jueves, 1 de agosto de 2013

Un ninja en la corte del rey Arturo (Capítulo 8)



Capítulo 8



El maestro Hinoi

Luego de haberse presentado ante Morgana y Mordred, Hinoi comenzó a conversar con ellos.

- ¿Así que tú también eres un ninja?

- Sí señora, estoy a su servicio.

- ¿Cómo es que hablas tan bien nuestro idioma?

- Madre, nos conocimos hace tres años en Corea, uno antes de llegar a Japón.

- Su hijo es un honorable guerrero- dijo Hinoi

- Madre, Morgan se unió a nuestros enemigos

Morgana lo miró con una expresión de indignación y ojos llenos de sangre.

- Entonces a él le tocará la misma suerte que Arturo, muerte!!!,  ¿a dónde se fue ese ninja?

- Creo saber  a dónde - afirmó Mordred - sígueme

Fueron hacia la almena de la torre más alta de la fortaleza, donde vieron a Hinoi, quien miraba el horizonte nocturno de aquellas tierras del norte, cuya oscuridad parecía iluminada por las ráfagas de lava que salían del lago alrededor de la fortaleza.

- Este país es extraño para mí.

- Te brindaremos lo que necesites, para que cumplas lo que se te encomendó - repuso Morgana.

- En mi tierra a ustedes los llamamos bárbaros.

Morgana y Mordred se quedaron atónitos cuando dijo eso, mas Morgana preguntó amablemente

- ¿Eso somos para ti?

- Aquí el bárbaro soy yo.

- Maestro, por ahora sólo te encargarás de enseñarme a usar la katana, luego hablaremos de encomendarte una misión, pero no es recomendable que trates de penetrar Camelot porque está protegida por el poderoso mago Merlín.

- Dices que el rey tiene un ninja a su servicio.

- Sí, su nombre es Fukushu.

- ¿Con que Fukushu?, ese muchacho.

- ¿Ustedes se conocen?, pregunta Morgana.

- Fukushu fue mi discípulo.

Hinoi dio la vuelta, para ponerse entre Morgana y Mordred.

- Necesito información de ese Arturo, quiero un mapa detallado de la isla y un sumario de los últimos movimientos de Fukushu.

- ¿Algo más maestro?

- Sí

Entonces, Hinoi sacó la Ryu que estaba en la vaina de Mordred, la subió a la cabeza de Morgana, cortándosela en el acto, luego partió a Mordred en dos.

Tiempo después, destruye la pared del dojo del emperador, echándola abajo con los cuerpos de unos derrotados samurai, dejando al descubierto al emperador Tensei , que estaba arrodillado en el piso.

- ¿¡¡¡Hinoi, cómo osas entrar aquí así?!!!!

El emperador trata de desenfundar su katana, pero Hinoi da unas cortadas en el aire con la Ryu, provocando que el cuerpo del emperador se consumiera en llamas, hasta quedar convertido en carbón.

Luego de cierto lapso cronológico, se ve a Hinoi, con traje y sombrero de emperador, color negro, arrodillado en el mismo lugar que antes estaba Tensei, frente a él estaba un numeroso grupo de ninjas que se hincaban a sus pies para darle reverencia.

- Salve, oh señor de las sombras.

Todo esto ocurría en la mente de Hinoi, quien tenía semblante inexpresivo.

- ¿Qué piensa Hinoi?

- Voy a mis aposentos, debo descansar.

Él se retira, dejando a Mordred y su madre hablando solos.

- ¿Pudiste leerle su mente?

Morgana continúo

- No pude, algo me lo impide lo que me dejó impresionada. Sin embargo no confío mucho en él, si notas algún intento de traición mátalo.

- Sí madre.

Más al sur, Arturo revisaba a los heridos más graves, que estaban en las camas de un monasterio cercano a Camelot, llamándoles poderosamente la atención los que habían sido heridos por las katanas de Mordred. Esto fue lo que conversó con Fukushu.

- Sir Seamus, Sir Dean, Sir Bran, muertos, Sir Bors, Sir Lionel, Sir Dinant y Sir Gawain heridos de gravedad, con cortadas precisas.

- Es el filo de la katana, nuestras armas son más poderosas que las suyas - dijo Fukushu

- ¿Hay algo que pueda contrarrestar ese poder?

- Yo les puedo dar la fórmula para fabricar esas espadas,  aunque eso también requerirá un entrenamiento especial.

- ¿Puedes hacer eso por nosotros?

- Desde luego, con una condición

- ¿Cuál?

- Que usted también entrene con nosotros.

Del rey se escuchó una leve risa.

- ¿En verdad crees que lo necesito?, el único que me ha vencido en combate ha sido Lancelot.

