Aquel hombre rechoncho y barrigudo, con aspecto de haberse embriagado tres días seguidos y cuya panza resaltaba de su camisa abotonada, hubiera pasado desapercibido como tantos otros por la mezcla de lástima y asco que suscitaba a los habitantes de Los Ángeles de no ser por un pequeño detalle: tenía poderes síquicos.
Esos
dotes especiales que poseía y que ignoro si son de origen genético o alguna
manipulación del gobierno estadounidense, otra potencia o de mi archí enemigo
Mengele – Dudo mucho que sea de origen genético, porque no se ha comprobado
científicamente siquiera el fenómeno de la telepatía –, harían que la gente lo
viera como un virtuoso prodigio de no ser por una cosa más: estaba causando
daño a la gente y sus propiedades.
El
individuo estaba cerca del legendario Teatro Chino de Hollywood, a punto de
destruirlo envuelto en medio de un remolino creado por él mismo, de todo tipo
de objetos de diversos pesos, automóviles incluidos, que giraban en el aire alrededor
de su cuerpo, como si se tratara de un planeta. Sin duda alguna, así debía
estar su mente: un remolino de ideas locas y absurdas, producto de los más
grandes prejuicios y los discursos de algún gurú lavador de cerebros.
Su
nombre tampoco tenía nada de extraordinario, se llamaba John Mullings; nada
mercadeable para un aprendiz de supervillano. De lo único que estaba seguro es
que representaba una amenaza para la gente alrededor y su cara de insomnio y
furia era suficiente para que las autoridades le tuvieran miedo. También era
obvio que su extraño poder afectaba de alguna forma mi capacidad de hacerme
invisible y, para bien o para mal, era muy fácil para cualquiera darse cuenta
de que yo estaba allí.
-
Oye, bestia sin alma, supongo que eres ese fenómeno que de cuando en cuando
aparece por YouTube ¿Tienes miedo de enfrentarme?
Realmente
no es que le tuviera miedo; me he enfrentado a enemigos peores que él, como 1Sigfried
Mengele y sus fuerzas de Nueva Thule, 2Xonoma,
Ganma y hasta Anu el desolador, el último 3anunaki.
Lo único que me detenía era debate abstracto que, en este momento, se gestaba
en mi cabeza ¿Tengo que ayudar a una humanidad que parece haber decidido el
camino hacia su propia autodestrucción? Este ser parecía el subproducto de
algún experimento científico o algo así; quizá esa es la razón por las cuales
ni el gobierno federal o los del Área 51 no actuaran. Sin lugar a dudas,
querían ver el potencial destructor de su nuevo juguete. Pero lo peor de todo
era esto: sus ideas locas, compartidas por millones de personas alrededor del
mundo, era el verdadero detonante de esta baratija de arma de destrucción
masiva; daba igual si tenía poderes síquicos o un chaleco bomba, su intención
era lo que realmente lo hacía peligroso. Si lo detenía a él, también tendría
que combatir con tod@s l@s terroristas del mundo, que a su vez eran el
subproducto de una sociedad desigual y excluyente; no tenían remedio a menos
que encontraran la paz en sí mismos.
Tampoco
veía que intentaran lanzarle una bomba inteligente desde un avión o algún
misil; el tipo de municiones que sí le harían efecto, ya que, por lo que podía
ver, las que les había disparado la policía todavía estaban girando alrededor
de su órbita, alimentando la basura que giraba alrededor de él y quizá también
dentro de su propia mente.
-Reverendo
Mullings – que así se hacía llamar susodicho personaje cuando todavía no era
más que un simple mortal -, por favor, no me obligue a usar mi poder contra
usted; sé que en su comunidad alguna vez fue un hombre políticamente correcto y
respetado por sus seguidores. No arruine su reputación con un acto de mero
terrorismo.
-
¿Terrorista yo? Bestia sin alma ¿Acaso no te has dado cuenta de que quienes
filmaron esa película son los verdaderos terroristas, sembrando mentiras sobre
mi congregación?
Y
esa era la razón que me movía a actuar contra este tipo, no tanto el daño
colateral que causan a diario este tipo de individuos con sus retorcidas ideas;
si lo dejaba ganar, no sólo destruiría el teatro chino, mataría más gente,
causaría otros daños colaterales o arruinaría el estreno de una película: lo
suyo sería un atentado contra la libertad de expresión. No haría falta que
otr@s loc@s tuvieran poderes síquicos para realizar este tipo de actos; los
ataques terroristas se pueden realizar por cualquier medio, incluso con una
computadora o un teléfono inteligente.
