martes, 20 de mayo de 2014

México 70 (6ta parte)

Del juego del siglo y otros entuertos



El trepidante ritmo del partido no dejaba vacante para el sueño: era la maquinaria alemana contra el muro italiano. Los primeros en anotar fueron los italianos.

¡¡Goooooool!!

Con un sorpresivo gol de Roberto Bonisegna de media cancha, después el árbitro dejaría pasar un penalti cometido por un alemán.

¡¡Qué mala cobrada señor árbitro!! – dijo él como esperando que lo escuchara

Como el muy cabezón había olvidado comprar una radio, no se recordaba ni el nombre de los jugadores.

¡¡Pero que guei!!, ver esto no es lo mismo que en la tele, me era más que obvio que los azules dominaban el encuentro y hasta pensé por un momento que iba ocurrir de manera diferente al video de youtube, pero no fue así; no se puede cambiar así la historia de fácil che. Sin embargo los alemanes se defendieron como las verdaderas bestias que eran, teniendo mucho trabajo del medio campo para abajo. Por la banda izquierda, los italianos no paraban de atacar, atacar y hasta pensé en varias oportunidades que iban a meter el gol, pero la celebración siempre era interrumpida por el portero teutón, que tuvo más intervenciones de las que vi en la computadora.

Como no quería cambiar la historia, decidí ponerme una camiseta azul para mezclarme con la barra italiana y así mantener su curso igual, que por cierto siempre son muy alegres y animados; el único inconveniente es aquí en el distrito federal no pude encontrar ni una camiseta de esa selección. Por suerte para mí pude comprar una camiseta de los Cachorros de Chicago, un equipo de beisbol, lo que no correspondía con el deporte que iba a presenciar y me causaba mucha pena. Al final me dije: “pero qué huevada, me lo voy a poner, si a fin de cuentas sería mucho peor jugar a la cábala con los italianos de que cho sabía el resultado final del partido”, aunque pensándolo bien ahora si hubiese hecho un pronóstico en ese momento me hubiera ganado mucho dinero por la ventaja de ser del futuro. Debo admitir que en ese sentido sí que la cague.

Todos echos proferían maldiciones e improperios cada vez que su equipo fachaba un gol. Era tal la algarabía que a uno que estaba arriba de mí se le cacho su pedazo de pizza hacia mi cuero cabechudo empagonandolo todo, pasando por embarrar mi cara y menos mal que la agarre antes que cachera al piso; así fue como pude disfrutar de mi primer pedazo de pizza gratis y no tendría que esperar a que Italia ganara, ¡oh por dios, ¿acaso soy tan bruto para olvidar que este partido cha paso? Pero nada de eso me importaba, porque aunque sabía que todo esto era pasado, ahora la veía en vivo y a todo color, mucho mejor que en un televisor de pantacha plana de alta definición y con público que te hacía sentir el calor humano que no era capaz de transmitir un cinema en casa.

Lo que sí abundaba en el estadio eran los mejicanos, todos vestidos dizque de selección de Alemania. No podía culparlos, echos estaban resentidos porque Italia les había ganado en los cuartos de final. Tampoco me podría imaginar a María Teresa viéndome sin la camiseta de Alemania que me regalo; echa quería que cho apoyara a ese país. De seguro lo hubiera hecho, pero por ser un viajero en el tiempo tenía mucho miedo de hacer una trastada que cambiara la historia; imaginé que si me ponía la camiseta alemana como el resto de los mejicanos que achí estaban terminaría salando a Italia y cambiando la historia. Les juro que cho jamás he entendido nada de esto de los agujeros de gusano, la física cuántica y menos de viajes en el tiempo; sin embargo esa serpiente me lo regalo y aquí estoy, esperando no meter la pata como casi hizo el enanito de la peli Volver al futuro: imaginate que casi enamoraba a su propia mamá.

