Capítulo 8
El maestro Hinoi
Luego de haberse presentado ante Morgana y Mordred, Hinoi comenzó a
conversar con ellos.
- ¿Así que tú
también eres un ninja?
- Sí señora, estoy
a su servicio.
- ¿Cómo es que
hablas tan bien nuestro idioma?
- Madre, nos
conocimos hace tres años en Corea, uno antes de llegar a Japón.
- Su hijo es un
honorable guerrero- dijo Hinoi
- Madre, Morgan se
unió a nuestros enemigos
Morgana lo miró
con una expresión de indignación y ojos llenos de sangre.
- Entonces a él le
tocará la misma suerte que Arturo, muerte!!!, ¿a dónde se fue ese ninja?
- Creo saber
a dónde - afirmó Mordred - sígueme
Fueron hacia la almena de la torre más alta de la fortaleza, donde
vieron a Hinoi, quien miraba el horizonte nocturno de aquellas tierras del
norte, cuya oscuridad parecía iluminada por las ráfagas de lava que salían del
lago alrededor de la fortaleza.
- Este país es
extraño para mí.
- Te brindaremos
lo que necesites, para que cumplas lo que se te encomendó - repuso Morgana.
- En mi tierra a
ustedes los llamamos bárbaros.
Morgana y Mordred se quedaron atónitos cuando dijo eso, mas Morgana
preguntó amablemente
- ¿Eso somos para
ti?
- Aquí el bárbaro
soy yo.
- Maestro, por
ahora sólo te encargarás de enseñarme a usar la katana, luego hablaremos de
encomendarte una misión, pero no es recomendable que trates de penetrar
Camelot porque está protegida por el poderoso mago Merlín.
- Dices que el rey
tiene un ninja a su servicio.
- Sí, su nombre es
Fukushu.
- ¿Con que
Fukushu?, ese muchacho.
- ¿Ustedes se
conocen?, pregunta Morgana.
- Fukushu fue mi
discípulo.
Hinoi dio la
vuelta, para ponerse entre Morgana y Mordred.
- Necesito
información de ese Arturo, quiero un mapa detallado de la isla y un sumario de
los últimos movimientos de Fukushu.
- ¿Algo más
maestro?
- Sí
Entonces, Hinoi sacó la Ryu que estaba en la vaina de Mordred, la subió
a la cabeza de Morgana, cortándosela en el acto, luego partió a Mordred en dos.
Tiempo después, destruye la pared del dojo del emperador, echándola
abajo con los cuerpos de unos derrotados samurai, dejando al descubierto al
emperador Tensei , que estaba arrodillado en el piso.
- ¿¡¡¡Hinoi, cómo
osas entrar aquí así?!!!!
El emperador trata de desenfundar su katana, pero Hinoi da unas cortadas
en el aire con la Ryu, provocando que el cuerpo del emperador se consumiera en
llamas, hasta quedar convertido en carbón.
Luego de cierto lapso cronológico, se ve a Hinoi, con traje y sombrero
de emperador, color negro, arrodillado en el mismo lugar que antes estaba
Tensei, frente a él estaba un numeroso grupo de ninjas que se hincaban a sus
pies para darle reverencia.
- Salve, oh señor
de las sombras.
Todo esto ocurría en la mente de Hinoi, quien tenía semblante
inexpresivo.
- ¿Qué piensa
Hinoi?
- Voy a mis
aposentos, debo descansar.
Él se retira,
dejando a Mordred y su madre hablando solos.
- ¿Pudiste leerle
su mente?
Morgana continúo
- No pude, algo me
lo impide lo que me dejó impresionada. Sin embargo no confío mucho en él, si
notas algún intento de traición mátalo.
- Sí madre.
Más al sur, Arturo revisaba a los heridos más graves, que estaban en las
camas de un monasterio cercano a Camelot, llamándoles poderosamente la atención
los que habían sido heridos por las katanas de Mordred. Esto fue lo que
conversó con Fukushu.
- Sir Seamus, Sir
Dean, Sir Bran, muertos, Sir Bors, Sir Lionel, Sir Dinant y Sir Gawain heridos
de gravedad, con cortadas precisas.
- Es el filo de la
katana, nuestras armas son más poderosas que las suyas - dijo Fukushu
- ¿Hay algo que
pueda contrarrestar ese poder?
- Yo les puedo dar
la fórmula para fabricar esas espadas, aunque eso también requerirá un
entrenamiento especial.
- ¿Puedes hacer
eso por nosotros?
- Desde luego, con
una condición
- ¿Cuál?
- Que usted
también entrene con nosotros.
Del rey se escuchó una leve risa.
- ¿En verdad crees
que lo necesito?, el único que me ha vencido en combate ha sido Lancelot.
