El baile de la
muerte de Joe Lambada
De
cierto de cierto os digo,
si
vos escuchar aquella
sensual
melodía cuando ese
demonio
esté cerca, os aseguro
que
será vuestro fin
Antiguo
proverbio amazónico
La
hermosa mulata de robusto cuerpo, camisa sin mangas y jeans minifalda
atendía a los animados clientes de su barra cuando súbitamente unos
forasteros irrumpieron abruptamente por las puertecillas del bar,
eran un hombre enorme y sus dos compañeros, de tamaño normal, cuyos
trajes de cuero negro los distinguía de la multicolor multitud.
Captaron más de una mirada de desconfianza de la clientela, quedando
el animado lugar más callado que un cementerio, sólo hasta que el
grandote señalo con su brazo extendido hacia un letrero de “se
busca” con la foto de un hombre con sombrero de fedora piel de
jaguar y en la parte de abajo decía “Joe Lambada”.
-
¿Sabe donde está este hombre?
Sin
que nadie se percatara, una mano pálida cubierta con la manga de un
chaleco de piel de jaguar pone una moneda en la máquina de los
discos compactos y a continuación toca el botoncito que tenía la
opción de lambada, comenzando aquella melodía a llenar todo el
salón. Poco después, un enorme y afilado cuchillo de guerra es
lanzado hacia el cartel de “se busca”, clavándose en la pared.
Los tres hombres miraron para atrás para contemplar a un hombre
alto, pecoso, de piel crema, vestido con chaleco y sombrero fedora de
piel de jaguar que dicen que él mismo cazo, sobre un negro chaleco
antibalas, jeans oscuros y botas militares.
-Eu
sou Joe Lambada (Yo soy Joe Lambada)
Los tres hombres desenfundaron sus
armas, pero al mismo tiempo Joe sacó su látigo dirigiendo su cuero
en dirección a los tres hombres, cuyos fuertes chasquidos les hizo
perder la concentración; seguidamente golpeo sus cuerpos hasta que
se vieron forzados a deshacerse de sus armas para protegerse de los
golpes con sus brazos. Luego Joe se quito su chaleco y su sombrero
cayendo sobre una hermosa chica negra embelesada, mostrando sus
musculosos brazos desnudos sobre su negro chaleco antibalas, un gran
cinturón negro con hebilla grande, donde guardaba sus armas y su
cabeza envuelta con un largo pañuelo rojo, dándole el aspecto de un
pirata. A continuación les hizo señas con las manos para invitarlos
a pelear.
Rodearon a Joe bien cuadrados saltando
sobre la punta de sus pies, con Joe con su guardia cerrada, cabeza
erguida pero a la vez en posición de bailarín, dando pasos muy
fluidos y vueltas alrededor de sí mismo la flexibilidad de un
látigo, la gracia de una serpiente y los puños cerrados aún en
posición e guardia pero moviéndolos en señal de desafío, como un
boxeador llamando a pelear. Uno de los tres lanzo la primera patada
giratoria en el aire, que pese a su tamaño Joe tuvo la habilidad de
esquivar; le dio a su otro compañero, quien se levantó rápidamente
como un gato. Los tres comenzaron una frenética pelea que por el
ritmo que llevaba parecía algún tipo de baile moderno, siendo los
dos mercenarios más pequeños expertos en taekuondo y kung fu, artes
similares a la capoeira, mientras el grandote era karateca, lo que lo
hacía ser bastante más estático pero oportuno a la hora de lanzar
golpes, patadas y llaves, que Joe esquivaba apenas justo a tiempo.
Mientras más de un tercio de los
clientes del bar, los más tranquilos, se fueron para evitarse
problemas, quedo una numerosa multitud que coreaba Joe, Joe, Joe,
pero a medida que la pelea se intensificaba entre golpes, patadas,
luxaciones, sillas y mesas rotas, a nadie le quedo otra cosa que
largarse de allí antes de que alguien saliera lastimado. En un
momento de la pelea uno de los más pequeños dio lanzo una patada
voladora hacia el cuerpo de Joe, que él pudo esquivar agachándose
hacia abajo; casi le da al otro compañero, que la esquivo justo a
tiempo. Ese momento fue aprovechado por el grandulón para lanzarle
una patada giratoria a ras de suelo que esquivo realizando un paso a
lo breakdance. Finalmente Joe realizo un giro apoyando su cuerpo con
sus dos brazos y cabeza contra el suelo, realizando una patada de
hélice que noqueo a los dos pequeños además de darle un duro golpe
en el pecho al otro sin lograr derribarlo. Ahora era una pelea de
dos.
