En el capítulo anterior Joe Lambada y
Chico Flores escaparon momentáneamente de las garras de un
enfurecido Acab Michaelson, quien buscaba venganza por la muerte de
dos de sus hijos a manos del primero. Ahora estaba en un pantano
atestado de mosquitos y otras alimañas, con el fin de sacarle
información a su ex víctima.
-Me están picando los mosquitos
Casi de inmediato, Joe le da un
aerosol repelente
-Toma esto, es repelente
-Las indicaciones se ven borrosas,
¿cuál es su fecha de expiración?, ¿afecta o no a la capa de
ozono?
-Cállate la boca niño mocoso, puedes
tomarlo o dejarlo, sólo respóndeme a lo que te pregunte, ¿lo
recuerdas?; espero que sí porque no me gusta repetir las cosas dos
veces
-Es cierto, tengo las pruebas de lo
que dom Acab piensa hacer en la selva amazónica, sólo dame tu
smartphone.
Así lo hizo Lambada
-Voy a conectarlo a tu cargador,
navegare en internet; los documentos digitalizados los guarde en una
nube cuya contraseña sólo la conozco yo.
Entro
por medio del app de mozilla que estaba visible en la pantalla de su
smartphone. Rápidamente
se conecto a una nube, a la que entro luego de teclear su contraseña,
para entrar a los archivos y mostrárselos a Joe.
-Estas fotos satelitales muestran los
principales yacimientos minerales de todo Brasil. Las que más
resaltan a la vista son las de color amarillo, que es oro.
-Joe se quedo atónito
-¿Estás seguro?, esas manchas de
varios colores abarcan casi todo el territorio de Brasil
-Sí, y lo curioso es que se tomaron
hace mucho tiempo, incluso antes de que Michaelson abriera su mina;
ahora vamos a la parte interesante.
Le mostró varios documentos
digitalizados de contratos de dom Acab Michaelson con diversas
entidades de inversión, en donde se estipulaba la compra de varias
toneladas de oro a su compañía.
-Esas cantidades parecen exageradas
-Nooo, es el equivalente a dos veces
el producto interno bruto de Brazil
-Eu nao acredito (No te creo)
Pues deberías, esos documentos los
escanee de originales que para mayor seguridad los entregue a unas
cuantas personas de confianza, entre ellas a mi profesor Plinio
Arantes
Por un momento la mirada del muchacho
se centro en el extraño silencio de unos cuantos segundos de Joe.
Éste estaba pensando en darle una respuesta rápida, pues no quería
que el joven supiera la verdad.
-¿Qué sucede?, ¿por qué vacilaste
cuando dije su nombre?
Lambada salió al paso con la
siguiente respuesta con la expresión serena, muy diferente a la
vacilación de un momento.
-Siento decirte que lo asesinaron
-Al joven poco le falto para romper en
llanto y perder el control
¡¡Eso no puede ser, el era mi
segundo padre!!, ¡¡¿por favor dime cómo murió?!!
-Lo asesinaron, echándolo a un tanque
de acuario atestado de pirañas
-¡¡Sniff, sniff!!, ese malnacido de
Michaelson, hubiera preferido que me matara a mí
-Mas Joe Lambada, que no tenía tiempo
para sentimentalismos, dijo lo siguiente.
-Ya eso paso y lo siento, ahora sigue
mostrándome tus archivos
El muchacho continúo mostrando
archivo por archivo .
-Éste es el estudio de impacto
ambiental del proyecto de Michaelson. Las autoridades ambientales
dieron permiso de operación a pesar de que ese documento advertía
serias anomalías que harían inviable la creación de una mina, una
de ellas es que se encuentra en un área de ecosistema sensible y de
gran importancia biológica.
-Ya se que a Michaelson le faltan
escrúpulos para todo, no me dices nada nuevo.
Tal vez no, pero te interesara saber
que entre los accionistas se encuentran altos miembros del gabinete
de Canada, Japón, Corea del Sur y hasta del propio gobierno de
Brasil.
El muchacho le mostró el acta de la
compañía con los diversos nombres
-Didier Moulinier, Sato Fukuda..,
¿Lula Cardoso?
-Sí, el presidente de Brasil
-¿No se supone que esto debe aparecer
en el registro público?
-Lambada, tú sabes mejor que nadie
como se hacen las cosas en este país.
El zumbido de un mosquito interrumpió
la conversación; el animal se poso en uno de los brazos de Chico.
Una fugaz palmada fue suficiente para que el mercenario lo aplastara.
-¡Ouch!, ¿por qué hiciste eso?
-Porque te iba a picar un enorme
mosquito, ahora volvamos a donde estábamos. Me decías que el
presidente está metido en toda esta trama.
--De algún modo, sí.
-Ese es el trabajo de los políticos,
aprovecharse de su cargo para hacer negocios; no es algo que me
sorprenda.
-Pues tengo algo que te va a
sorprender, un mapa digital del territorio que abarca la mina de
Michaelson, te lo mostrare.
Manipulo el smartphone de Joe hasta
hacer aparecer el mapa.
¿Ves esta mancha chocolate de forma
irregular bordeada por color verde en sus extremos?, es la concesión
que le concedieron a Michaelson, ahora te mostrare el resto.
Mostro diversos mapas en donde era
evidente que la mancha se fue haciendo más grande hasta abarcar más
de un tercio de la selva del Brasil.
-Impossível
-No, no es imposible, esos mapas
provienen de la misma laptop de Michaelson, la que te mostré primero
es su forma actual. Lamentablemente la codicia de tu ex jefe no
conoce límites; sabe por la información que maneja que aún puede
extraer muchas más toneladas de oro, por lo que no le será molestia
extender hasta más allá de lo que del límite del permiso original;
primero comenzara a extenderse por el noreste por los poblados
amazónicos de Tostao, Cabral, Piranha azul, Novo Belem...
Al escuchar el nombre de Nuevo Belén,
la mente de Joe retrocedió varios años atrás en el tiempo, en los
días de su infancia. Fue en Novo Belem donde su madre y su padre se
conocieron: ella era una joven y hermosa bióloga de nombre inglesa
Mary Elizabeth Tudor; él un aventurero a quien todos conocían como
Lucio Fernando, del que poco o nada se sabía, salvo que vivía en la
jungla además de ser un guía turístico ocasional. De esa extraña
relación nació Joe.
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