Ernestina Chekov sentía una gran admiración por su amigo Manuel Songa, un afrodescendiente muy apuesto que estudiaba en la misma universidad y la misma especialidad que ella; no sólo era el estudiante más destacado, sino tambien el más sabio y prudente que había conocido. Aunque era muy conocido y popular entre tod@s l@s de la universidad, era capaz de mantener algun grado de relación satisfactoria con cada persona y a la vez tener verdaderas relaciones amistosas con muy pocos individuos, entre ellos ella misma.
Cierto día, luego de un tedioso examen semestral, se lo encontro muy relajado, observando la naturaleza en un pequeño parquecito de diseño japonés dentro del mismo campus; fue el primero en entregar el examen, unos pocos minutos antes que ella misma lo hiciera. Se sento en el mismo banco al lado de él, a una distancia lo suficientemente prudencial como para que él no se sintiera invadido y así poder hablarle. Le hizo un saludo formal, que él tambien le correspondio y luego le pregunto la siguiente inquietud.
- Sabes Manuel, si hay algo que admiro de ti es que en todo momento mantenienes la serenidad; terminaste el examen de cálculo y ahora nos toca el de trigonometría en media hora y ,sin embargo, no te veo nervioso ¿Cómo haces para mantener ese control?
El joven respondio
- Nunca me he considerado un genio, pero me encanta vivir el momento presente: vivo cada momento como si al siguiente segundo fuera a morir.
- Eso suena muy trágico.
- Puede que lo entiendas así porque no captas el concepto, pero en realidad es así de simple: si me atormento por mis errores pasados o me pongo a pensar en el futuro, vivire mi vida en angustia. En cambio, si vivo cada momento resolviendo sólo mis inquietudes presentes y disfrutando momentos de calma como este, soy mucho más feliz y a mayor serenidad, pienso mejor las cosas y, poco a poco, me forjo una mejor calidad de vida.
Sus palabras sonaron tan profundas, que la chica quedo un poco apenada por su falta de madurez o de empatía con su amigo, a quien creía conocer demasiado bien.
- Querido Manuel, perdona mi ignorancia: explícame todo de forma que lo pueda entender.
Con toda la calma y serenidad del mundo, el joven prosiguio.
La felicidad es un edificio que se construye a partir de pequeños bloques que llamamos momentos presentes; somos l@s arquitect@s de nuestro propio destino. Cuando tengo que caminar camino, cuando debo comer, como, cuando debo dormir duermo, cuando debo estudiar para un examen no me pongo a hacer otra cosa que aquello en lo que me concentro; cuando hago el examen, pongo atención a cada dato, cada pregunta, cada detalle para poner en orden mis ideas y así recordar la respuesta o resolver el problema. Si me dejo llevar por el nerviosismo y la duda, pierdo la concentración y fracaso. Claro, tampoco es cosa de obsesionarse por lo que uno hace: hay que hacer la actividad sin perder en ningún momento el contacto con el ambiente; eso l@s mejores guerrer@s lo saben muy bien y por eso sobreviven.
Justo cuando estaban calmados y mirando la fuente de agua, una paloma aterrizo revoloteando hacia ella, se paro en uno de sus bordes lisos y se dispuso a beber. El muchacho aprovecho aquello para ilustrar a su amiga.
- ¿Ves aquella ave? Parece tan feliz, pero la vida de ella es hasta más peligrosa que la de cualquier humano: deben enfrentarse a otras aves por la comida, hacerle frente a fuertes vientos que la desvian muy a menudo de su destino, huir de cazadores y, sin embargo, la vez allí, despreocupada, mientras bebe agua en esa fuente de su deleite; es por eso que los animales suelen ser mucho más felices que nosotros, porque no se preocupan por el momento siguiente, sino que viven el presente que les toca, sea peligroso o no. Sin menospreciar la inteligencia de nuestra especie, pero siento que debemos recuperar mucho de lo que saben los animales, nuestros compañeros perpetuos en el devenir de este planeta ¿No crees eso, Ernestina?