Aún sin la agilidad de sus otros dos
compañeros, el grandulón resulto ser un rival hábil y muy fuerte,
que lograba esquivar los más mortíferos golpes suyos, darle golpes
o patadas oportunos y aunque esporádicamente lograba conectarle no
podía derribarlo. Así que Joe fue dando volteretas hacia atrás
hasta quedar detrás de la barra del bar con su rival siguiéndolo
con cautela. Con el impulso de sus volteretas Joe queda de pie sobre
la superficie de la barra del bar, luego da vueltas alrededor de sí
mismo para dar una patada giratoria aérea en dirección al rival;
pero un pequeño mal cálculo de unos dos segundos le permitió al
otro tomar a Joe por el cuello, colgándolo en el aire y asfixiándolo
con la presión de su mano.
-¿Acaso
me creías tan lento como para alcanzarte?, ahora tengo tu costosa
cabeza que me garantizara una abultada recompensa.
Joe
puso sus dedos en ciertos nervios de la hercúlea mano, ejerciendo
suficiente presión para causarle a su rival un agudo dolor de modo
que aligero la presión y Lambada cayó ágilmente en el suelo. A
continuación Joe realizo una llave quebradora rompiéndole el brazo
-¡¡Aaaaaayyyyyyy,
mi brazoooooooooo!!
Luego
Joe dio una patada hacia atrás, rompiéndole su rostro con la suela
de su bota militar, causando que derramara mucha sangre cayendo al
suelo. Justo cuando pensaba que todo había terminado, uno de los que
había derribado con la patada de hélice se despertó, sacó una
navaja automática de una de sus botas para abalanzarse sobre Joe y
tomarlo por sorpresa, pero él reacciono a tiempo haciéndolo volar
por los aires con un movimiento de judo, estrellándolo contra la
máquina de música que tocaba la canción de lambada,
electrocutándose con las chispas que salieron del impacto. El
combate había terminado.
Y
la hermosa mulata salió de su escondite para gritarle airada a Joe
Lambada, que estaba saliendo del lugar.
-¡¡venha
cá, gringo loco, me debes pagar por todos los daños y perjuicios
que me has causado!!
El
gringo loco la tomo en brazos, la pego a su cuerpo dando pasos de
lambada, hasta tenerla colgando de un solo brazo contra su espalda,
con la cabeza colgando del cuello en dirección al suelo y le dio un
apasionado beso.
-¡¡Uyy
cariño, puedes pagarme luego Joe Lambada!!
Repentinamente
la escena se interrumpió con el sonido de sirenas de policía.
-Eu
que te tienes que ir, alguien había llamado a la policía
-Hasta
pronto Sonja
Justo cuando se iba hacia la entrada,
la joven negra a quien Joe le dejo su chaleco y sombrero fedora con
piel de jaguar se los entrego, luego de lo cual la beso, acto seguido
uso su látigo para sacar el cuchillo clavado en la pared
regresandolo hasta él, lo puso en su vaina en menos de un segundo,
además de sujetar su látigo a su cinturón a la misma velocidad.
Inmediatamente se monto en su cuatro por cuatro color verde oliva,
Land Rover made in Brasil, arrancando casi en el mismo momento en que
los vehículos todo terreno de la policía estatal brasileña
aparecían.
El fugitivo puso a tocar el disco
compacto con su música de lambada a la vez que huía de sus
perseguidores por aquellos accidentados caminos selváticos; saco su
38 para disparar hacia atrás atinando a la llanta de uno de los
todoterreno policiales, causando que se revolcara violentamente entre
la abrumadora vegetación, al de atrás le disparo rompiéndole el
vidrio matándolo en el acto, lo que provoco que su vehículo se
chocara con los otros de atrás, después ocurrió una intensa
explosión térmica con forma de hongo.
