jueves, 13 de junio de 2013

Superman, ¿ayer, hoy y por los siglos?



¡Más rápido que una bala!

¡Más fuerte que una locomotora!

¡Capaz de saltar el edificio más alto del mundo de un sólo impulso!

Por supuesto que ya saben de quien estoy hablando, de cierto personaje que aunque ha perdido últimamente  protagonismo frente a su incómodo amigo Batman por goleada sigue siendo el punto de referencia del mundo de los superhéroes, me refiero a Superman, aquel personaje que une todos los arquetipos heroicos de la historia humana en uno sólo desde Gilgamesh  hasta Tarzan y sin embargo no deja de ser admirado y polémico a la vez tal como es en la ficción.

El origen de nuestro protagonista aún no es muy claro, pero se dice que se debió a la mala interpretación estadounidense de las ideas del filósofo alemán Friedrich Nietzsche, cuyas temáticas demasiado profundas no terminaron de entender dos jóvenes estadounidenses de origen judío Jerry Siegel y Joe Schuster (de allí que notes tantos El o nombres judíos en los cómics de Superman) quienes al principio concibieron al personaje como un villano con superpoderes (cabe recalcar que Nietzsche no menciona nada de esto en su conocida obra "Así habla Zaratustra", de donde sale el concepto del superhombre) pero luego de recapacitar re idearon el personaje durante un largo proceso de diez años hasta moldear al superhéroe que todos conocemos, un recatado periodista de nombre Clark Kent que cada vez que el deber le llama se quita su disfraz de hombre aburrido, inteligente, que no mata ni una mosca para convertirse en el personaje volador de capa roja y mallas que usa sus super poderes para hacer el bien y siempre sin tratar de violar la ley.

Si bien es cierto que el superman está bien encristado en la mente humana, no es menos cierto que representa precisamente el estereotipo estadounidense del llamado "american dream" (todos somos americanos en este continente pero tristemente solemos olvidarlo), el hombre de más de seis pies de altura, musculoso, de raza blanca, conservador, inteligente, políticamente correcto y cuyo uniforme tiene similitudes con la del patriótico "Capitán América" excepto por el fondo amarillo de su escudo con una gran S y franjas rojas, lo que hace una gran diferencia para disfrazar lo que representa; Superman es el producto del consumismo imperial estadounidense, oriundo de Cleveland Ohio, que le gusta imponer sus ideas de "american dream", ya que al mismo tiempo que promueve la democracia y la libertad de expresión en sus cómics nos inunda nuestras tiendas con sus muñecos, cómics, películas, disfraces, videojuegos y no se olviden del próximo estreno que tratara de hacernos ver un Superman más humano, todo con el único propósito de que les compres su mercancía a la poderosa Time Warner y de algún modo seguir lavándote el cerebro con la idea del "american way of life", visión en la que el hombre blanco se ve como el gran árbitro en medio de una sociedad cada vez más multicultural.. No en vano los grupos de izquierda además de gringos o imperio, a veces suelen llamarles a norteños "los supermanes".

Para otros en cambio Superman es el símbolo de la plenitud humana (omitiendo que su porte físico no es exactamente igual al de la mayoría de la población mundial excepto si eres del norte de Europa o América), el hombre sabio e inteligente que supera sus limitaciones para llegar a volar más allá de todo y convertirse en el ser superior que protege al débil y mantiene al mundo en su equilibrio justo; el hombre tímido pero capaz que por dentro tiene un corazón de león capaz de todo con tal de vencer la adversidad; el hombre alto, apuesto y blanco al que todas las mujeres quieren y al que todos los hombres quieren emular (el basquetbolista Shaquel O' Neal compro los derechos del escudo de Superman y hasta hay un emulo filipino que además de querer parecerse a Clark quiere ser de su tamaño); es el inmigrante que pese a ser visto como un alien en una sociedad ultra conservadora nunca deja de dar lo mejor de sí hasta contribuir significativamente al perfeccionamiento de esta; incluso hay quien dice todos somos Clark Kent con un Superman por dentro.

Como dato curioso a todo este análisis debo mencionar la supuesta "maldición de Superman", según la cual todos los protagonistas de las entregas audiovisuales del personaje vivieron alguna desgracia; el actor George Reeves se suicido (hay quien cree que en realidad fue un asesinato ordenado por los celos de un alto ejecutivo de MGM, cuya mujer era la supuesta amante de Reeves), el emblemático Christopher Reeves quedo parapléjico hasta el final de su vida, su coestrella que hizo de Luisa Lane sufrió un accidente de tráfico años después. Sin embargo hubieron excepciones, entre ellas la del actor Geene Hackman, quien hizo de Lex Luthor en las dos primeras entregas de las películas originales, el actor Dean Cain de la serie "Loise and Clark" que hasta el sol de hoy es presentador de la serie "Aunque usted no lo crea" y su colega Tom Welling de la serie "Smallville" sigue ileso, aunque sin ningún rol significativo desde que se cansara de ser encasillado como Clark Kent.

¿Es Superman el icono de la perfección humana o es el producto del marketing?, ¿es el baluarte de la democracia o un perfecto promotor del capitalismo salvaje norteño como bien lo es su nemesis Lex Luthor en sus cómics?, ¿es la cara de la belleza masculina o el eterno recordatorio de la supuesta superioridad racial caucásica sobre la gente chaparra y oscura del sur?, ¿es el símbolo de la fuerza interior que nos permite seguir luchando contra un sistema opresor o es el producto de nuestro superego?, ¿necesitamos  un mesías tipo superman que nos salve del desastre que somos como sociedad o el problema está dentro de nosotros mismos?, cualquier conclusión que lleguemos sigue siendo válida aunque yo espero que todos nos pongamos de acuerdo antes de que dejemos este mundo hecho añicos. Yo en cambio como conclusión final me quedo con esta frase.

¡Mirad, yo os enseño el superhombre! El superhombre es el sentido de la tierra. Diga vuestra voluntad: ¡sea el superhombre el sentido de la tierra! ¡Yo os conjuro, hermanos míos, permaneced fieles a la tierra y no creáis a quienes os hablan de esperanzas sobreterrenales! Son envenenadores, lo sepan o no. Son despreciadores de la vida, son moribundos y están, ellos también, envenenados, la tierra está cansada de ellos: ¡ojalá desaparezcan!
Así habló Zaratustra, Friedrich Nietzsche


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