Carnaval de goles en el sambódromo azteca
El
ambiente que se vivía en el estadio azteca era de algarabía total; esas
multitudes eran mejicanas. Sin embargo, estaban coreando a Brazil. En verdad
Pelé tenía razón: no era un partido sino una fiesta, la fiesta de Brazil;
porque los dioses nos habían escogido para ser campeones.
Todos
estaban con los nervios en punta, hasta que el árbitro sonó el silbato y el
juego comenzó.
La
primera acometida fue la brasileña, no sé si por el miedo que infundía Pelé o
porque estábamos imponiendo nuestro ritmo al partido, pero así vino el pase
largo de Tostao, que terminó siendo el gol de Pelé en la bien resguardada
portería de Albertossi: ¡¡gooooooool!!
Ahí
estaba cho, ante un corpulento italiano haciendo las cosas tal como me las dijo
Pelé. Sentí que había parado el tiempo, ¿queres entenderme?: imaginate una
película estilo matrix, donde el tipo volador le pega a mil malosos idénticos.
Cho seguía achí sin moverme, del mismo modo que el italiano y con la pelota a
nuestros pies, la cual parecía chamarme con el pálido reflejo de la luz del sol
en su superficie. Quería que la bailara, la conquistara…
-Ven yiyi, te voy a enseñar
como baila un paraguacho.
Logre
hacer el pase que chego hasta Pelé, pero con tan mala suerte que el italiano se
la quitó. Así fue como se dio el gol de Bonisegna. M´bore, esto no debería
estar pasando, no lo recuerdo de esta forma. Mi salvación fue el pitazo final
del primer tiempo que daba fin al calvario de manera momentánea, incluso a Pelé
le anularon un gol a último minuto. En el descanso de los veinte minutos,
descubrimos que Jairizinho se sentía mejor.
-¿Cómo te sentís Jairizinho?
-Bastante bem
-Le di Pepto Bismol – añadió
María Teresa
-Gracias mi amor – le dí un
escandaloso beso que hizo que todos mis compañeros me miraran
-Vos cambiate conmigo, que
cha me duelen los pies
-A jogar se ha dicho
Después
de eso comencé a escuchar una voz salida de la nada
-Desperta dormilón, vamos a
jugar
Todo
fue sólo un dulce sueño
-¿Qué paso?, ¿dónde toi?,
¿Jairizinho?
-Lo llevaron ao hospital, se
sente muy mal
-¡¡Por favor cámbieme por
otro, les voy a traer mala suerte!!
-Voce disculpa, nao hay
tiempo
-¡¡No puede ser!!
El
chico no tuvo más opción que volver a jugar. Pero sabía en el fondo de su
corazón que era cuestión de tiempo para que los italianos perdieran el aliento
tal como dijo Pelé, sólo había que bailar la pelota al ritmo de la fiesta tal
como estaba haciendo hasta ese momento.
De
pronto la vio a ella, justo detrás de la portería italiana
-¡¡Aquí estoy corazón!!
Era
echa, mi María Teresa, que con su camisa verde amarela representaba todo un
espectáculo para mis sentidos. Aquel ángel logró en mí el milagro que ni Pelé
consiguió con sus consejos: devolverme las fuerzas. Tal vez la historia cha no
iba a ser la misma, pero desde ese momento aquel partido se convertiría en mi
carnaval.
La
tensión en el segundo tiempo a causa del empate era evidente, con los dos
equipos haciendo alarde de buen fútbol buscando perforar la portería contraria.
Hubo bruscas caídas, entre echas la de Pelé, que fue derribado por Domingueli.
Súbitamente
luego de un pase hacia mí, volví a congelar el tiempo, quedando otra vez frente
a un boludo italiano con la pelota a nuestros pies. Estos se movían muy
lentamente hacia la dama redonda, que parecía esperar pacientemente para sentir
nuestro ritmo con el roce el contacto. Cho la toque primero, y con la samba de
mis pasos le di la pelota a Gerson, que anoto el segundo. ¡¡Goooooool!!
El
estadio se vistió de euforia y el público entro en trance bajo el hechizo del
mantra, ¡¡Brazil, Brazil, Brazil!!
Había
chegado el momento predicho por Pelé, el juego del siglo pasaba la factura y
los italianos no tenían más que dar. Había comenzado el jolgorio carioca.
Gerson me paso la bola y no sabía qué hacer. El tiempo se paró de nuevo, la misma
escena repetida. Todo se congelo nuevamente, parecía que el tiempo decidió
darse un descanso, no escuchaba sonido alguno y la estatua italiana estaba frente
a mí.