- No dudo de sus aptitudes marciales su majestad, pero Mordred tiene la Ryu, que es mucho más poderosa que la suya.

Arturo desenvainó la Excalibur, hizo unas hábiles maniobras con el arma y la mostró a Fukushu.

- ¿Más poderosa que Excalibur?, jojojo, no, nadie nunca ha podido con su poder, con ella puedo aplastar ejércitos, conquistar reinos.

- No me sorprende el poder de su espada, pero usted ya vio lo que una katana puede hacer, además usted fue vencido por Mordred en combate.

- Yo, ¡¡ja,jajaja,ja!!!, no, sólo le estaba dando algo de ventaja.

- Le demostraré lo equivocado que está, golpéeme a la cara.

El monarca lo miró de arriba a abajo, su pequeño y frágil cuerpecito apenas podría aguantar un roce de su puño.

- Noooo, olvídalo, no tengo nada en contra tuya.

Fukushu le da un puntapié en una de sus piernas, tan duro que enfureció al rey.

- ¡¡¡Esto lo lamentarás!!!
Lanza un puñetazo que es esquivado hábilmente por Fukushu, luego  aprovecha el leve giro hacia la dirección del puño tomando el otro antebrazo del rey, para presionarlo de espalda contra la pared.

- ¡¡¡Eres más fuerte de lo que pareces!!!

- En realidad, estoy usando su propia fuerza en su contra

- Esta bien, tú ganas, entrenaré contigo.

- A su orden, su majestad, igual recuerde esto, usted y Excalibur son lo único que puede vencer a Mordred

Días después, Fukushu fue testigo de una real audiencia, en donde el rey era el juez e impartía justicia. En aquella ocasión habían dos campesinos que estaban disputándose unas tierras.

- Su majestad, este hombre ha estado sembrando sus cultivos dentro de mi propiedad!!!!

- ¡¡Entiendan que no tengo suficiente parcela para sembrar, yo produzco mucho más que él, en cambio pasa un buen tiempo antes que él  coseche algo, el suelo no me alcanza!!!!

- Suficiente - dijo Arturo haciendo un gesto con la mano - , no pienso estar a favor o en contra de nadie, mi deseo es que se haga justicia; desde hoy, decreto, que a todos les va a tocar un mismo tamaño de parcela de tierra y que aquellos que han tenido más cosechas de los que su parcela pueda producir, se las dejaran a quienes tienen menos, lo cual no significa que no reciban una indemnización por esto, esta audiencia queda finalizada, siguiente.

Con este tipo de gesto, Fukushu se convencía cada vez más que las diferencias entre Arturo y su emperador no eran tales, ambos eran hombres sabios y justos que buscaban lo mejor para sus pueblos.

 En todo esto pensaba, cuando apareció un joven pregonero a toda prisa, llegando a postrarse ante el rey, siendo su cansancio evidente.

- Señor, lamento interrumpir la real audiencia, vengo a comunicarle que Sir Agravaine ha regresado de su campaña del norte.

Toda la corte y los súbditos presentes comenzaron un sonoro parloteo, incluso en el rostro de Cinnia se veía reflejada la euforia, su amado había vuelto.

Pronto los pregoneros sonaron sus trompetas desde las almenas de las torres romanas, para anunciar a lo lejos la llegada triunfal de una multitudinaria caravana.

Al frente de ella, con su centellante armadura y capa escarlata, con su bien parecido rostro descubierto, estaba Sir Agravaine, escoltado por Sir Gaheris y Sir Gareth, seguidos de otros caballeros menos conocidos, las tropas de infantería, muchas mujeres (en aquellos días, contrario a lo que se piensa hoy, las mujeres acompañaban a los hombres a los campos de batalla, si bien no para combatir al lado de ellos, ellas se encargaban de la alimentación, el cobijo, las atenciones, servicios de enfermería y algunas de ellas, daban servicios sexuales) y más atrás, encadenados como viles prisioneros, los vikingos derrotados, siendo custodiados por soldados. Todo Camelot y los alrededores gritaron de júbilo.

- ¡¡Agravaine, mi amor, regresaste!!! - dijo Cinnia, que corrió hacia su amado, quien la levantó en sus brazos a su caballo, la abrazó y la besó en la boca.

Poco después, Agravaine, acompañado de su ejército, le presentó al rey sus mejores trofeos.

- Este es el rey de Islandia - comenzó a mencionar Agraviane cada uno de los nombres de los reyes que conquistó, mientras los empujaba violentamente al piso a cada uno -, de Suecia, Dinamarca, Noruega e Islandia.

            Ellos se humillaron en el suelo, rindiéndole honores a su nuevo soberano, Arturo. La multitud coreaba vítores.