- Sabes Manuel, si hay algo que admiro de ti es que en todo momento mantenienes la serenidad; terminaste el examen de cálculo y ahora nos toca el de trigonometría en media hora y ,sin embargo, no te veo nervioso ¿Cómo haces para mantener ese control?
El joven respondio
- Nunca me he considerado un genio, pero me encanta vivir el momento presente: vivo cada momento como si al siguiente segundo fuera a morir.
- Eso suena muy trágico.
- Puede que lo entiendas así porque no captas el concepto, pero en realidad es así de simple: si me atormento por mis errores pasados o me pongo a pensar en el futuro, vivire mi vida en angustia. En cambio, si vivo cada momento resolviendo sólo mis inquietudes presentes y disfrutando momentos de calma como este, soy mucho más feliz y a mayor serenidad, pienso mejor las cosas y, poco a poco, me forjo una mejor calidad de vida.
Sus palabras sonaron tan profundas, que la chica quedo un poco apenada por su falta de madurez o de empatía con su amigo, a quien creía conocer demasiado bien.
- Querido Manuel, perdona mi ignorancia: explícame todo de forma que lo pueda entender.
Con toda la calma y serenidad del mundo, el joven prosiguio.
La felicidad es un edificio que se construye a partir de pequeños bloques que llamamos momentos presentes; somos l@s arquitect@s de nuestro propio destino. Cuando tengo que caminar camino, cuando debo comer, como, cuando debo dormir duermo, cuando debo estudiar para un examen no me pongo a hacer otra cosa que aquello en lo que me concentro; cuando hago el examen, pongo atención a cada dato, cada pregunta, cada detalle para poner en orden mis ideas y así recordar la respuesta o resolver el problema. Si me dejo llevar por el nerviosismo y la duda, pierdo la concentración y fracaso. Claro, tampoco es cosa de obsesionarse por lo que uno hace: hay que hacer la actividad sin perder en ningún momento el contacto con el ambiente; eso l@s mejores guerrer@s lo saben muy bien y por eso sobreviven.
Justo cuando estaban calmados y mirando la fuente de agua, una paloma aterrizo revoloteando hacia ella, se paro en uno de sus bordes lisos y se dispuso a beber. El muchacho aprovecho aquello para ilustrar a su amiga.
- ¿Ves aquella ave? Parece tan feliz, pero la vida de ella es hasta más peligrosa que la de cualquier humano: deben enfrentarse a otras aves por la comida, hacerle frente a fuertes vientos que la desvian muy a menudo de su destino, huir de cazadores y, sin embargo, la vez allí, despreocupada, mientras bebe agua en esa fuente de su deleite; es por eso que los animales suelen ser mucho más felices que nosotros, porque no se preocupan por el momento siguiente, sino que viven el presente que les toca, sea peligroso o no. Sin menospreciar la inteligencia de nuestra especie, pero siento que debemos recuperar mucho de lo que saben los animales, nuestros compañeros perpetuos en el devenir de este planeta ¿No crees eso, Ernestina?
Esta segunda, la que ocurre ahora, es un regalo. ¿Es por eso que se llama el presente?
ResponderEliminarQuiza es algo así como "quien disfruta del presente, es capaz de ver las maravillas que otros no". El estar en el aquí y ahora nos hace más conscientes de la realidad tal como es y no como lo imagina en su cabeza. Gracias por su comentario.
EliminarBonita ejemplo el de la paloma...una realidad total...vivimos tan pendiente del tiempo que se nos va sin disfrutarLo y en realidad el tiempo siempre estará ahí más no nosotros.
ResponderEliminarAsí es amigo, por eso las personas sufrimos de estres y este, al final, nos termina causando estragos a nuestra salud. Oye, no se si te fijaste, pero escribiste la misma opinión dos veces; tuve que borrar una de las dos porque decían la misma cosa. Si te llego un mensaje de "comentario borrado", ten en cuenta que fue eso. Hasta pronto.
Eliminar