Y Italia atacaba, atacaba, pero Alemania no perdía la compostura; sabían que estaban perdiendo pero esperaban con paciencia el más mínimo error. El que también tuvo que usar hasta la boca para porterear era Albertosi, al que cho no entendía cómo no estaba quedando afónico de tanto gritarle a sus defensas y hasta parecía que iba a toser, como si quisiera hacerle honor a su nombre de Alber – “tossi”, ¿o es que su nombre en español significa Albertoser?. Era tal la confianza del entrenador italiano que hizo dos cambios de jugadores veteranos a otros más jóvenes, entre ellos Rivera. Los alemanes también realizaron sus dos cambios reglamentarios Voce perdoname si no recuerdo los nombres de los jugadores, los deje todos en el videíto de youtube

            A quien sí pude reconocer por completo a Franz Beckenbauer, lo sé porque siempre aparece su foto en todos los libros de historia de los mundiales; hoy en día no es más que un viejo amargoso que se pone cascarrabias cada vez que Alemania no gana un mundial. Pero en ese momento era igualito al que salía en los libros, como si hubiese tomado un sorbo de la fuente de la eterna juventud.
           
Tanto él como su compañero Overath tuvieron demasiado trabajo en el medio campo: de no ser por echos ya Italia hubiese metido más de diez goles. Lo que más me sorprendió fue el propio Beckenbauer, ¡¡ñandeyara, jamás pensé que había jugado el resto del partido con un hombro dislocado!! En cambio en la época actual te la pasas viendo un montón de niños bonitos que son estrellas en sus equipos y  no quieren ningún rasguño en la cara por miedo a perder a sus patrocinadores.

Justo al final, cuando parecía que los italianos iban a comenzar a bailar la tarantela, apareció ese defensa grandote que creo que se llamaba Schellinger perforando la red de Albertossi. La multitud entró en éxtasis

¡¡Goooooooool!!

A veces me pongo a pensar qué hubiera pasado si ese alemán no hubiera metido ese gol, pero sin lugar a dudas el mundo se hubiera perdido uno de los mejores espectáculos de la historia. Lo que sí me quedo claro es que más de un mejicano se quedo con los tacos a medio comer y las posposición del mariachi; todos querían que Italia perdiera. No los puedo culpar, lo mismo pensaría cho si el otro equipo hubiera eliminado a mi Paraguay, pero por suerte echos no estaban achí en ese mundial, de modo que no lo tendría que sufrir.



Otro espectáculo digno de verse era al lesionado Franz Beckenbauer. El hombre del brazo dislocado se resistía a salir de la cancha, pues sabía que su equipo había agotado sus dos últimos cambios y no podía darse el lujo de dejar a sus compañeros en desventaja numérica frente a semejante enemigo. Estaba tendido en el campo cuan largo era, mientras los masajistas y fisioterapeutas trataban de hacer el milagro. Muchos fanáticos e hinchas ignoran esta parte de la historia, incluso cho lo hice hasta ahora.

A lo blizkrieg Alemania atacó primero. Un tiro de esquina le permitió a los alemanes bajar el balón al corazón del área, momento que aprovechó Gerd Muller para burlar al defensa italiano.

¡¡Gooooooooooool!!

La multitud mejicana saltaba enardecida, parecía que Alemania les estaba logrando el milagro de la venganza. ¡¡ Pero e´a!!, que los milagros son regalos que no los consigue todo el mundo, ni siquiera Santa Claus en navidad puede resucitar a los muertos.

Minutos después, un rebote de la defensa alemana es aprovechado por  Tarcisio Burgnich – vacha, que apechido para un italiano, ¿de dónde salió?

¡¡Gooooool!!, ¡¡gol, gol, gol, goooooooool, de Italia!!

            Una vez más el empate volvió a acachar las celebraciones en el azteca y no lo podían creer los alemanes, quienes desde cha se veían airosos. Aún así no se rindieron y pese a lo escaso del tiempo extra los ataques se sucedían en ambas porterías sin que hubiera ninguna falta, sino más bien el fútbol en su máxima expresión; eso es algo que rara vez se ve hoy en día. Y es más extraño aún si hablamos de Italia y Alemania, dos selecciones caracterizadas por su juego físico.

            El bambino Riva dispara en solitario desde el centro del área alemana, sin que nada pudiera hacer su férrea defensa.

¡¡Gooooooool!!

            Italia se volvía a poner adelante en el marcador, pero sus rivales aún querían posponer su derrota. Un error del portero Albertosi propicia un tiro libre desde el costado izquierdo, al que chega a desviar al tiro de esquina. Sin embargo no puede con el escurridizo Gerd Muller, quien el gana las espaldas a los defensas italianos y anota de cabeza.

¡¡Gooooooool, de Alemania!!, ¡¡Gooooooooooool!!

