Capítulo 11
Mordred debe morir
Fukushu
se movió por el campo, amparado por la oscuridad de la noche, hacia el
campamento de Mordred, como siempre lo solía hacer. Pasó la vigilancia,
entrando a la tienda del propio Mordred, que dormía con la Ryu en la mano, pero
justo cuando estaba a punto de tomar la espada, fue sorprendido por Agravaine,
que acababa de entrar en la tienda, con su espada en mano.
- ¡¡¡Debiste haberme matado
cuando podías, ninja, ahora estás atrapado!!!
La voz de
Agravaine había despertado a Mordred, quien apuntó su espada al cuello de
Fukushu.
- ¿Es que no te cansas de
estorbar mi paciencia?, pagarás tu osadía ya!!!
Justo
antes de que Mordred alcanzara matarlo, Fukushu lanzó uno de sus pequeños
cuchillos contra una de las astas de madera que sostenía la vetusta tienda de
Mordred, cayendo esta sobre todos ellos, permitiéndole al ninja escapar.
- ¡¡Es el ninja, a él!!
Durante la huida, casi al mismo
tiempo que mataba con su pequeña espada a quien se él interpusiera en su
camino, sacó con sus manos unas pequeñas chácaras de sus ropas.
- Espero que esto que Morgan me
ayudó a comprar en Egipto haya valido la pena.
Las
empezó a tirar a diestra y siniestra, causando grandes llamas de fuego griego,
que arrasaban a todo aquello que encontraban a su paso, continuando con esta
acción hasta que logró escabullirse en la penumbra, lejos del alcance de las
fuerzas de Mordred. En todo el campamento de Mordred, se lograban ver grandes
llamaradas de fuego griego que lo iluminaban, a la vez que causaba gran
mortandad entre sus tropas; se podía escuchar la masiva agonía de aquellos
infortunados.
- ¿Qué es todo este alboroto? -
interrogó Teodorico, rey de los francos, que fue despertado por aquella
situación.
- ¡¡Es esa maldita sabandija
amarilla, lo hizo de nuevo!!!
- Mordred, tu espada!!! - le
recordó Agravaine.
- Tienes razón, la usaré -
recalcó Mordred.
Mordred
blandió su espada hacia el cielo, cortando el aire, lo que provocó una copiosa
lluvia, que en lugar de apagar el fuego lo intensificó, dado a aquella
propiedad del fuego griego de arder aún más al contacto con el agua.
- ¡¡Maldición esto no da
resultado!!!
El
campamento se empezó a parecer a una pequeña sucursal del infierno, lo que
trató de evitar Mordred, dando cortes en el aire en dirección a las llamas que
se apagaban por arte de magia; lo malo es que eran demasiadas, no podría lograr
apagarlas a tiempo para salvar a su ejército.
- ¡¡Madre, donde estás cuando más
te necesito!!!
Justamente
luego de decir aquello, una forma monstruosa, semi iluminada por la luz de las
llamas, comenzó a descender del cielo. Era tal la oscuridad de su sombra, que
hasta la luz de las llamas quedó opacada. Súbitamente, las llamas se apagaron y
aquella forma monstruosa, indescriptible en esa oscuridad, comenzó a encogerse
rápidamente, hasta llegar a tomar forma humana; en ese lapso, el primero en
hacerse visible era el ninja Hinoi, que aparentemente había estado montado en
eso. Finalmente, la transformación se completó, dejando visible a Morgana Le
Fay.
- ¿Madre, donde estabas?, ese
ninja causó muchas bajas en su paso furtivo por aquí, casi me quedo sin
ejército.
- Mordred, no te alarmes tanto,
sé que tuviste una jornada difícil, sin embargo te tengo una buena noticia.
Hinoi y yo le tendimos una trampa a Merlín, él está muerto, ahora nadie podrá
salvar a Arturo!!
Una sonrisa de macabro delirio se
dibujó en el rostro de Mordred.
A
la madrugada siguiente, Fukushu estaba sentado sobre un pequeño pero sólido
barril de provisiones, con su cuerpo inclinado y su antebrazo apoyado en su
muslo y sosteniendo su mentón; estaba pensando en el fracaso de la noche
anterior. Justo en ese momento, pasaba Cinnia, que le preguntó lo siguiente.
