Aquella amena noche de fin
de semana, aprovechando que su mujer y sus dos hijos se fueron al retiro
espiritual sin él, Cómodo estaba en casa. Su valioso tiempo lo estaba
utilizando bien, poniendo toda su atención en la serie que se proyectaba en ese
momento su televisor de pantalla plana; aquel que su querida le había regalado
para el día del padre.
A oscuras como en un cinema, su voluminoso cuerpo estaba
cómodo en su suave sofá favorito, con sus pesadas piernas apoyadas en la mesita
de la sala y la mano izquierda sacudiendo el paquete de palomitas de maíz; las
que consumía mientras disfrutaba otro capítulo de Espartaco. Como todo un
Nerón, gritaba frenéticamente, mientras tenía extendida su mano derecha con su
pulgar en dirección hacia abajo.
- ¡¡Mátalo Crixos, mátalo
ya!!
Sin darse cuenta, unas manos cubiertas con guantes negros
deslizaban un cordón de zapatillas por su yugular. Segundos después, el
desconocido comenzó a ejercer una fuerte presión sobre Cómodo, quien a duras
penas podía respirar.
- ¡¡Por favor, por favor,
tenga piedad; no me mate!!
- ¿Piedad?, jajajajaja, ¿esa
misma que le estás negando a tus víctimas de la ficción?, ¡¡bah!! , ¿para qué
dejarte vivir, si el mundo de hoy está así por estar poblado de trogloditas
como tú? , uno menos ayudaría a despoblarlo un poco.
- Por favor, se lo suplico;
tengo mujer y dos hijos, ¡¡piedad!!
- ¿Con que quieres piedad
heh?, jajajajaja, pues será un placer,
¡¡muere ya!!
Un leve pero sonoro gemido de dolor salió de su boca, desgarrando
así la escandalosa tranquilidad de aquel recinto fúnebre.
Ooopps, lo que tanto quería disfrutar en la tv, lo sufrió en vida.
ResponderEliminarGuapa, es un honor poder recibir un comentario tuyo; ojalá algún día tenga la oportunidad de conocerte mejor, pero por ahora, es muy bonito compartir contigo. Hasta pronto y nos vemos en el mundo de las pesadillas :p
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