jueves, 12 de junio de 2014

México 70 (7ma parte)


Carnaval de goles en el sambódromo azteca

El ambiente que se vivía en el estadio azteca era de algarabía total; esas multitudes eran mejicanas. Sin embargo, estaban coreando a Brazil. En verdad Pelé tenía razón: no era un partido sino una fiesta, la fiesta de Brazil; porque los dioses nos habían escogido para ser campeones.

Todos estaban con los nervios en punta, hasta que el árbitro sonó el silbato y el juego comenzó.

La primera acometida fue la brasileña, no sé si por el miedo que infundía Pelé o porque estábamos imponiendo nuestro ritmo al partido, pero así vino el pase largo de Tostao, que terminó siendo el gol de Pelé en la bien resguardada portería de Albertossi: ¡¡gooooooool!!



Ahí estaba cho, ante un corpulento italiano haciendo las cosas tal como me las dijo Pelé. Sentí que había parado el tiempo, ¿queres entenderme?: imaginate una película estilo matrix, donde el tipo volador le pega a mil malosos idénticos. Cho seguía achí sin moverme, del mismo modo que el italiano y con la pelota a nuestros pies, la cual parecía chamarme con el pálido reflejo de la luz del sol en su superficie. Quería que la bailara, la conquistara…

-Ven yiyi, te voy a enseñar como baila un paraguacho.

Logre hacer el pase que chego hasta Pelé, pero con tan mala suerte que el italiano se la quitó. Así fue como se dio el gol de Bonisegna. M´bore, esto no debería estar pasando, no lo recuerdo de esta forma. Mi salvación fue el pitazo final del primer tiempo que daba fin al calvario de manera momentánea, incluso a Pelé le anularon un gol a último minuto. En el descanso de los veinte minutos, descubrimos que Jairizinho  se sentía mejor.

-¿Cómo te sentís Jairizinho?

-Bastante bem

-Le di Pepto Bismol – añadió María Teresa

-Gracias mi amor – le dí un escandaloso beso que hizo que todos mis compañeros me miraran

-Vos cambiate conmigo, que cha me duelen los pies

-A jogar se ha dicho

Después de eso comencé a escuchar una voz salida de la nada

-Desperta dormilón, vamos a jugar

            Todo fue sólo un dulce sueño

-¿Qué paso?, ¿dónde toi?, ¿Jairizinho?

-Lo llevaron ao hospital, se sente muy mal

-¡¡Por favor cámbieme por otro, les voy a traer mala suerte!!

-Voce disculpa, nao hay tiempo

-¡¡No puede ser!!

El chico no tuvo más opción que volver a jugar. Pero sabía en el fondo de su corazón que era cuestión de tiempo para que los italianos perdieran el aliento tal como dijo Pelé, sólo había que bailar la pelota al ritmo de la fiesta tal como estaba haciendo hasta ese momento.

De pronto la vio a ella, justo detrás de la portería italiana

-¡¡Aquí estoy corazón!!

Era echa, mi María Teresa, que con su camisa verde amarela representaba todo un espectáculo para mis sentidos. Aquel ángel logró en mí el milagro que ni Pelé consiguió con sus consejos: devolverme las fuerzas. Tal vez la historia cha no iba a ser la misma, pero desde ese momento aquel partido se convertiría en mi carnaval.

La tensión en el segundo tiempo a causa del empate era evidente, con los dos equipos haciendo alarde de buen fútbol buscando perforar la portería contraria. Hubo bruscas caídas, entre echas la de Pelé, que fue derribado por Domingueli.

Súbitamente luego de un pase hacia mí, volví a congelar el tiempo, quedando otra vez frente a un boludo italiano con la pelota a nuestros pies. Estos se movían muy lentamente hacia la dama redonda, que parecía esperar pacientemente para sentir nuestro ritmo con el roce el contacto. Cho la toque primero, y con la samba de mis pasos le di la pelota a Gerson, que anoto el segundo. ¡¡Goooooool!!

El estadio se vistió de euforia y el público entro en trance bajo el hechizo del mantra, ¡¡Brazil, Brazil, Brazil!!

Había chegado el momento predicho por Pelé, el juego del siglo pasaba la factura y los italianos no tenían más que dar. Había comenzado el jolgorio carioca.

Gerson me paso la bola y no sabía qué hacer. El tiempo se paró de nuevo, la misma escena repetida. Todo se congelo nuevamente, parecía que el tiempo decidió darse un descanso, no escuchaba sonido alguno y la estatua italiana estaba frente a mí.