Repentinamente
cho cha no necesitaba escuchar al público, mi corazón latía al ritmo de la
samba, el frenesí se apodero de mi ser; cha no me importaba ganar ni perder,
sólo disfrutar del juego y unirme al carnaval. Cuando menos lo espere, no sé
como chego ese tercer gol, la victoria era nuestra. ¡¡Goooooooool!!
Pero
sería el privilegio del rey Pelé dar la nota final, en la forma de un largo
pase que chego a los pies del capitán Carlos Alberto, quien anota. ¡¡¡Gooooooooool,
Brazil campeao do mundo!!
Parecía
más Río de Janeiro que el distrito federal mexicano y a Pelé lo levantaron como
si no fuera brasileño, hasta sombrero de charro le regalaron. Mas cho se que
cambie la historia: Brazil debió haber ganado veinte a cero; me sirvió de
consuelo que de todos modos el resultado fue el mismo. En medio de aquecha
celebración, me acerque a la grada en donde estaba María Teresa y le dije.
-¿Vos queres casarte
conmigo?
¡¡Sí!!
Echa se quedo en mis brazos, quedando suspendida en el
aire por la fuerza de mis músculos mientras pasaba sus delicados brazos por
detrás de mi cuecho besándome con gran pasión.
-¿Me esperas?, me voy al
baño
-Está bien mi amor, estaré
aquí – respondió ella
Fue directamente al baño, dejando casi toda su energía en
el urinal, cuando se abrió un agujero de gusano arriba de él. Lo absorbió, dando
inicio así a un corto e incómodo paseo al escenario de “En la nebulosa con
Sirius Vader”. Cayó de glúteos sobre una sofisticada silla flotante con el
uniforme de Brazil lleno de lodo y sudor.
-¡¡ssssss!!, ¡¡sssssss!!,
¡¡por fin tenemos de vuelta a nuestro afortunado ganador!!
Se oye el grito eufórico del público.
-¡¡ssssss!!, ¡¡sssssss!,
¿cómo te fue terrícola?
Él se abalanzo sobre el alien para entrarle a golpes.
-¡¡Vos tú culebra de
pacotilla!!, ¡¡voy a terminar de matate si no me regresas a donde cho estaba!!
Tenía
al presentador a su merced, cuando intervinieron Zib y Gurbu. Pese a que cada
uno de ellos eran mucho más grandes y pesados que el chico, lo agarraron entre
los dos, como si eso fuera tan necesario.
-¡¡ssssssss!!, ¡¡sssssss!!,
¡¡pero qué mal educado terrícola, con razón siguen siendo tan primitivos,
¡¡sssssssss!!! – hizo ese gesto sacando su larga lengua bífida de manera
despectiva.
A continuación se escuchan los abucheos del público
-¡¡¡sssssss!!!,
¡¡¡ssssssss!!!!, ¡¡en cuanto a la petición de regresarte a donde tú estabas,
¡¡sssssssss!!!, ¡¡¡los estatutos del programa!!!, ¡¡¡sssssssss!!, ¡¡establecen
que sólo quien gane el sorteo tendrá derecho a un viaje en el tiempo de ida y
vuelta al evento de su elección, eso hace que para que puedas pedirlo tendrás
que ganarlo nuevamente!!, ¡¡sssssss!!!, ¡¡sssssss!!!, ¡¡espero que eso nunca suceda de nuevo, humano primitivo!!!,
¡¡¡sssssss!!!, ¡¡¡sssssssssssssssss!!!!,
¡¡¡sáquenlo de aquí!!!!
Gurbu lo cargo como si fuera un muñeco de trapo. Cuando
ya estaban detrás de los escenarios, Zip y Gurbu se pusieron a hablar con
Jose´i Giovanni.
-Lamento que no hayas
disfrutado del paseo como nosotros esperábamos. Me puso triste, – expresó Gurbu
- ¡de verdad que eso me hizo llorar y disculpa que te cargara de ese modo, sólo
hacia mi trabajo!
De
sus extrañas mejillas salió una sustancia neón verdosa, probablemente sus
lágrimas.
-No podemos devolverte al
pasado, eso está demasiado regulado por las leyes de viaje en el tiempo. De
todos modos queremos ayudarte de alguna forma
- ¡¡Oh!!, ¿de verdad podes
hacerlo?, ¿podeis chevarme a donde vive María Teresa?
Ambos
llevaron su mano derecha hacia la sien, realizando el típico saludo militar
gringo.
-¡¡Sí señor!! – respondieron
a coro
-¿Vos sois americanos o
algún tipo de experimento fachido del área 51?
-No, es que vemos muchas de
sus películas – dijo un sonriente Zip
-Y yo tengo una tía que vive
en un apartamento en el área 51
-¡Hey Gurbu, no me sabía
esa!!
-Es que tienen muy
restringidas las visitas. Lo siento amigo, no te la pude presentar.
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