Del
juego del siglo y otros entuertos
El
trepidante ritmo del partido no dejaba vacante para el sueño: era la maquinaria
alemana contra el muro italiano. Los primeros en anotar fueron los italianos.
¡¡Goooooool!!
Con
un sorpresivo gol de Roberto Bonisegna de media cancha, después el árbitro
dejaría pasar un penalti cometido por un alemán.
¡¡Qué mala cobrada señor
árbitro!! – dijo él como esperando que lo escuchara
Como
el muy cabezón había olvidado comprar una radio, no se recordaba ni el nombre de
los jugadores.
¡¡Pero
que guei!!, ver esto no es lo mismo que en la tele, me era más que obvio que
los azules dominaban el encuentro y hasta pensé por un momento que iba ocurrir
de manera diferente al video de youtube, pero no fue así; no se puede cambiar
así la historia de fácil che. Sin embargo los alemanes se defendieron como las
verdaderas bestias que eran, teniendo mucho trabajo del medio campo para abajo.
Por la banda izquierda, los italianos no paraban de atacar, atacar y hasta
pensé en varias oportunidades que iban a meter el gol, pero la celebración
siempre era interrumpida por el portero teutón, que tuvo más intervenciones de
las que vi en la computadora.
Como
no quería cambiar la historia, decidí ponerme una camiseta azul para mezclarme
con la barra italiana y así mantener su curso igual, que por cierto siempre son
muy alegres y animados; el único inconveniente es aquí en el distrito federal
no pude encontrar ni una camiseta de esa selección. Por suerte para mí pude
comprar una camiseta de los Cachorros de Chicago, un equipo de beisbol, lo que
no correspondía con el deporte que iba a presenciar y me causaba mucha pena. Al
final me dije: “pero qué huevada, me lo voy a poner, si a fin de cuentas sería
mucho peor jugar a la cábala con los italianos de que cho sabía el resultado
final del partido”, aunque pensándolo bien ahora si hubiese hecho un pronóstico
en ese momento me hubiera ganado mucho dinero por la ventaja de ser del futuro.
Debo admitir que en ese sentido sí que la cague.
Todos
echos proferían maldiciones e improperios cada vez que su equipo fachaba un
gol. Era tal la algarabía que a uno que estaba arriba de mí se le cacho su
pedazo de pizza hacia mi cuero cabechudo empagonandolo todo, pasando por
embarrar mi cara y menos mal que la agarre antes que cachera al piso; así fue
como pude disfrutar de mi primer pedazo de pizza gratis y no tendría que
esperar a que Italia ganara, ¡oh por dios, ¿acaso soy tan bruto para olvidar
que este partido cha paso? Pero nada de eso me importaba, porque aunque sabía
que todo esto era pasado, ahora la veía en vivo y a todo color, mucho mejor que
en un televisor de pantacha plana de alta definición y con público que te hacía
sentir el calor humano que no era capaz de transmitir un cinema en casa.
Lo
que sí abundaba en el estadio eran los mejicanos, todos vestidos dizque de
selección de Alemania. No podía culparlos, echos estaban resentidos porque
Italia les había ganado en los cuartos de final. Tampoco me podría imaginar a
María Teresa viéndome sin la camiseta de Alemania que me regalo; echa quería
que cho apoyara a ese país. De seguro lo hubiera hecho, pero por ser un viajero
en el tiempo tenía mucho miedo de hacer una trastada que cambiara la historia;
imaginé que si me ponía la camiseta alemana como el resto de los mejicanos que
achí estaban terminaría salando a Italia y cambiando la historia. Les juro que
cho jamás he entendido nada de esto de los agujeros de gusano, la física
cuántica y menos de viajes en el tiempo; sin embargo esa serpiente me lo regalo
y aquí estoy, esperando no meter la pata como casi hizo el enanito de la peli Volver al futuro: imaginate que casi enamoraba a su propia mamá.