Repentinamente cho cha no necesitaba escuchar al público, mi corazón latía al ritmo de la samba, el frenesí se apodero de mi ser; cha no me importaba ganar ni perder, sólo disfrutar del juego y unirme al carnaval. Cuando menos lo espere, no sé como chego ese tercer gol, la victoria era nuestra. ¡¡Goooooooool!!

Pero sería el privilegio del rey Pelé dar la nota final, en la forma de un largo pase que chego a los pies del capitán Carlos Alberto, quien anota. ¡¡¡Gooooooooool, Brazil campeao do mundo!!


Parecía más Río de Janeiro que el distrito federal mexicano y a Pelé lo levantaron como si no fuera brasileño, hasta sombrero de charro le regalaron. Mas cho se que cambie la historia: Brazil debió haber ganado veinte a cero; me sirvió de consuelo que de todos modos el resultado fue el mismo. En medio de aquecha celebración, me acerque a la grada en donde estaba María Teresa y le dije.

-¿Vos queres casarte conmigo?

¡¡Sí!!

            Echa se quedo en mis brazos, quedando suspendida en el aire por la fuerza de mis músculos mientras pasaba sus delicados brazos por detrás de mi cuecho besándome con gran pasión.

-¿Me esperas?, me voy al baño

-Está bien mi amor, estaré aquí – respondió ella

            Fue directamente al baño, dejando casi toda su energía en el urinal, cuando se abrió un agujero de gusano arriba de él. Lo absorbió, dando inicio así a un corto e incómodo paseo al escenario de “En la nebulosa con Sirius Vader”. Cayó de glúteos sobre una sofisticada silla flotante con el uniforme de Brazil lleno de lodo y sudor.

-¡¡ssssss!!, ¡¡sssssss!!, ¡¡por fin tenemos de vuelta a nuestro afortunado ganador!!

            Se oye el grito eufórico del público.

-¡¡ssssss!!, ¡¡sssssss!, ¿cómo te fue terrícola?


            Él se abalanzo sobre el alien para entrarle a golpes.

-¡¡Vos tú culebra de pacotilla!!, ¡¡voy a terminar de matate si no me regresas a donde cho estaba!!

Tenía al presentador a su merced, cuando intervinieron Zib y Gurbu. Pese a que cada uno de ellos eran mucho más grandes y pesados que el chico, lo agarraron entre los dos, como si eso fuera tan necesario.

-¡¡ssssssss!!, ¡¡sssssss!!, ¡¡pero qué mal educado terrícola, con razón siguen siendo tan primitivos, ¡¡sssssssss!!! – hizo ese gesto sacando su larga lengua bífida de manera despectiva.

            A continuación se escuchan los abucheos del público

-¡¡¡sssssss!!!, ¡¡¡ssssssss!!!!, ¡¡en cuanto a la petición de regresarte a donde tú estabas, ¡¡sssssssss!!!, ¡¡¡los estatutos del programa!!!, ¡¡¡sssssssss!!, ¡¡establecen que sólo quien gane el sorteo tendrá derecho a un viaje en el tiempo de ida y vuelta al evento de su elección, eso hace que para que puedas pedirlo tendrás que ganarlo nuevamente!!, ¡¡sssssss!!!, ¡¡sssssss!!!, ¡¡espero que eso  nunca suceda de nuevo, humano primitivo!!!, ¡¡¡sssssss!!!, ¡¡¡sssssssssssssssss!!!!,  ¡¡¡sáquenlo de aquí!!!!

            Gurbu lo cargo como si fuera un muñeco de trapo. Cuando ya estaban detrás de los escenarios, Zip y Gurbu se pusieron a hablar con Jose´i Giovanni.

-Lamento que no hayas disfrutado del paseo como nosotros esperábamos. Me puso triste, – expresó Gurbu - ¡de verdad que eso me hizo llorar y disculpa que te cargara de ese modo, sólo hacia mi trabajo!

De sus extrañas mejillas salió una sustancia neón verdosa, probablemente sus lágrimas.

-No podemos devolverte al pasado, eso está demasiado regulado por las leyes de viaje en el tiempo. De todos modos queremos ayudarte de alguna forma

- ¡¡Oh!!, ¿de verdad podes hacerlo?, ¿podeis chevarme a donde vive María Teresa?

Ambos llevaron su mano derecha hacia la sien, realizando el típico saludo militar gringo.

-¡¡Sí señor!! – respondieron a coro

-¿Vos sois americanos o algún tipo de experimento fachido del área 51?

-No, es que vemos muchas de sus películas – dijo un sonriente Zip

-Y yo tengo una tía que vive en un apartamento en el área 51

-¡Hey Gurbu, no me sabía esa!!

-Es que tienen muy restringidas las visitas. Lo siento amigo, no te la pude presentar.











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