Luego de esto, Joe se desvió del
camino, para adentrarse en la espesura amazónica hasta llegar a otro
trecho de camino, para seguir manejando a toda velocidad hasta donde
estaba un puente destruido.
- Por Deus, el puente se cayo de nuevo, voy a tener que saltar ese río
Aumento la velocidad lo más que pudo,
logrando el suficiente impulso
para aterrizar en la superficie del
otro precipicio y pocos segundos después
los
vehículos policiales llegaron al punto de donde salto previamente
deteniéndose allí.
Segundos después, desde su cuartel
general en Brasilia, el general Silvio Texeira recibía las malas
noticias desde su celular. Era un hombre menudo pero robusto, hombros
anchos, piel cobriza y su rostro tenía las marcas propias de un
veterano militar de muchos años.
- ¿Que fue lo que paso con ustedes? (se escuchan murmullos), ¡¡por favor, no me cuentes más?
Una hermosa joven de pelo negro
ataviada con un elegante uniforme militar aborda al estresado
general.
- ¿Qué paso mi general?
El hombre respondió golpeando su puño
contra la superficie de su escritorio, con tono que denotaba
irritabilidad, luego se llevo sus manos a sus canosos cabellos como
si quisiera arrancárselos, después lanzo su android a la pared,
haciéndose añicos.
- ¡¡Es ese gringo, ese al que llaman Joe Lambada, mato a tres mercenarios a puño limpio, destruyo un bar hiriendo a veinte civiles, uno de gravedad, luego se nos escapo matando a diez policías estatales, qué quieres que te diga!!
- ¿Se refiere a los ex farc que contrato?
El
hombre vacilo por un momento
- ¡Bah!, ya nao importa, ¿ahora qué le diré al presi?
Entre
tanto, Joe estaciono su auto en un área de proyecto minero a cielo
abierto, se quito el chaleco, busco su botiquín para sacar una
jeringa y un frasquito con vacuna, se inyecto la sustancia en su
codo.
- Maldita malaria
El
disco compacto cuya lambada reproducía su desmontable se rayo, por
lo que Joe quito el desmontable.
-Suerte
que no es el original
Salió
de su vehículo para ser recibido por una pequeña comitiva,
encabezada por un hombre semi calvo, con una corona de cabello
rasurado que bordeaba su cabeza hasta la cien al estilo Robocop, su
traje oscuro con botas militares recordaba a un oficial de fuerzas
especiales. Estaba rodeado por un grupo de hombres fuertes, bien
armados y en su centro por tres jóvenes vestidos de civil que eran
algo más altos que él. El hombre se aparto del resto del grupo para
darle la mano al recién llegado.
-Tú
debes ser Joe Lambada
-Es
un placer señor Michaelson
-Puedes
llamarme Acab, es un placer para mí conocer al asesino del papa
Al decir esto, la mente de Joe
retrocedió unos dos años atrás, aquella tarde de verano, cuando su
santidad estaba de visita en Río. Aquel viejo estaba rodeado por su
imponente guardia suiza, todos con lentes y trajes de etiqueta
negros, cuando frente a él tuvo la visión de un hombre alto,
sombrero fedora, su saco y corbata sobre una abotonada camisa
celeste, todo vestido de blanco con la luz del sol reflejándose en
ella, lo que creaba la ilusión de que el traje tenía un brillo
angelical. El hombre tenía los brazos extendidos del mismo modo que
la estatua del cristo de Río de Janeiro, con una brillante sonrisa
esbozada en su rostro, su faz oculta bajo la sombra del sombrero,
causando tal impresión al viejo que no pudo evitar extender sus
brazos hacia delante para abrazarlo, acercándose lentamente. Justo
después de quedar abrazados, el hombre alto agarro al viejo como si
fuera una pareja de lambada, dio una vuelta con él y en el momento
en que lo tenía agarrado con su antebrazo a su espalda, con la
cabeza colgando del cuello en dirección al suelo, se escucho la
detonación de una pistola con silenciador y unos casquillos caer al
suelo
Dijo Michaelson entusiasmado
mientras todavía le apretaba la mano a Joe.
