martes, 5 de mayo de 2015

La hiena prudente





Durante una de las últimas campañas electorales para escoger al rey de la sabana, el león buscaba la reelección y la reina de las hienas, como siempre, no escatimaba esfuerzos en tratar de desbancarlo de su cargo, casi siempre, sin lograr éxito alguno. El partido de las hienas, enemigos naturales de los leones, no acostumbraban a estar de acuerdo con sus ideas ni mucho menos con lo que consideraban la vil tiranía de un altivo déspota.

En aquella época, se registró la penetración furtiva de unos cazadores de dos patas, que venían en busca de presas a las que sumar a sus colecciones de trofeos. Con el fin de enfrentar tal amenaza, el león organizo a los demás animales y realizaron una exitosa operación, que dio como resultado la expulsión de los intrusos. Hasta la reina de las hienas colmo de halagos a su eterno adversario, cosa que no agrado al resto de su manada.

Tras el incidente, las hienas formaron un cabildo, con el fin de llamarle la atención a su majestad.

-Con el debido respeto majestad, esos comentarios suyos no van con la línea del partido, que es la de criticar al león.

Con un cuidado tono que se equilibraba entre la autoridad y el respeto, la hiena respondió.

-Mis leales súbditos, tampoco es prudente buscar siempre destruir al adversario, en especial, cuando hace una buena acción; soy partidaria de que hay que criticar cuando hay una injusticia y halagar lo que es justo. El león tiene razón: los dos patas son una gran amenaza, y aunque sé que la ley del mundo salvaje nos define, esta es contraproducente a la hora de tener que cooperar para lograr un objetivo común. No podemos continuar con nuestro estilo de vida, mientras los dos patas sigan amenazando el reino con el fin de aniquilarnos.

Pero en lugar de la cordura, sus leales hienas le respondieron con feroces rugidos y una mirada amenazadora; la voz de la razón se desvaneció ante el descontrol del reino salvaje.


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