- Fukushu, ¿te pasa algo?, no te
ves muy feliz.
- No lo estoy, no pude recuperar
la espada ni matar a Mordred
Cinnia se le acercó, puso sus
robustos y cómodos brazos alrededor de él y le habló suave al oído de la
siguiente forma.
- Ya pasó, todo está bien, lo que
importa es que estás aquí conmigo.
El nipón,
que por poco pone una cara de conmovido, trató en todo momento de controlarse,
para mantener su inexpresivo talante. Dijo lo siguiente.
- Lo malo es que ahora tendremos
que entablar batalla, muchos morirán.
- Fukushu, es verdad, pero esta
batalla vale la pena, no sólo nos jugamos el reino sino nuestra libertad.
Confío en que hoy derrotamos a Mordred.
- Espero que tengas razón. Pero
si tan sólo hubiera matado a Agravaine…
- ¡¡Fukushu!!
De pronto, hizo su aparición
Morgan.
- Vaya, pero qué tenemos aquí,
los dos enamorados, ¡¡qué romántico!!
Eso hizo
que la muchacha se sonrojara, seguidamente que dejara de abrazar a Fukushu,
para retirarse de modo discreto, no sin antes decir lo siguiente.
- Con permiso, debo realizar los
preparativos de los víveres y demás enseres, para la lucha.
No lo iba
a admitir, pero Fukushu estaba enojado con Morgan, algo que sin embargo, no
pensaba expresarlo públicamente.
- Morgan, qué casualidad que
pasas por aquí, no me digas que me estabas espiando.
- Por supuesto que no, ni
siquiera soy así de bueno como un ninja, aunque de verdad te felicito, estás
conquistando a la sobrina del rey!!
Fukushu
miró a todas partes, para asegurarse que nadie lo escuchó, seguidamente se
levantó y le da una palmadita al rostro de Morgan.
- ¡¡Ouch, eso dolió!!
- No hables muy alto, me meterás
en problemas
- Pero estoy seguro que nadie me
escuchó
- En verdad no sé qué es lo por
qué ella se me acerca tanto pero yo no estoy enamorado de ella, de hecho nunca
me he enamorado de nadie, mi entrenamiento me ha hecho un completo asocial
- Relájate Fukushu no es tan malo
enamorarse pero si tanto te incomoda, mejor lo dejamos allí
-En fin, en realidad te estaba buscando para
entrenar las artes del combate está mañana, porque hacerlo con los demás no es
tan desafiante como cuando practico contigo
- Ven, vamos a practicar
- ¡¡Genial!!
Así
comenzaron un interesante duelo, caracterizado por los golpes fugaces, los
bloqueos efectivos y las caídas de Morgan. Al principio se estaban estudiando,
guardia alta, tratando de dar golpes precisos para medir la defensa del rival,
con ambos contendores saltando en la punta de sus pies; pareciendo al principio
que sería muy difícil que alguno derrotara al otro, debido al alto grado de
técnica que ambos mostraban. El duelo llamó la atención de muchos en el
campamento.
Pasaron
después al ritmo frenético del combate, con ambos intentando romper la guardia
contraria con rápidas combinaciones de puños y patadas pareciéndose a los
movimientos del kick boxing actual, buscando romper la guardia contraria, en
eso Fukushu aprovechó un amplio espacio que dejó Morgan al tratar de darle un puñetazo,
para conectarle una patada en el mentón, a la vez que daba un salto con las
piernas hacia arriba, en forma horizontal, a continuación dando una vuelta en
el aire y caer parado. Morgan, que ahora sangraba por la boca, se sacudió con
su antebrazo, manchando las mangas de su camisa con su sangre, vaciló un
momento y volvió a subir su guardia.
- ¡¡Ja!!, nada mal para un enano,
pero esto no ha terminado
Pese a
que era más pequeño, Fukushu era un verdadero resorte con pies, logrando con su
constante movimiento confundir a su rival, que aunque diestro, carecía de algo
de agilidad; los dos hombres no eran blancos fijos, lo que imposibilitaba una
ofensiva precisa.