- Soy tu admirador número uno
- Papá, yo pensaba que era yo
- Bueno, basta de charla, venga conmigo señor Lambada, vamos a mi hogar a hablar de negocios.
Fueron bajando lentamente por aquel
enorme cráter, formado en sus bordes por anillos de tierra a modo de
gigantescos escalones, por donde pasaban colosales camiones volquetes
amarillos llenos de tierra, pasando la comitiva cerca de todo eso,
incluso de un gigantesco capataz con la complexión de un luchador de
sumo masivo, que pese a que lucia poco más que un alfeñique al lado
de esos camiones, en su voz se escuchaba la fuerza de la autoridad.
- ¡¡Más rápido idiota, mi abuela manejaba camiones mejor que tú, quiero que esa carpa impermeable este tan llena de arena que sea más gruesa que una alfombra persa (tomo su celular), ustedes qué esperan, necesito seiscientas hectáreas de bosques taladas en menos de cinco horas o verán lo que les pasa idiotas!!
Joe observo que aquel cráter era
mucho mayor que cualquier ciudad de Brasil, incluso calculo que todo
Río de Janeiro cabía tres veces allí, pero no pensaba detenerse en
esas meditaciones, eso no era lo suyo.
Continuaron caminando hasta llegar a
la superficie plana de aquel yacimiento, en cuyo centro estaba un
gigantesco remolque que estaba sujeto al suelo por medio de unas
bases macizas, siendo el propio Acab el que abrió la puerta
El lugar estaba tan bien amueblado que
difícilmente creerías que se trataba de la casa de un empresario
minero, las finas alfombras y unos cuantos cuadros de Van Gogh daban
testimonio de esto, en el centro estaban un escritorio rodeado de
sillas, todo al estilo rococó, con la superficie de aquel mueble
cubierta por un vidrio bien pulido del tipo Saint Gobain. Era
evidente que Michaelson le encantaban usar útiles de escritorio de
la Belle Epoque. Los guardias de seguridad se quedaron afuera, los
hijos de Acab se sentaron en uno de los cómodos sofás y él tomo
asiento en su escritorio invitando a Joe a hacer lo mismo. Luego el
propio Michaelson sirvió vino a ambos con unas copas bien elegantes.
-Moet
Chandon, cosecha dos mil uno
-Joe
levantó la copa en señal de homenaje
-Buen
año aquel
-Igual
pienso yo
- No parece un empresario minero
-Jejeje,
¿acaso tengo que dejar de ser encubierto para trabajar de policía?,
la contradicción es uno de los ejes de la vida
Luego
dijo Joe en inconfundible acento británico
¿Es
usted americano?
Michaelson
esbozo una ligera sonrisa y contestó en inglés fluido
¿Se
nota por cómo hablo el portugués?
-No
se preocupe, a los británicos nos cuesta más hablar con acentos
latinos
Tanto
Acab como sus hijos se murieron de la risa, luego de lo cual Acab
continuo hablando, con su copa de vino en mano. Se movia a todas
direcciones de forma lenta, con la mirada perdida hacia ningún lado
mientras hablaba cual poeta cantando versos, al son de la melodía de
primavera de Vivaldi, moviendo su mano libre como veleta al viento.
-Es
usted muy gracioso señor Joe, pues sí, no parezco un empresario
minero, yo me considero un amante del arte, un bohemio sin remedio,
me encanta cantarle a la vida que la amo, soñar despierto con un
mundo mejor, escuchar las sontas de Mozart y Beethoven en medio de un
campo de naturaleza virgen, donde los pajaritos inquietos me dan una
serenata matutina…
Joe sólo se limitaba a mirarlo con un
rostro duro con el entrecejo fruncido, luego de lo cual sacudió la
cabeza para recuperar la serenidad
-También
note que para tener tanto dinero no vive en una mansión, sino en
esta misma cantera, en una casa rodante llena de comodidades pero
poco espacio, ¿no le incomoda vivir en una mina?, ¿no sabe de los
peligros que causa la lluvia con sus aludes de tierra?, ¿no es un
riesgo para su familia?