Sólo
imaginen un mundo donde no puedas expresar tus ideas por miedo a que te maten, un
mundo donde las mejores de estas no puedan llevarse en práctica por culpa de
unos retrógrados; si asumimos que la gran mayoría de esa humanidad ya tiene el
carácter retorcido y van directo a su autodestrucción, el miedo reforzaría aún
más sus barreras mentales para recibir otro tipo de mensaje y reflexionarlo
antes de que sea demasiado tarde. Ahora visualicen que los titulares noticiosos
hablen de un troglodita con super poderes que destruye medio Los Ángeles, el
teatro chino y detiene el estreno mundial de una película que critica la secta de
su dios yuba; su poder de persuasión sería aún mayor que el de Osama Bin Laden
cuando supuestamente destruyo las Torres Gemelas.
-¡¡Bestia sin alma!! ¡¿Aun no haces nada?! ¡¡Ja!! El señor Yuba me ha puesto sobre ti,
de modo que ni tú ni el ejército más poderoso hará temer mi corazón.
No
es que tema detenerlo, pero la cuestión era hacerlo sin causar daño colateral
ni tampoco matarlo a él. Si mi lesionada hermana Kahena estuviera aquí, me
diría que actuara ya, pero nunca he sido un mapuche impetuoso.
-¡¡La mano de Yuba está conmigo!! ¡¡Yuba es grande!!
-¡¡La mano de Yuba está conmigo!! ¡¡Yuba es grande!!
Así
que, tenía que decidir mi curso de acción, pero muy rápidamente, ya el Teatro
Chino ha recibido un buen par de rasguños en sus paredes por los restos de
chatarra. El objetivo era detenerlo y una vez que haya cedido de usar su poder,
evitar que los objetos que levitaban en el aire se cayeran al suelo; así no
causarían más daño colateral y los objetos de esos que tenían dueñ@s o
regresarían intactos o con el menor daño posible. En menos de lo que aparece un
relámpago se me ocurrieron tres maneras de lograrlo.
1.Causar
una pulsión electromagnética: podría anular su poder, lo malo es que, además de
causarle un paro cardiaco, podría detener un montón de vehículos y aparatos
eléctricos a varios kilómetros a la redonda; tampoco se podría descartar un
posible apagón.
2.
Dispararle una leve descarga electromagnética a su cerebro: No lo mataría, tan
sólo le causaría un efecto hipnosis que lo dejaría bajo control; el problema es
que existía una mínima posibilidad de fallar con tanto vehículo y maquinaria girando
alrededor de ese sicópata, unos verdaderos escudos flotantes; todos girando en
un radio de aproximadamente un kilómetro entre cuatrocientos y mil kilómetros
por hora.
Aun asumiendo que el rayo fuera a la velocidad
de la luz, que es muy superior a la velocidad de giro de esos objetos, un dos
por ciento de probabilidades de fallar podría ser lo suficientemente fatal como
para que unas de las chatarras más pesadas dieran contundentemente a las
paredes el teatro chino o mataran a otras personas.
3.
Acercarme yo mismo hacia el reverendo: De las tres era la opción más segura y
de mayores posibilidades de éxito. Debía viajar sólo entre uno a diez por
ciento de la velocidad de la luz, lo suficiente para no embestir al reverendo
Mullings con mis más de trescientas libras de peso a gran velocidad y con la
protección de un reducido campo de fuerza electromagnético alrededor de mi
cuerpo, lo que me ahorraría bastante dolor si me chocaba con una de esas cosas
flotantes. Los únicos inconvenientes que habían eran los siguientes: tenía que
absorber parte de la fuerza gravitacional de la tierra para detenerme a unos
tres o cinco centímetros del cuerpo de Mullings para no causarle daño; logrado
eso, le dispararía una pequeña descarga electromagnética a su con un efecto
similar a los que causan los aparatos taser en los criminales. También existía
la posibilidad de que si uno de los objetos rebotaban contra la barrera que
cubrirá mi cuerpo, podría desviarlas los centímetros suficientes como para
desviar su veloz trayectoria, causando que golpeara contra algo o alguien;
además de eso, si bien el impacto no me haría daño, a la velocidad en que tenía
que desplazar la masa de mi cuerpo estaría lo suficientemente dilatada como
para que el impacto del choque me desviara de mi trayectoria, causando que no
solamente no me acercara a Mullings, sino que saldría volando a velocidades
cercanas a la luz y entonces sería yo el misil que embistiera a algo o alguien
y a mí no me gusta causar bajas colaterales – Es un principio fundamental de
aerodinámica aeroespacial que actualmente se está tomando en cuenta para viajes
interestelares y que sin duda alguna mis enemig@s de Nueva Thule entienden a la
perfección: ya son los dueños del sistema solar -. Siempre que me enfrento a
este tipo de amenazas, me encanta hacerlo lejos de lugares muy poblados y
evitar causar daño alguno por mínimo que sea; si lo hago, procuro repararlo y
hipnotizar a l@s testig@s para que no recuerden lo que paso. Discúlpenme si soy
muy reservado, pero no busco publicidad por mis acciones ni tengo una cuenta de
Facebook o Youtube para conseguir seguidor@s.
