Primero
de diciembre del año 1012
Al
cabo de muchos años, ocurrió algo que cambiaría aún más mi vida,
la inminente muerte del dios Odín, el principal del panteón
nórdico. Todos los seres mitológicos, incluyendo dioses, estaban
alrededor de su lecho de muerte; le afectó mucho que la gente cada
vez más dejara de creer en él para reemplazarlo por el dios
cristiano. Me sorprendió que me mandara a llamar, luego puso sus
temblorosas manos junto a las mías y dijo lo siguiente:
-
Querido Nicolás, cof, cof, cof...
-
Soy todo oídos Odín.
-
A ti te dejo mi trineo con renos voladores y mi traje rojo, éste
tiene poderes mágicos cuyo alcance aún no imaginas.
-
Tienes un montón de hijos, de ellos Thor es tu predilecto, ¿además
que tengo yo de especial?
-
Cof, cof, ninguno de ellos va a seguir existiendo después que yo
muera, cof, cof, soy el pilar de la religión. Tú, en cambio eres
mortal, tu existencia no depende de que crean en ti o no, también
has brindado una gran alegría a muchas generaciones de nuestros
niños, te lo mereces. Con estos regalos, te facilitaré más tu
labor, lo que hará que llegues a los demás confines del mundo
repartiendo amor.
Odín
me esbozo una radiante sonrisa y luego expiró. Su cuerpo se
desvaneció lentamente, hasta que en su lecho no quedó ni rastro de
él. Desde ese momento, los pocos creyentes que quedaron de la vieja
religión se fueron convirtiendo lentamente al cristianismo, mientras
los demás seres mitológicos desaparecerían de la faz de la tierra,
todos menos los duendes. En ese momento esto no había ocurrido,
siendo lo único que me preocupaba que sin Odín mi condena era
absurda ya que no existía más la vieja religión, mi esclavitud
forzada carecía de sentido. Alberic se me acercó a mí y admitió
lo siguiente.
-
Nicolás, Odín ha muerto, eres libre.
-
Tú insinúas eso pero, ¿libre de qué?
-
Tu condena se basaba en que eras el principal promotor del
cristianismo, ahora que la vieja religión está muerta no hay caso.
-
Te equivocas Alberic, no puedo volver a mi lugar de origen porque
nadie en su sano juicio va a creer que después de tantos años estoy
vivo. Por lo tanto continuaré con mi labor en el taller, esta vez
usando lo que me dejó Odín.
Alberic
accedió a ser el supervisor de los duendes, yo en cambio me convertí
en la única persona que supuestamente trabajaba un sólo día al
año, el día del nacimiento de mi señor, pero si creen que es un
trabajo ridículamente fácil, nada más lejos de la realidad. Desde
antes de que escribas tu carta pidiéndome juguetes, sabemos de
antemano el que deseas y como son millones de niños, trabajamos los
trescientos sesenta y cinco días al año fabricando sin cesar, con
algo de ayuda de la magia.
Cierta
vez, llegué a escuchar a lo lejos, en parte gracias a la magia del
traje de Odín, a unos marineros pidiendo ayuda para calmar la
tempestad. Llegué volando sobre mi trineo, eché polvo de hada a las
nubes para calmar la tormenta, lo que funcionó. Luego atravesé de
cerca el barco con mi trineo de renos voladores, dejándolos con la
boca abierta, además de agradecidos.
-
¡¡Gracias Nicolás, gracias por salvarnos!!!
Así
fue como me convertí en el patrón de todos los navegantes.
Descubrí
que con el pasar de los años seguía con vida, teniendo la misma
edad. Lo que sucedía era que el traje de Odín tenía ciertas
propiedades mágicas que me proporcionaban algunas ventajas.
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Feliz tránsito desde Odin a San Nicolás. Gracias.
ResponderEliminarmuy buena prosa, a leer, sentir ese placer, tan especial.
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