lunes, 23 de diciembre de 2013

El baile de la muerte de Joe Lambada (7ma parte)




En el capítulo anterior Joe Lambada y Chico Flores escaparon momentáneamente de las garras de un enfurecido Acab Michaelson, quien buscaba venganza por la muerte de dos de sus hijos a manos del primero. Ahora estaba en un pantano atestado de mosquitos y otras alimañas, con el fin de sacarle información a su ex víctima.

-Me están picando los mosquitos

Casi de inmediato, Joe le da un aerosol repelente

-Toma esto, es repelente

-Las indicaciones se ven borrosas, ¿cuál es su fecha de expiración?, ¿afecta o no a la capa de ozono?

-Cállate la boca niño mocoso, puedes tomarlo o dejarlo, sólo respóndeme a lo que te pregunte, ¿lo recuerdas?; espero que sí porque no me gusta repetir las cosas dos veces

-Es cierto, tengo las pruebas de lo que dom Acab piensa hacer en la selva amazónica, sólo dame tu smartphone.

Así lo hizo Lambada

-Voy a conectarlo a tu cargador, navegare en internet; los documentos digitalizados los guarde en una nube cuya contraseña sólo la conozco yo.

Entro por medio del app de mozilla que estaba visible en la pantalla de su smartphone. Rápidamente se conecto a una nube, a la que entro luego de teclear su contraseña, para entrar a los archivos y mostrárselos a Joe.

-Estas fotos satelitales muestran los principales yacimientos minerales de todo Brasil. Las que más resaltan a la vista son las de color amarillo, que es oro.

-Joe se quedo atónito

-¿Estás seguro?, esas manchas de varios colores abarcan casi todo el territorio de Brasil

-Sí, y lo curioso es que se tomaron hace mucho tiempo, incluso antes de que Michaelson abriera su mina; ahora vamos a la parte interesante.

Le mostró varios documentos digitalizados de contratos de dom Acab Michaelson con diversas entidades de inversión, en donde se estipulaba la compra de varias toneladas de oro a su compañía.
-Esas cantidades parecen exageradas

-Nooo, es el equivalente a dos veces el producto interno bruto de Brazil

-Eu nao acredito (No te creo)

Pues deberías, esos documentos los escanee de originales que para mayor seguridad los entregue a unas cuantas personas de confianza, entre ellas a mi profesor Plinio Arantes

Por un momento la mirada del muchacho se centro en el extraño silencio de unos cuantos segundos de Joe. Éste estaba pensando en darle una respuesta rápida, pues no quería que el joven supiera la verdad.

-¿Qué sucede?, ¿por qué vacilaste cuando dije su nombre?

Lambada salió al paso con la siguiente respuesta con la expresión serena, muy diferente a la vacilación de un momento.

-Siento decirte que lo asesinaron

-Al joven poco le falto para romper en llanto y perder el control

¡¡Eso no puede ser, el era mi segundo padre!!, ¡¡¿por favor dime cómo murió?!!

-Lo asesinaron, echándolo a un tanque de acuario atestado de pirañas

-¡¡Sniff, sniff!!, ese malnacido de Michaelson, hubiera preferido que me matara a mí

-Mas Joe Lambada, que no tenía tiempo para sentimentalismos, dijo lo siguiente.

-Ya eso paso y lo siento, ahora sigue mostrándome tus archivos

El muchacho continúo mostrando archivo por archivo .

-Éste es el estudio de impacto ambiental del proyecto de Michaelson. Las autoridades ambientales dieron permiso de operación a pesar de que ese documento advertía serias anomalías que harían inviable la creación de una mina, una de ellas es que se encuentra en un área de ecosistema sensible y de gran importancia biológica.

-Ya se que a Michaelson le faltan escrúpulos para todo, no me dices nada nuevo.

Tal vez no, pero te interesara saber que entre los accionistas se encuentran altos miembros del gabinete de Canada, Japón, Corea del Sur y hasta del propio gobierno de Brasil.

El muchacho le mostró el acta de la compañía con los diversos nombres
-Didier Moulinier, Sato Fukuda.., ¿Lula Cardoso?

-Sí, el presidente de Brasil

-¿No se supone que esto debe aparecer en el registro público?

-Lambada, tú sabes mejor que nadie como se hacen las cosas en este país.

El zumbido de un mosquito interrumpió la conversación; el animal se poso en uno de los brazos de Chico. Una fugaz palmada fue suficiente para que el mercenario lo aplastara.

-¡Ouch!, ¿por qué hiciste eso?

-Porque te iba a picar un enorme mosquito, ahora volvamos a donde estábamos. Me decías que el presidente está metido en toda esta trama.

--De algún modo, sí.

-Ese es el trabajo de los políticos, aprovecharse de su cargo para hacer negocios; no es algo que me sorprenda.

-Pues tengo algo que te va a sorprender, un mapa digital del territorio que abarca la mina de Michaelson, te lo mostrare.

Manipulo el smartphone de Joe hasta hacer aparecer el mapa.

¿Ves esta mancha chocolate de forma irregular bordeada por color verde en sus extremos?, es la concesión que le concedieron a Michaelson, ahora te mostrare el resto.

Mostro diversos mapas en donde era evidente que la mancha se fue haciendo más grande hasta abarcar más de un tercio de la selva del Brasil.

-Impossível

-No, no es imposible, esos mapas provienen de la misma laptop de Michaelson, la que te mostré primero es su forma actual. Lamentablemente la codicia de tu ex jefe no conoce límites; sabe por la información que maneja que aún puede extraer muchas más toneladas de oro, por lo que no le será molestia extender hasta más allá de lo que del límite del permiso original; primero comenzara a extenderse por el noreste por los poblados amazónicos de Tostao, Cabral, Piranha azul, Novo Belem...

Al escuchar el nombre de Nuevo Belén, la mente de Joe retrocedió varios años atrás en el tiempo, en los días de su infancia. Fue en Novo Belem donde su madre y su padre se conocieron: ella era una joven y hermosa bióloga de nombre inglesa Mary Elizabeth Tudor; él un aventurero a quien todos conocían como Lucio Fernando, del que poco o nada se sabía, salvo que vivía en la jungla además de ser un guía turístico ocasional. De esa extraña relación nació Joe.








































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