- No dudo de sus
aptitudes marciales su majestad, pero Mordred tiene la Ryu, que es mucho más
poderosa que la suya.
Arturo desenvainó
la Excalibur, hizo unas hábiles maniobras con el arma y la mostró a Fukushu.
- ¿Más poderosa
que Excalibur?, jojojo, no, nadie nunca ha podido con su poder, con ella puedo
aplastar ejércitos, conquistar reinos.
- No me sorprende el
poder de su espada, pero usted ya vio lo que una katana puede hacer, además
usted fue vencido por Mordred en combate.
- Yo,
¡¡ja,jajaja,ja!!!, no, sólo le estaba dando algo de ventaja.
- Le demostraré lo
equivocado que está, golpéeme a la cara.
El monarca lo miró de arriba a abajo, su pequeño y frágil cuerpecito
apenas podría aguantar un roce de su puño.
- Noooo, olvídalo,
no tengo nada en contra tuya.
Fukushu le da un
puntapié en una de sus piernas, tan duro que enfureció al rey.
- ¡¡¡Esto lo
lamentarás!!!
Lanza un puñetazo que es esquivado hábilmente por Fukushu, luego
aprovecha el leve giro hacia la dirección del puño tomando el otro
antebrazo del rey, para presionarlo de espalda contra la pared.
- ¡¡¡Eres más
fuerte de lo que pareces!!!
- En realidad,
estoy usando su propia fuerza en su contra
- Esta bien, tú
ganas, entrenaré contigo.
- A su orden, su
majestad, igual recuerde esto, usted y Excalibur son lo único que puede vencer
a Mordred
Días después, Fukushu fue testigo de una real audiencia, en donde el rey
era el juez e impartía justicia. En aquella ocasión habían dos campesinos que
estaban disputándose unas tierras.
- Su majestad,
este hombre ha estado sembrando sus cultivos dentro de mi propiedad!!!!
- ¡¡Entiendan que
no tengo suficiente parcela para sembrar, yo produzco mucho más que él, en
cambio pasa un buen tiempo antes que él coseche algo, el suelo no me
alcanza!!!!
- Suficiente -
dijo Arturo haciendo un gesto con la mano - , no pienso estar a favor o en
contra de nadie, mi deseo es que se haga justicia; desde hoy, decreto, que a
todos les va a tocar un mismo tamaño de parcela de tierra y que aquellos que
han tenido más cosechas de los que su parcela pueda producir, se las dejaran a
quienes tienen menos, lo cual no significa que no reciban una indemnización por
esto, esta audiencia queda finalizada, siguiente.
Con este tipo de gesto, Fukushu se convencía cada vez más que las
diferencias entre Arturo y su emperador no eran tales, ambos eran hombres
sabios y justos que buscaban lo mejor para sus pueblos.
En todo esto pensaba, cuando
apareció un joven pregonero a toda prisa, llegando a postrarse ante el rey,
siendo su cansancio evidente.
- Señor, lamento
interrumpir la real audiencia, vengo a comunicarle que Sir Agravaine ha
regresado de su campaña del norte.
Toda la corte y los súbditos presentes comenzaron un sonoro parloteo,
incluso en el rostro de Cinnia se veía reflejada la euforia, su amado había
vuelto.
Pronto los pregoneros sonaron sus trompetas desde las almenas de las
torres romanas, para anunciar a lo lejos la llegada triunfal
de una multitudinaria caravana.
Al frente de ella, con su centellante armadura y capa escarlata, con su
bien parecido rostro descubierto, estaba Sir Agravaine, escoltado por Sir Gaheris
y Sir Gareth, seguidos de otros caballeros menos conocidos, las tropas de
infantería, muchas mujeres (en aquellos días, contrario a lo que se piensa hoy,
las mujeres acompañaban a los hombres a los campos de batalla, si bien no para
combatir al lado de ellos, ellas se encargaban de la alimentación, el cobijo,
las atenciones, servicios de enfermería y algunas de ellas, daban servicios
sexuales) y más atrás, encadenados como viles prisioneros, los vikingos
derrotados, siendo custodiados por soldados. Todo Camelot y los alrededores
gritaron de júbilo.
- ¡¡Agravaine, mi
amor, regresaste!!! - dijo Cinnia, que corrió hacia su amado, quien la levantó
en sus brazos a su caballo, la abrazó y la besó en la boca.
Poco después, Agravaine, acompañado de su ejército, le presentó al rey
sus mejores trofeos.
- Este es el rey
de Islandia - comenzó a mencionar Agraviane cada uno de los nombres de los
reyes que conquistó, mientras los empujaba violentamente al piso a cada uno -,
de Suecia, Dinamarca, Noruega e Islandia.
Ellos se humillaron en el suelo,
rindiéndole honores a su nuevo soberano, Arturo. La multitud coreaba vítores.