Y
Italia atacaba, atacaba, pero Alemania no perdía la compostura; sabían que
estaban perdiendo pero esperaban con paciencia el más mínimo error. El que
también tuvo que usar hasta la boca para porterear era Albertosi, al que cho
no entendía cómo no estaba quedando afónico de tanto gritarle a sus defensas y
hasta parecía que iba a toser, como si quisiera hacerle honor a su nombre de
Alber – “tossi”, ¿o es que su nombre en español significa Albertoser?. Era tal
la confianza del entrenador italiano que hizo dos cambios de jugadores
veteranos a otros más jóvenes, entre ellos Rivera. Los alemanes también
realizaron sus dos cambios reglamentarios Voce perdoname si no recuerdo los
nombres de los jugadores, los deje todos en el videíto de youtube
A quien sí pude reconocer por completo a Franz Beckenbauer,
lo sé porque siempre aparece su foto en todos los libros de historia de los
mundiales; hoy en día no es más que un viejo amargoso que se pone cascarrabias
cada vez que Alemania no gana un mundial. Pero en ese momento era igualito al
que salía en los libros, como si hubiese tomado un sorbo de la fuente de la
eterna juventud.
Tanto
él como su compañero Overath tuvieron demasiado trabajo en el medio campo: de no
ser por echos ya Italia hubiese metido más de diez goles. Lo que más me
sorprendió fue el propio Beckenbauer, ¡¡ñandeyara, jamás pensé que había jugado
el resto del partido con un hombro dislocado!! En cambio en la época actual te
la pasas viendo un montón de niños bonitos que son estrellas en sus equipos
y no quieren ningún rasguño en la cara
por miedo a perder a sus patrocinadores.
Justo
al final, cuando parecía que los italianos iban a comenzar a bailar la
tarantela, apareció ese defensa grandote que creo que se llamaba Schellinger
perforando la red de Albertossi. La multitud entró en éxtasis
¡¡Goooooooool!!
A
veces me pongo a pensar qué hubiera pasado si ese alemán no hubiera metido ese
gol, pero sin lugar a dudas el mundo se hubiera perdido uno de los mejores
espectáculos de la historia. Lo que sí me quedo claro es que más de un mejicano
se quedo con los tacos a medio comer y las posposición del mariachi; todos
querían que Italia perdiera. No los puedo culpar, lo mismo pensaría cho si el
otro equipo hubiera eliminado a mi Paraguay, pero por suerte echos no estaban
achí en ese mundial, de modo que no lo tendría que sufrir.
Otro
espectáculo digno de verse era al lesionado Franz Beckenbauer. El hombre del
brazo dislocado se resistía a salir de la cancha, pues sabía que su equipo
había agotado sus dos últimos cambios y no podía darse el lujo de dejar a sus
compañeros en desventaja numérica frente a semejante enemigo. Estaba tendido en
el campo cuan largo era, mientras los masajistas y fisioterapeutas trataban de
hacer el milagro. Muchos fanáticos e hinchas ignoran esta parte de la historia,
incluso cho lo hice hasta ahora.
A lo
blizkrieg Alemania atacó primero. Un tiro de esquina le permitió a los alemanes
bajar el balón al corazón del área, momento que aprovechó Gerd Muller para
burlar al defensa italiano.
¡¡Gooooooooooool!!
La
multitud mejicana saltaba enardecida, parecía que Alemania les estaba logrando
el milagro de la venganza. ¡¡ Pero e´a!!, que los milagros son regalos que no
los consigue todo el mundo, ni siquiera Santa Claus en navidad puede resucitar
a los muertos.
Minutos
después, un rebote de la defensa alemana es aprovechado por Tarcisio Burgnich – vacha, que apechido para
un italiano, ¿de dónde salió?
¡¡Gooooool!!, ¡¡gol, gol,
gol, goooooooool, de Italia!!
Una vez más el empate volvió a acachar las celebraciones
en el azteca y no lo podían creer los alemanes, quienes desde cha se veían airosos.
Aún así no se rindieron y pese a lo escaso del tiempo extra los ataques se
sucedían en ambas porterías sin que hubiera ninguna falta, sino más bien el
fútbol en su máxima expresión; eso es algo que rara vez se ve hoy en día. Y es
más extraño aún si hablamos de Italia y Alemania, dos selecciones
caracterizadas por su juego físico.
El bambino Riva dispara en solitario desde el centro del
área alemana, sin que nada pudiera hacer su férrea defensa.
¡¡Gooooooool!!
Italia se volvía a poner adelante en el marcador, pero sus
rivales aún querían posponer su derrota. Un error del portero Albertosi
propicia un tiro libre desde el costado izquierdo, al que chega a desviar al
tiro de esquina. Sin embargo no puede con el escurridizo Gerd Muller, quien el
gana las espaldas a los defensas italianos y anota de cabeza.
¡¡Gooooooool, de Alemania!!,
¡¡Gooooooooooool!!