Esta
opción tenía una posibilidad de entre uno y cero punto cero uno por ciento de
fallar, pero era la más viable, así que me decidí por esta. Para suerte mía, ni
era un elefante con poderes electromagnéticos para aplastar a John Mullings y
tampoco este aprendiz de síquico era capaz de mover camiones o contenedores, o
tal vez ni se le ocurrió ni sabía cómo.
-¡¡Voy
a hacerte bistec de caballo, criatura de rodeo!!
De
algún modo concordaba con mí, ya basta de rodeos, así que, a la carga.
-¡¡Marichiwew!!4
Si
te tengo que describir con mis propias palabras lo que ocurrió luego, te
resultará una imagen de lo más bizarra: imagínate que te acercaras en cuestión
de uno a cero uno punto nueve segundos
hacia una figura amorfa color gris oscuro – como el traje andrajoso del
reverendo Mullings -, con una marca color piel en su centro y que en el propio
centro de esa marca hubiera un punto negro, o sea, su ombligo; visualízate viajando hacia eso con
tu campo visual envuelto por haces de luz salidos de la nada que van en
dirección opuesta a la tuya y encima de eso ondas electromagnéticas en espiral
también girando alrededor de ese mismo campo. Que además de esos efectos
visuales, puedas abrirte paso con suma facilidad por las brechas abiertas de
aquel torbellino de cosas que giran alrededor de aquel maniático y que estas
estén suspendidas en el aire, siendo tú lo único que se mueve; te estaría
contando una escena mezcla de una escena de la película matrix, star wars y con
algunas cosas salidas de la serie “Flash”. El problema es que es precisamente
algo fue algo que viví, no que me invente y si me escuchara Kahena, sin duda
alguna reforzaría su idea de que soy un mapuche nerd, cosa que ya no me avergüenza;
más me hace sentir mal que me digan que soy un caballo con poderes electromagnéticos, como si no pudiera
hacer otra cosa. Hay veces que extraño volver a ser humano, no porque sean la
mejor especie del mundo, pero al menos tendría la vida de un mapuche normal.
Por
fin, logré frenar justo a unos centímetros del cuerpo del fanático, con mi
cuerpo levitando a más de cincuenta centímetros en el aire; todo lo hice con la
ayuda de la fuerza gravitacional de la tierra, de la que absorbí un poco; por
poco y fallo. Le logre disparar la pequeña descarga electromagnética a su
cabeza, dejándolo paralizado en el acto mas no muerto, anulando su voluntad y
sus poderes; luego de eso, logre hacer que los objetos que giraban alrededor
del fanático siguieran levitando en el aire, sin moverse y evitando que
causaran destrozos con el impacto de la caída al suelo. Incluso, dejé al propio
Mullings levitando en el aire para evitarle una mala caída.
Tras
esta acción, escuché el grito del tipo, aunque ya estaba mudo y flotando en el
aire como toda la chatarra que, hasta hace poco, manipulaba.
-¡¡En
el nombre de Yuba, bestia del infierno, te ordeno que…!!