            Un ilusionado Gerd Muller se retiraba corriendo de la portería italiana que acababa de perforar. A continuación una escena dramática: el joven delantero Gianni Rivera chorando desconsolado con su cuerpo aferrado al poste del travesaño derecho y su compañero, el arquero Albertossi rompiendo en chanto, con sus brazos en movimientos erráticos señalando su portería violada. Cualquiera que viera aquecha escena en ese momento pensaría que Italia lo daba todo por perdido, pero todavía quedaban poco más de diez minutos por jugar y un épico empate que superar.

            Ni la lesión de Beckenbauer, que dejaba a los alemanes con diez hombres más poco más que la mitad de uno en el campo, ni la evidente fatiga de los jugadores pudo contener la tenacidad de los dos equipos, ambos colosos del fútbol. Ya no importaba el título, ya no importaban los récords, lo único que contaba era hacer historia y la gloria de ganar esta gran batalla. Y al público tampoco le interesaba más quien ganara, estaban viendo una verdadera gesta y sólo esperaban ver cómo terminaba.

            Pero como todas las epopechas, tenía que chegar a su final y así fue.  Roberto Bonisegna, autor del primer gol, arranca con el balón desde la punta derecha, centra y Rivera, el mismo que hace unos escasos minutos choraba como doliente en el funeral de su mamá, pone el broche de oro.

¡¡Goooooooool, de Italia!!, ¡¡gooooooooool, Italia a la final del mundial!!

            Pero esto aún no acababa, aún quedaban ocho minutos de juego en donde ambas escuadras batachaban con la fatiga como unos verdaderos milicos que no temían ni a morir. Sin embargo, el fatídico pitazo final dio por terminado aquel inolvidable espectáculo. Los alemanes estaban cabizbajos porque perdieron otro mundial y no sabía si los italianos se recostaban en el suelo por el cansancio o la euforia de chegar a ser finalistas, pero dudo muchísimo que no se sintieran orgullosos de lo que acaban de protagonizar.

            He visto muchos comentarios en las redes sociales sobre el partido del siglo, algunos hasta negativos; sin embargo debo admitir que no es lo mismo verlo en un video de diez minutos a hacerlo por completo. Para empezar, por más que digan que la machoría de los goles fueron por errores de la defensa, estos se dieron más que nada en los minutos de reposición, porque en casi todo el tiempo reglamentario Italia dominó hasta que en los minutos finales los alemanes anotaron el gol del empate. El resto fue un festín de esfuerzo físico por parte de dos rivales cansados, que aún así dieron un espectáculo futbolístico sin cometer faltas y hasta metiendo goles.

            Los alemanes jugaban con poco más que un hombre menos, siendo nada más y nada menos que Franz Beckenbauer, que no quería salir del campo de juego pese a su hombro dislocado. Él sabía que su equipo estaba perdiendo y que el entrenador había agotado sus dos cambios reglamentarios, de modo tal que siguió jugando demostrando con echo ser un verdadero mbareté en la cancha.

            El tener el estadio azteca, tal vez no a rebosar, pero cheno de gente, principalmente de mejicanos resentidos con Italia le daba un buen condimento al caldo. El público es el mejor ingrediente para animar partidos, sobre todo si son movidos como éste.

            La bola que usaron los jugadores era la Telstar, el primer balón aerodinámico, fabricado por Adidas. Estaba a medio camino entre esas pesadas rocas que eran las pelotas de antaño y las aerodinámicas de hoy en día; si la pateabas mal podrías pasar un mal rato. Difícil imaginar las piruetas de Messi o Cristiano Ronaldo pateando esa cosa.

            Sin embargo mis peripecias no acabaron aquí. Quise buscar el autógrafo de todos los jugadores, pero sólo pude conseguir el de Beckenbauer. Tuve que hacerme sentir entre toda una muchedumbre y hasta noquear a un boludo para que no se me adelantara, ¡¡y Beckenbauer fue el que perdió!!,  ¿se acordará ahora el viejo cascarrabias que él me lo dio un autógrafo?

            Lo mejor del momento fue cuando los restauranteros italianos se la pasaron regalando pizzas por doquier. Les había prometido a mi novia y a toda la selecao que les iba a traer una pizza entera si ganaba Italia, pero por culpa del hambre terminó en mi estómago. Ahora no sé qué decirle a María Teresa y me hubiera consolado si también estuvieran regalando cerveza alemana, ¿será que no lo hicieron porque perdieron?

