Existieron una vez una pareja de grullas, tan enamorados los dos que pensaban que estarían juntos para siempre. Hasta que un día, las dos grullas tuvieron sus diferencias, terminando su relación pero manteniendo la amistad.
Paso el tiempo y la grulla hembra conoció a otra grulla macho, con quien comenzo una nueva relación amorosa. Como a la grulla hembra le costaba hacer amistad con grullas macho que no fueran su pareja, le dijo a su ex que ya no podían ser amigos. El amigo hizo caso, de modo que se fue muy muy lejos, utilizando sus avanzados conocimientos de vuelo y del sentido de los vientos. Nunca más volvió.
La grulla hembra y su nuevo parejo estaban tan enamorados, que no se dieron cuenta de que volaban hacia una tempestad, de la que no pudieron escapar del todo porque sus plumas quedaron empapadas por la lluvia. Estando ellos dos mal varados en un islote, al borde de ser ahogados por las olas, ella dijo lo siguiente:
- ¡¡Si tan sólo no fuera tan desconfiada de mis amigos machos, cómo me hubiera gustado que mi ex siguiera siendo mi amigo; él nos hubiera aconsejado de qué hacer en estos casos!!
El Pregonero Silencioso
Muy buena conclusión final, nosotras las mujeres grullas y nuestra falta de capacidad para apreciar a las amistades machos. Muy bueno. Saludos.
ResponderEliminarUna historia magnífica que tiene varias lecturas. Yo voy a comentar la moraleja más evidente, pero la historia da para muchas más. Mi conclusión es que las mujeres siempre se las arreglan para hacerte quedar como un infeliz. El otro lo habría hecho mejor.:)
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