La celebración se traslada dentro de la fortaleza, en donde todos los caballeros de la mesa redonda ocupaban sus lugares, excepto el asiento prohibido. Agraviane ocupaba el suyo, acompañado de Cinnia, que estaba jubilosa, sentada en los fuertes muslos de su amado, a la vez que lo envolvía por el cuello con sus brazos. Fukushu llegó a observar que pese a que Agravaine era un hombre que todavía estaba en la flor de su juventud, su apuesto rostro denotaba la diferencia en años que le llevaba a Cinnia, a quien le parecía una adolescente comenzando a ser mujer; muy probablemente esa diferencia era mayor que la que él mismo le llevaba a su nueva amiga. 

Todos los demás cortesanos estaban sentados alrededor de los caballeros, para escuchar las muchas historias que tenía que contar Agravaine sobre sus campañas, siendo el único incómodo Morgan, que también tenía a Elvia en su regazo; parecía que todo lo que decía Agravaine le incomodaba.

- Ese tipo apenas llegó y lo reciben como si fuera Lancelot.

- Cariño, no te pongas celoso, tú también eres un gran guerrero - dijo Elvia mientras lo bombardeaba de besos.

- Esta corte apesta, ¿para qué voy a envidiarlo, si no me interesa esto?

Fukushu, en cambio, miraba con atención con su típico rostro inexpresivo.

- Eran tres enormes vikingos, con sus pesados mazos en la mano, yo sabía que había llegado mi hora.

- ¿Y qué hiciste? - preguntó la voz de un cortesano.

- Lo más sensato, huir.

La multitud rió a carcajadas con aquello, parecía que Agravaine tenía más un semblante de Lancelot, que aquel que describía Cinnia. Pronto, el rey Arturo levantó la copa.

- Un brindis por nuestro campeón Agravaine, a quien le encomendé una empresa imposible para regresar a Camelot con la gloria de haber convertido a nuestra isla, en un poderoso imperio, salud!!!

Todos brindaron, menos Morgan, que se tomó su trago de una vez.

Pasó el tiempo y Fukushu, quien todavía tenía el recuerdo de su último gran fracaso, se la pasaba demasiado ocupado, yendo y viniendo de un lado a otro, ya sea entrenando a los caballeros de la mesa redonda en las artes marciales, entrenando él mismo, siendo escoltado con Lancelot u otros caballeros, que hacían de guías ocasionales, para hacerlo conocer ese gran país; leyendo pergaminos de filosofía, de técnicas marciales o escribiendo sus impresiones al emperador, lo que no significaba que su mente dejara de ser un hervidero de pasiones reprimidas y preocupaciones extenuantes. Un día, mientras estaba en el balcón que daba a su habitación, observó a Cinnia, de espaldas a él en el piso de abajo mientras barría el lugar, contemplándola con una atención especial lo que hizo sospechar en ella que alguien la observaba; al girar la cabeza hacia el lado de Fukushu vio que no había nadie, de modo que siguió barriendo. Fukushu trató de no pensar en eso, por lo que puso toda su atención en los pergaminos escritos en japonés, hasta que se quedó dormido cayendo frente a ellos.

Tuvo un sueño de lo más extraño, parecía que estaba dentro de una nube blanca, no viendo más allá que humo del mismo color, hasta que, del envoltorio de nubes se abría paso una figura conocida. Era Kijutsu, el hechicero del emperador.

- ¿Qué haces aquí, en mi sueños?

- Sé que estás muy atento a tu misión muchacho, pero veo que algo te turba.

Fukushu vaciló un poco, pero dio una respuesta de inmediato.

- Soy un ninja, no me dejo turbar por nada.

- ¿Entonces por qué escucho a tu corazón palpitar tan rápido?, ¿acaso alguien se está adueñando de él?

Esa era la razón por la que Fukushu no gustaba de los hechiceros, siempre sabían lo que uno pensaba aún sin decírselo.

- Ella es sólo una distracción, no me interesa.

Kijutsu fue más directo.

- ¿La amas?

- Es un privilegio que se me negaría aunque yo realmente lo deseara, ella es de otro hombre.

Kijutsu pegó una pequeña pero sonora risita, luego dijo.

- Fukushu, hay muchos futuros, nunca sabemos cuál de ellos nos tocara, incluso a veces ni nosotros los magos. Para ti sólo tengo una advertencia, ¿cuál futuro quieres, ser un guerrero sabio que escucha la voz de su corazón o una máquina de guerra, como tu maestro Hinoi?, sólo tú tienes la respuesta.

Después de esto, Fukushu se despertó, pensando que aquel sueño podría ser una experiencia real.

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