Acabo de abrir los
ojos; mi sueño se terminó. Me esforcé mucho por volverme a levantar; no quería
hacerlo.
Me puse a ver mi cama improvisada: eran tal vez decenas
de miles de euros de denominación alta, que ya no servían de nada; no quedaba
casi nadie en el mundo a quien comprarle algo. Quien iba a pensar que unos
gusanitos salidos de un reactor nuclear nos llevarían al borde de la extinción…
Sé que si Lazlo estuviera aquí, me diría
que tal vez somos los últimos seres humanos en la tierra.
De pronto, percibí un sonido procedente de la barricada –
Lazlo y yo la habíamos construido en la entrada de este local, con todo lo que
pudimos encontrar, además de un buen par de cañones bolter, para mantener a raya
a los engendros -, y por un momento pensé lo peor. Para alivio mío escuche su
voz: era Lazlo que regresaba de afuera. Venía sin camisa, con su pantalón semi
andrajoso y descalzo. Tenía en sus manos un pequeño paquete: dentro de él había
un pequeño dulce de copa que me lo extendía a mí, como si quisiera mostrarme un
trofeo.
-
¡¿Arriesgaste tu vida para traerme un dulcecito?!
- ¡¡Feliz cumpleaños!!
Qué
bonito detalle, ya los días me parecían tan iguales que olvide distinguir hasta
esa fecha. Lo abofetee.
- ¡¡Imbécil!!, ¿qué no te das cuenta del riesgo?
- Sí Konia, pero si
este es el fin del mundo, al menos quiero disfrutar de éste último momento de
mi vida contigo.
De sus bolsillos sacó una velita y un encendedor.
- Este dulcecito lo
saque de las ruinas del supermercado; aún no está vencido y no huele mal.
Puedes pedir un deseo.
- Qué bueno que no
tenemos hijos…
Unos estruendos comenzaron a sentirse de la barricada,
mucho más fuertes otras veces.
- Lazlo, creo que...
- Lo sé Konia, parece
que ya se saben donde pusimos las minas; ahora sólo atacan allí. Pide un deseo
mientras los detengo.
- Lazlo, quiero pelear
a tu lado.
- Después: hoy es tu
día, disfrútalo. Luego, ven junto a mí.
Me quede pensando, mientras él trataba desesperadamente de
detener a las criaturas.
- ¡¡Pide un deseo,
maldita sea!!
Segundos después, escuché un agudo sonido de dolor suyo y
entonces me decidí: desearía reencontrármelo en la otra vida. Voy a soplar la
vela.
Feliz cumple… Fin del
mundo Konia.
Fin
Un cumpleaños justo en una hecatombe jeje, es ingenioso y con un deseo ad-hoc. Muy bueno Alberix, suerte en el concurso, abrazos
ResponderEliminarIba a comentar algo parecido, así que digo "idem". Besos a los dos
EliminarExcelente Alberix, como siempre tus historias lo ponen a uno a imaginarse mil cosas jajaja, Un momento especial dentro de aquella desesperación. Te Felicito y suerte! Un abrazo!
ResponderEliminarMuy original, Alberix. Hay que disfrutar del placer de las cosas simples en los momentos difíciles.
ResponderEliminarMuy buen tu cuento.
Gracias a todos por sus comentarios, sin duda este blog no sería igual sin ustedes. Me tendrán que disculpar si no les contesto; casi siempre estoy ocupado. Un saludo.
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