La celebración se traslada dentro de la fortaleza, en donde todos los
caballeros de la mesa redonda ocupaban sus lugares, excepto el asiento
prohibido. Agraviane ocupaba el suyo, acompañado de Cinnia, que estaba
jubilosa, sentada en los fuertes muslos de su amado, a la vez que lo envolvía
por el cuello con sus brazos. Fukushu llegó a observar que pese a que Agravaine
era un hombre que todavía estaba en la flor de su juventud, su apuesto rostro
denotaba la diferencia en años que le llevaba a Cinnia, a quien le parecía una
adolescente comenzando a ser mujer; muy probablemente esa diferencia era mayor
que la que él mismo le llevaba a su nueva amiga.
Todos los demás cortesanos estaban sentados alrededor de los caballeros,
para escuchar las muchas historias que tenía que contar Agravaine sobre sus
campañas, siendo el único incómodo Morgan, que también tenía a Elvia en su
regazo; parecía que todo lo que decía Agravaine le incomodaba.
- Ese tipo apenas
llegó y lo reciben como si fuera Lancelot.
- Cariño, no te
pongas celoso, tú también eres un gran guerrero - dijo Elvia mientras lo
bombardeaba de besos.
- Esta corte
apesta, ¿para qué voy a envidiarlo, si no me interesa esto?
Fukushu, en cambio, miraba con atención con su típico rostro
inexpresivo.
- Eran tres enormes
vikingos, con sus pesados mazos en la mano, yo sabía que había llegado mi hora.
- ¿Y qué hiciste?
- preguntó la voz de un cortesano.
- Lo más sensato,
huir.
La multitud rió a carcajadas con aquello, parecía que Agravaine tenía
más un semblante de Lancelot, que aquel que describía Cinnia. Pronto, el rey
Arturo levantó la copa.
- Un brindis por
nuestro campeón Agravaine, a quien le encomendé una empresa imposible para
regresar a Camelot con la gloria de haber convertido a nuestra isla, en un
poderoso imperio, salud!!!
Todos brindaron,
menos Morgan, que se tomó su trago de una vez.
Pasó el tiempo y Fukushu, quien todavía tenía el recuerdo de su último
gran fracaso, se la pasaba demasiado ocupado, yendo y viniendo de un lado a
otro, ya sea entrenando a los caballeros de la mesa redonda en las artes
marciales, entrenando él mismo, siendo escoltado con Lancelot u otros
caballeros, que hacían de guías ocasionales, para hacerlo conocer ese gran
país; leyendo pergaminos de filosofía, de técnicas marciales o escribiendo sus
impresiones al emperador, lo que no significaba que su mente dejara de ser un
hervidero de pasiones reprimidas y preocupaciones extenuantes. Un día, mientras
estaba en el balcón que daba a su habitación, observó a Cinnia, de espaldas a
él en el piso de abajo mientras barría el lugar, contemplándola con una
atención especial lo que hizo sospechar en ella que alguien la observaba; al
girar la cabeza hacia el lado de Fukushu vio que no había nadie, de modo que
siguió barriendo. Fukushu trató de no pensar en eso, por lo que puso toda su
atención en los pergaminos escritos en japonés, hasta que se quedó dormido
cayendo frente a ellos.
Tuvo un sueño de lo más extraño, parecía que estaba dentro de una nube
blanca, no viendo más allá que humo del mismo color, hasta que, del envoltorio
de nubes se abría paso una figura conocida. Era Kijutsu, el hechicero del
emperador.
- ¿Qué haces aquí,
en mi sueños?
- Sé que estás muy
atento a tu misión muchacho, pero veo que algo te turba.
Fukushu vaciló un
poco, pero dio una respuesta de inmediato.
- Soy un ninja, no
me dejo turbar por nada.
- ¿Entonces por
qué escucho a tu corazón palpitar tan rápido?, ¿acaso alguien se está adueñando
de él?
Esa era la razón por la que Fukushu no gustaba de los hechiceros,
siempre sabían lo que uno pensaba aún sin decírselo.
- Ella es sólo una
distracción, no me interesa.
Kijutsu fue más
directo.
- ¿La amas?
- Es un privilegio
que se me negaría aunque yo realmente lo deseara, ella es de otro hombre.
Kijutsu pegó una pequeña pero sonora risita, luego dijo.
- Fukushu, hay
muchos futuros, nunca sabemos cuál de ellos nos tocara, incluso a veces ni
nosotros los magos. Para ti sólo tengo una advertencia, ¿cuál futuro quieres,
ser un guerrero sabio que escucha la voz de su corazón o una máquina de guerra,
como tu maestro Hinoi?, sólo tú tienes la respuesta.
Después de esto, Fukushu se despertó, pensando que aquel sueño podría
ser una experiencia real.
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