Fukushu
logró derribar varias veces a Morgan, quedando toda su ropa impregnada con la
mugre del pasto y sangrando profusamente, entre patadas, llaveos, golpes
fallidos, sacadas de balance, palancas, golpes y codazos, para volverse a
levantar nuevamente, en actitud desafiante. En una de esas, logró derribar al
japonés, de un golpe fulminante que él no pudo esquivar por completo, cuyo roce
fue suficente para hacerlo caer y sangrar, lo que provocó que Morgan lo
festejara.
- ¡¡¡Wuuu!!!, ¡¡¡wuuuuu!!!, ¡¡¡lo
derribé, lo derribé!!, ¡¡al fin logré conectarle!!
En su
algarabía, daba saltos, se agachaba, hacía gestos simiescos, como un chimpancé
que recibía a su primer hijo, lo cual no iba a durar mucho, porque con mucha
flexibilidad, Fukushu se levantó de un salto del suelo, emulando a un gato,
tratando de tomara a su rival por sorpresa, que bloqueó justo a tiempo sus
letales puños y patadas. Los compañeros seguían animando airadamente a cada uno
de los dos.
En un
intercambio de golpes, Morgan hizo retroceder a Fukushu, que aprovechó cuando
tenía uno de sus pies adelante, para darle una rápida y contundente pisada
allí, causando que le doliera, bajando su guardia, permitiéndole a Fukushu
darle una andanada de patadas, que no fueron suficientes para derribar a un
trastabillante Morgan, por lo que retrocedió a cierta distancia, tomando
impulso para conectarle una patada voladora, que al fin logró su cometido.
- ¡Morgan!, ¡Morgan!, ¡Morgan!,
coreaba la multitud.
- ¿Es eso todo lo que tienes? -
preguntó Fukushu - ¡¡vamos pelea!!
Y Morgan, que era un hombre muy
grande, se levantó, tomándose su tiempo. Aunque bastante debilitado, seguía
teniendo suficientes fuerzas como para resistir muchos de los golpes de alguien
de la talla de Fukushu.
- Tuviste tu momento Fukushu, lo
malo es que para noquearme se necesitan cien como tú, ¡¡banzaiiiiiii!!!
Para
evadir la velocidad de Fukushu, Morgan decidió que en lugar de buscar la
confrontación directa con el ninja, se mantendría a distancia cada vez que se
acercara, tratando de utilizar su mayor alcance para darle un golpe sorpresivo,
especialmente de sus piernas, lo que hacía que su rival tuviera que emplearse a
fondo para esquivar cada golpe, hasta que Fukushu logró atrapar una de las
piernas de Morgan, quien trató de librarse, lanzándole una patada de tijera
giratoria al rostro, la que el nipón esquivó, para a continuación agarrarla.
Eso provocó que Morgan cayera boca abajo en el suelo, evitando con sus brazos
doblados que las extremidades superiores de su cuerpo recibieran un mayor
castigo por el impacto de la caída.
Luego,
Fukushu procedió a torcer una de las piernas de Morgan, una especie de llave de
lucha libre.
- ¡¡Ríndete!!
- ¡¡No, no me rindo!!
Entonces,
Fukushu apoyo todo el peso de su cuerpo en una de sus piernas, mientras le
aplicaba la llave a la otra, ejerciendo presión hacia atrás, aprovechando que
aplastaba la otra, logrando una doble presión, ya que a una la aplastaba con su
cuerpo hacia abajo, a la vez que llevaba la otra pierna adelante en la misma
dirección pero adelante, aplicándole su llave. Morgan empezó a pegar palmaditas
en el suelo, en señal de desesperación.
- ¡¡Esta bien, me rindo, tú
ganas!!
El ninja
soltó las piernas de Morgan, quien dio un soplo de alivio, inmediatamente
levantándose de un brinco, pese a todas las heridas sangrantes que tenía. Los
compañeros los ovacionaron con sonoros aplausos.
- Uff, me diste una paliza, creí
que me ibas a matar.
- No estás muerto, vamos, ponte
tu armadura y sube a tu caballo, pronto comenzará la batalla.
- ¿Seguro que todo eso no fue
porque no te gustó que te interrumpiera la velada con Cinnia?
Pero
Fukushu, no contestó, se limitó a seguir caminando hacia adelante, como si
realmente no pasó nada. Morgan escupió en el suelo, seguidamente diciendo esto.
- ¡¡¡Eres
despreciable, ¿lo sabías?!!!!
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