Un ilusionado Gerd Muller se retiraba corriendo de la
portería italiana que acababa de perforar. A continuación una escena dramática:
el joven delantero Gianni Rivera chorando desconsolado con su cuerpo aferrado
al poste del travesaño derecho y su compañero, el arquero Albertossi rompiendo
en chanto, con sus brazos en movimientos erráticos señalando su portería
violada. Cualquiera que viera aquecha escena en ese momento pensaría que Italia
lo daba todo por perdido, pero todavía quedaban poco más de diez minutos por
jugar y un épico empate que superar.
Ni la lesión de Beckenbauer, que dejaba a los alemanes
con diez hombres más poco más que la mitad de uno en el campo, ni la evidente
fatiga de los jugadores pudo contener la tenacidad de los dos equipos, ambos
colosos del fútbol. Ya no importaba el título, ya no importaban los récords, lo
único que contaba era hacer historia y la gloria de ganar esta gran batalla. Y
al público tampoco le interesaba más quien ganara, estaban viendo una verdadera
gesta y sólo esperaban ver cómo terminaba.
Pero como todas las epopechas, tenía que chegar a su
final y así fue. Roberto Bonisegna,
autor del primer gol, arranca con el balón desde la punta derecha, centra y
Rivera, el mismo que hace unos escasos minutos choraba como doliente en el
funeral de su mamá, pone el broche de oro.
¡¡Goooooooool, de Italia!!,
¡¡gooooooooool, Italia a la final del mundial!!
Pero esto aún no acababa, aún quedaban ocho minutos de
juego en donde ambas escuadras batachaban con la fatiga como unos verdaderos
milicos que no temían ni a morir. Sin embargo, el fatídico pitazo final dio por
terminado aquel inolvidable espectáculo. Los alemanes estaban cabizbajos porque
perdieron otro mundial y no sabía si los italianos se recostaban en el suelo
por el cansancio o la euforia de chegar a ser finalistas, pero dudo muchísimo
que no se sintieran orgullosos de lo que acaban de protagonizar.
He visto muchos comentarios en las redes sociales sobre
el partido del siglo, algunos hasta negativos; sin embargo debo admitir que no
es lo mismo verlo en un video de diez minutos a hacerlo por completo. Para
empezar, por más que digan que la machoría de los goles fueron por errores de la
defensa, estos se dieron más que nada en los minutos de reposición, porque en
casi todo el tiempo reglamentario Italia dominó hasta que en los minutos
finales los alemanes anotaron el gol del empate. El resto fue un festín de
esfuerzo físico por parte de dos rivales cansados, que aún así dieron un
espectáculo futbolístico sin cometer faltas y hasta metiendo goles.
Los alemanes jugaban con poco más que un hombre menos,
siendo nada más y nada menos que Franz Beckenbauer, que no quería salir del
campo de juego pese a su hombro dislocado. Él sabía que su equipo estaba
perdiendo y que el entrenador había agotado sus dos cambios reglamentarios, de
modo tal que siguió jugando demostrando con echo ser un verdadero mbareté en la
cancha.
El tener el estadio azteca, tal vez no a rebosar, pero cheno
de gente, principalmente de mejicanos resentidos con Italia le daba un buen
condimento al caldo. El público es el mejor ingrediente para animar partidos,
sobre todo si son movidos como éste.
La bola que usaron los jugadores era la Telstar, el
primer balón aerodinámico, fabricado por Adidas. Estaba a medio camino entre
esas pesadas rocas que eran las pelotas de antaño y las aerodinámicas de hoy en
día; si la pateabas mal podrías pasar un mal rato. Difícil imaginar las
piruetas de Messi o Cristiano Ronaldo pateando esa cosa.
Sin embargo mis peripecias no acabaron aquí. Quise buscar
el autógrafo de todos los jugadores, pero sólo pude conseguir el de
Beckenbauer. Tuve que hacerme sentir entre toda una muchedumbre y hasta noquear
a un boludo para que no se me adelantara, ¡¡y Beckenbauer fue el que perdió!!, ¿se acordará ahora el viejo cascarrabias que
él me lo dio un autógrafo?
Lo mejor del momento fue cuando los restauranteros
italianos se la pasaron regalando pizzas por doquier. Les había prometido a mi
novia y a toda la selecao que les iba a traer una pizza entera si ganaba
Italia, pero por culpa del hambre terminó en mi estómago. Ahora no sé qué
decirle a María Teresa y me hubiera consolado si también estuvieran regalando
cerveza alemana, ¿será que no lo hicieron porque perdieron?