Eso
era todo lo que oí, la explicación más simple que pude hallar era la siguiente:
todo lo que realice fue a velocidad similar al relámpago, en otras palabras,
casi a velocidad luz; al igual que sucede en ese tipo de fenómenos
atmosféricos, la luz apareció primero y luego el sonido, pues este es mucho más
lento que la luz, al menos en la atmósfera terrestre. Es prácticamente el mismo
fenómeno cuando un avión supersónico vuela en el aire y te corta la voz, por
romper la velocidad del sonido; creo que esto fue hasta más rápido que eso,
porque Mullings ni siquiera abrió su boca, lo que parece extraño tomando en
cuenta que el sonido debió salir de alguna fuente ¿Efecto matrix? ¿Acaso ese es
el resultado de romper la velocidad del sonido usando, aunque sea un poco, la
velocidad de la luz? Francamente no tengo explicación alguna a esta rareza, lo
que sí me queda claro es que el ruego a su dios llego demasiado tarde para ser
escuchado.
Mientras
hacía descender al fanático y los objetos lentamente al suelo, no faltaron las
personas curiosas que estaban tomando fotos, compartiéndolas en redes sociales
y quienes gritaban a todo pulmón ¡¡Allí está Relámpago, no es un montaje de
video, es real!! Como siempre ocurre en estos casos, dispare pequeñas descargas
electromagnéticas a todas partes para hipnotizar a estas personas y lo
olvidaran todo. También, sabía que debía hacer más: tenía que ir a las fuentes
generadoras de energía de Los Ángeles y usarla como un gigantesco modem para
distribuir mis ondas electro hipnóticas.
Si
la gente logra conocer de mi existencia, podrían verme como su héroe o me
temerían infundadamente, no los culparía en ninguno de los dos casos; el temor
o maravillarse ante lo desconocido o a lo que no se entiende es parte de la
naturaleza humana y yo tengo suficiente con sentir que soy un fenómeno o que
comparto este cuerpo con mi caballo.
Sin
embargo, de mil fotos, tres o cuatro ya fueron distribuidas en redes sociales;
si trato de borrarlas todas, estaría usando mi poder de forma masiva y eso
causaría daño no solas las redes eléctricas y telecomunicaciones del mundo,
también daños a la salud del sistema nervioso de la gente. Y no es
completamente malo, aquellos actos de mantener una limitada distribución de las
noticias acerca de mí mantienen, de algún modo, un estatus de leyenda urbana;
lo que paso en el escenario de la acción podría ser explicado de la manera más
racional, pero siempre existirá la duda entre aquellas personas neófitas, sobre
todo entre l@s criminales, de que un caballo con extraños poderes siempre
estará allí vigilándolos con el fin de detenerlos; los mitos suelen ser más
poderosos que cualquier poder o institución para mantener cierto grado de
orden, lo que me ahorra por mucho el trabajo de actuar como un paladín que
detiene crímenes menores y así puedo concentrarme en mis dos labores
principales: salvar a las personas que pueden hacer una diferencia en este
mundo y combatir contra Mengele y sus fuerzas de Nueva Thule, quienes quieren
causar la extinción sistemática de la humanidad.
Pero
mi conclusión el día de hoy es la siguiente: una idea clara y precisa es capaz
de llevarte más directamente a un objetivo que un torbellino de muchas de esas,
locas y fanáticas, que no dejan pensar bien a la gente, inspiradas en supuestas
deidades que exigen grandes sacrificios a sus fieles a cambio de favores, lo
que contradice completamente la máxima del verdadero amor: es incondicional. Si
me disculpan me tengo que despedir, acabo de tener una visión remota de algo
que Mengele y sus fascistas de Nueva Thule están tramando. Oh por supuesto,
debo ir antes a las fuentes de energía de la ciudad para causar mi efecto hipnosis
¡¡Y sólo tengo diez milisegundos para lograrlo!! En cuanto a Mullings, es tan
inofensivo que las autoridades locales tendrán menos trabajo con él que con un
bebé de guardería. Hasta pronto ¡¡Marichiwew!!
Copyright,
todos los derechos reservados.
Glosario
1. Es
el principal enemigo de Relámpago y quien, de forma accidental, lo transformo
de un brillante y prometedor joven mapuche al fenómeno que es.
2. Diversos
enemigos con los que Relámpago tuvo que enfrentarse en múltiples aventuras.
3. Son
una raza de gigantescos reptiles con forma humanoide que, según rumores no
probados, son el gobierno en la sombra del mundo y se alimentan de las
emociones negativas humanas.
4. Es
el grito de guerra mapuche. Significa “cargaremos diez mil veces contra ellos”
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