Él era un palomo que siempre tomaba todo tipo de precauciones a la hora de llegar a su destino, por eso jamás ha tenido ningún accidente que lamentar ni cazador que lo pudiera matar.
Un día, el palomo decidió ir al árbol donde estaba el nido de su novia para visitarla, siendo en ese momento bendecido por su paloma madre para que la gran paloma lo cuidara. Muy amablemente el palomo le dijo.
Madre, no es necesario que hagamos ese ritual todo el tiempo, a mí nunca me ha pasado nada.
- Hijito mío, si hago esto es para que la gran paloma te proteja de cualquier imprevisto; nunca sabes lo que puede ocurrir. Además el viaje que vas a realizar es bastante largo.
- Yo he realizado viajes aún más largos y siempre he regresado. No te preocupes por mí, esta vez no será diferente.
Él la beso con su pico y despegó. Luego de que había volado unos cuantos kilómetros, notó que el viento estaba levemente en su contra y supo que se haría sentir mucho más fuerte. Decidió aterrizar en un árbol seguro mientras pasaba la tormenta, pero justo cuando realizaba unas hábiles maniobras ocurrió lo peor; un cuervo iba volando a toda velocidad hacia él, como si se tratara de un meteoro. El palomo logro esquivarlo justo a tiempo, pero como el viento nunca tiene una dirección fija, éste lo llevo nuevamente hacia él; el palomo sabía que era cuestión de tiempo para que chocara, así que se movió en cierto ángulo para lograr amortiguar el impacto.
Aún así el impacto fue muy fuerte, lo que provoco que ambas aves cayeran al suelo dejando plumas al viento, siendo el palomo más joven el que aterrizó algo mejor luego de realizar algunos ejercicios de vuelos en picada. Todavía aturdido por el golpe el palomo se acercó al cuervo, que cayó a unos metros de él. Se dio cuenta que no era más que un cuervo viejo que inexplicablemente seguía realizando vuelos.
- ¿Por qué su familia lo sigue dejando volar a su edad?
El cuervo viejo le respondió de manera semi consciente, dado a que todavía veía estrellas.
- Ayyy mijito no fui yo, era el viento que estaba mal direccionado
Desde ese día el palomo precavido aprendió una lección; que por más que se esforzara en evitarlo, siempre cabía la posibilidad que por azares del destino algo le ocurriera a él o a sus seres queridos, incluso cosas peores que no quería imaginar. Sólo bastaba darle gracias a la bendición de su mamá y a la gran paloma, que no permitió que muriera ese día.
Muy buena publicación con un remate con un mensaje para reflexionar. Un saludo.
ResponderEliminarque bello y reflexivo...felicidades
ResponderEliminarUna fabula que muestra la realidad. El ser precavidos no nos asegura algún inconveniente que este fuera de nuestro alcance y controlarlo, saludos
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