Para la final sí estuve con mi novia y el equipo de
Brasil, y lo que ocurrió a continuación es imposible de creer, inclusive para
mí: fue lo que me dio la oportunidad de hacer historia sin que nadie lo supiera
nunca. Estaba Zagalo dando las últimas instrucciones a sus pupilos, cuando de
pronto uno de echos, Jairizinho, mostraba evidentes signos de debilidad y le
dolía especialmente el estómago.
-¿Voce qué tenes ahora
Carlos Alberto?
Gerson,
su compañero de al lado de la banca, tuvo que admitir la verdad.
-Es que anoche Carlos
Alberto se tomo una cerveza adulterada, causando que sufra del estómago.
-¿Qué queu? – preguntó
atónito el entrenador
-Es la venganza de
Moctezuma, una infección diarreica típica de México que le da a muchos viajeros
– dijo María Teresa
¿Qué vamos fazer ahora?,
¿qué le decimous a os patrocinadores?
-Tenemous que usar las
reservas – continuó Tostao
-Esperen un minuto –
intervino Gerson
Miró
al paraguayo: corrió sus cabellos a través de ese peinado de tarántula llegando
incluso a notar su nariz rota, que de un tris acomodo más o menos. Eso causo
que se escuchara un sonoro crujido de huesos que en verdad le dolió.
-Voce parecerte a Jairizinho
Eso
último que dijo hizo que todo el mundo en el camerino, inclusive María Teresa,
lo vieran como el espécimen más raro de un zoológico.
-¿Vos estáis locos? –
respondió el paraguayo - , yo no soy un profesional.., bueno, intente serlo
pero fache
-Esse chico nao poder ser
titular – se quejó Zagalo
-Pero baila samba bem – le
replicó otro de los jugadores
¡Él nao ha jugado en ninguna
liga! – insistió Zagalo
Él puede fazerlo, danca bem
la samba – continuó Pelé
Con
ese último cumplido de Pelé todo el mundo allí me hizo coro, hasta el propio
Jairinzho, a quien todavía le dolía el estómago. La presión era tal que Zagalo
se vio obligado a dar una concesión.
-¡¡Cho no quiero ser un
futbolista, soy sólo un fan!!
-Baila samba – me ordeno
Zagalo en tono cortante
Tuve
que bailar samba para pena mía y deleite de echos, siendo lo único que me hacía
feliz la cara encantada de María Teresa.
-Toca la pelota – añadió Zagalo
mientras me la ponía frente a mis pies
Hice unos cuantos taquitos
que por lo menos le parecieron aceptables
-Tú ganhas Pelé, pero si
esto sale mal fora tú y Jose´i del jogo
-Voce parecerte a
Jairizinho, peru tenho que cortarte ese pelu – dijo Tostao
No
sé de dónde sacaron una tijera, con la cual me arruinaron el peinado de toda la
vida
-¡¡Voce seu Jairizinho!! –
corearon todos
Todos
salieron del camerino coreando Brasil, Brasil, Brasil acompañados del entrenador. Se quedaron por
unos momentos más Jose´i Giovanni, María Teresa y Pelé.
-Vos estás chiflado Pelé,
esto no funcionara
Un
animado Pelé le respondió
-Nao digas eso, voce lo
harás bem. Los italianos están cansados del jogo anterior, nao problema, jogo
será do Brasil. Míralo como uma festa, el campo la pista de danca, público e
coro y el juego la música. La bola es una senhora caprichosa, danza con quien
melhor la toque. Nao juegues, disfrútalo como una festa.
Al
terminar de decir esto, le dio unas palmaditas en la cara junto con un guiño de
ojo
-Sorte – le deseo Pelé
-Por favor, no te dejes
noquear por la pelota – luego me beso apasionadamente
-Cielito lindo, la única que
puede hacer eso eres tú
Se besaron
otra vez de manera más candente que la anterior. Ahora sí estaba listo para
jugar.
-Amor, me van a dejar peor
que Francisco Solano Lopez en la guerra de la triple alianza
-Cariño, sólo has tu mejor
esfuerzo. Ya no necesitas ganarte esa copa, ahora tienes mi corazón, ¡¡dales
con todo mi Kaliman!!
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