emperador lo tomó con sus robustas manos, luego lo empuñó firmemente con su derecha y atravesó el cuerpo invulnerable de Zaya; diez mil años de vida se desangraban en segundos hasta formar un pequeño lago de sangre de luz fluorescente. El moribundo soldado miró hacia arriba para contemplar como las partículas de luz del cuerpo del emperador cambiaban rápidamente a un color oscuro, más negro que un cosmos sin estrellas. En lugar del rostro risueño y radiante del emperador, había una especie de máscara cadavérica, epitafio fúnebre de aquella desventura.

- ¡¡Tú!!

- ¡¡Jajajaja, claro imbécil, soy Anu!!

            Los/as guardias de luz extendieron sus brazos con puños cerrados para disparar rayos cósmicos al ser, pero de inmediato fueron absorbidos por unos vortex que se formaron por detrás de ellos. Fue como si se los hubiera tragado el espacio vacío.

- Pero si yo te vi morir en mis manos: te atravesé con esa daga, destruí tu nave nodriza…

- Soy Anu, el desolador, el omnisciente y omnipresente. Tú, Zaya, debiste quedarte al lado de tu señor en lugar de realizar fútiles proezas heroicas. Ahora, ha llegado el fin.

            Con su último aliento de vida, Zaya contempló cómo Anu, el desolador, se transformó así mismo en una columna de fuego azul intenso. Se ensancho rápidamente, como estrella fugaz, hasta consumir el universo entero.





4 comentarios:

  1. He disfrutado leyendo esta historia, es como la ciencia ficción y la fantasía mixto. Mirando hacia adelante a leer más, gracias por compartir Alberix Zeta

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    1. Gracias por tus halagos Cindy; siempre es un placer tenerte por aquí.

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  2. Me he enamorado totalmente de esta frase: "Sus pasos, tan ágiles como neutrinos y sublimes como nebulosas..." *-*
    ¡Un Besín! ;)

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    1. Gracias, es un placer; ojalá también hayas disfrutado el resto de la historia. Un saludo y otro besín para ti.

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