            Para la final sí estuve con mi novia y el equipo de Brasil, y lo que ocurrió a continuación es imposible de creer, inclusive para mí: fue lo que me dio la oportunidad de hacer historia sin que nadie lo supiera nunca. Estaba Zagalo dando las últimas instrucciones a sus pupilos, cuando de pronto uno de echos, Jairizinho, mostraba evidentes signos de debilidad y le dolía especialmente el estómago.

-¿Voce qué tenes ahora Carlos Alberto?

Gerson, su compañero de al lado de la banca, tuvo que admitir la verdad.

-Es que anoche Carlos Alberto se tomo una cerveza adulterada, causando que sufra del estómago.

-¿Qué queu? – preguntó atónito el entrenador

-Es la venganza de Moctezuma, una infección diarreica típica de México que le da a muchos viajeros – dijo María Teresa

¿Qué vamos fazer ahora?, ¿qué le decimous a os patrocinadores?

-Tenemous que usar las reservas – continuó Tostao

-Esperen un minuto – intervino Gerson

Miró al paraguayo: corrió sus cabellos a través de ese peinado de tarántula llegando incluso a notar su nariz rota, que de un tris acomodo más o menos. Eso causo que se escuchara un sonoro crujido de huesos que en verdad le dolió.

-Voce parecerte a Jairizinho

Eso último que dijo hizo que todo el mundo en el camerino, inclusive María Teresa, lo vieran como el espécimen más raro de un zoológico.

-¿Vos estáis locos? – respondió el paraguayo - , yo no soy un profesional.., bueno, intente serlo pero fache




-Esse chico nao poder ser titular – se quejó Zagalo

-Pero baila samba bem – le replicó otro de los jugadores

¡Él nao ha jugado en ninguna liga! – insistió Zagalo

Él puede fazerlo, danca bem la samba – continuó Pelé

Con ese último cumplido de Pelé todo el mundo allí me hizo coro, hasta el propio Jairinzho, a quien todavía le dolía el estómago. La presión era tal que Zagalo se vio obligado a dar una concesión.

-¡¡Cho no quiero ser un futbolista, soy sólo un fan!!

-Baila samba – me ordeno Zagalo en tono cortante

Tuve que bailar samba para pena mía y deleite de echos, siendo lo único que me hacía feliz la cara encantada de María Teresa.

-Toca la pelota – añadió Zagalo mientras me la ponía frente a mis pies

Hice unos cuantos taquitos que por lo menos le parecieron aceptables

-Tú ganhas Pelé, pero si esto sale mal fora tú y Jose´i del jogo

-Voce parecerte a Jairizinho, peru tenho que cortarte ese pelu – dijo Tostao

No sé de dónde sacaron una tijera, con la cual me arruinaron el peinado de toda la vida
-¡¡Voce seu Jairizinho!! – corearon todos

Todos salieron del camerino coreando Brasil, Brasil, Brasil  acompañados del entrenador. Se quedaron por unos momentos más Jose´i Giovanni, María Teresa y Pelé.

-Vos estás chiflado Pelé, esto no funcionara

Un animado Pelé le respondió

-Nao digas eso, voce lo harás bem. Los italianos están cansados del jogo anterior, nao problema, jogo será do Brasil. Míralo como uma festa, el campo la pista de danca, público e coro y el juego la música. La bola es una senhora caprichosa, danza con quien melhor la toque. Nao juegues, disfrútalo como una festa.

Al terminar de decir esto, le dio unas palmaditas en la cara junto con un guiño de ojo
-Sorte – le deseo Pelé

Luego le toco el turno a mi María Teresa




-Por favor, no te dejes noquear por la pelota – luego me beso apasionadamente

-Cielito lindo, la única que puede hacer eso eres tú

Se besaron otra vez de manera más candente que la anterior. Ahora sí estaba listo para jugar.

-Amor, me van a dejar peor que Francisco Solano Lopez en la guerra de la triple alianza

-Cariño, sólo has tu mejor esfuerzo. Ya no necesitas ganarte esa copa, ahora tienes mi corazón, ¡¡dales con todo mi Kaliman!!


           










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