-Fui
oficial de las fuerzas especiales Seal, de modo que me gusta acampar
junto a mi ejército de trabajadores, son como una familia para mí,
a veces hasta duermo en sus campamentos para que no me sientan como
un extraño que da órdenes. Desde aquí superviso todo el trabajo de
esta cantera, lo mismo hago con las demás, todo con información de
primera mano. Sobre su inquietud acerca de la lluvia, (se lleva su
mano derecha al mentón, hablando mientras se la frotaba) no recuerdo
exactamente cuándo fue la última vez que llovió por aquí, creo
que hace tres semanas, una pequeña llovizna que dejo todo cubierto
de rocío; donde llueve es más arriba, en la espesura de la selva
virgen, las típicas lluvias amazónicas que arrasan con todo, que
alimentan el río proveniente de los Andes con el que nos deshacemos
de todos nuestros desechos.
De
todos modos en caso de tormenta, nos damos cuenta con días de
anticipación gracias a nuestro sofisticado sistema de radares
meteorológicos, con lo cual puedo movilizar mi casa rodante con
tiempo suficiente para evitar ser afectado. Supongo que también
querrá saber cómo es que termine saliendo de América para buscar
mi fortuna aquí…
-Nao
es mi problema
Nuevamente
comenzaron a hablar en inglés
-Agradezco
su discreción señor Joe, ahora vamos al asunto que nos atañe
A
Joe le llego un mensaje de whasapp a su Nokia, la foto de un apuesto
hombre mucho más joven que él, de piel cobriza y rostro alegre.
-Quiero
que me mates a este tonto, ¿lo conoces?
Joe
quedo pensativo por un momento
-Me
parece que lo he visto en alguna parte, no recuerdo muy bien
-Ese
es Chico Flores, seguro que has oído de él porque es el mismo
ambientalista que le está haciendo mala propaganda a mi proyecto eco
sostenible, ¿cómo es posible que alguien le crea?, he dicho hasta
la saciedad que hago lo posible por minimizar las afectaciones, es
más, ya comencé un proyecto para reforestar todo Minas Gerais, mi
mina le da trabajo a cientos de miles de personas cuyo propio
gobierno no hace nada para ayudarlos, ni con los millones que done al
ahora presidente en campaña él pretende mover un dedo. Desde
entonces ese chiquillo ONG me está haciendo la vida imposible, junto
a sus amiguitos de Greenpeace y los payasos de Anonymous.
-¿Y
por qué no lo hace usted mismo?
-Podría
hacerlo, no sería ningún problema, lo malo es que ya tengo
numerosas denuncias en mi contra en los tribunales, todas millonarias
y que tienen que ver con el medio ambiente, imagine la cantidad de
abogados y políticos que tendría que sobornar si me acusan de
asesinato.
-Acepto
el trabajo, pero recuerde…
-Sí
ya lo sé, cobras por adelantado cada cosa que haces, es por eso que
ya te envié quinientos mil euros a tu cuenta en el banco de Tonga,
la otra mitad te la daré cuando hayas hecho el trabajo. Puedes
confirmarlo entrando a tu banca en línea desde tu móvil.
Joe deslizo sus dedos sobre la
superficie del aparato, para navegar en internet y entrar en la
página del banco de Tonga, en donde vio que había llegado una
transferencia de quinientos mil euros a la cuenta personal de John
Henry Tudor noveno. Segundos después firmo el contrato junto a Acab
en su escritorio chocando manos después.
-Aceito
trabalho (acepto el trabajo) – dijo sonriendo con delirio
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Genial, me encantó!
ResponderEliminarbueno has tocado un buen tema es casi toda una novela es muy buena atrapa desde el comienzo es muy buena este joe lambada tiene un buen historia
ResponderEliminarGracias a usted por leerme.
EliminarJu, ju. Comenzamos con una buena dosis de acción. Ese Joe debe ser todo un personaje (mató al papa y en público, eso sí que es tener huevos, al menos se salió del protocolo je, je, je [los papas que han muerto fueron envenenados]) y ese Michaelson debe ser un hijo de perra. Ya veremos como sigue. ¡Saludos!
ResponderEliminarCualquier persona que mata a un papa sin duda tiene una historia que contar, o es digno de ser el personaje principal de una historia.
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